jueves, 12 de octubre de 2017

3 artículos "Torrente Imperialista I, II, y III de JOHN SAXE-FERNANDEZ




EL TORRENTE IMPERIALISTA

John Saxe-Fernández, La Jornada a Jueves 31 de Agosto de 2017

Es en medio del torrente imperialista desencadenado por el 11/S que ahora emana la perorata del nacional-trumpismo con su supremacismo blanco, anti-latino/mexicano, anti-inmigrante, neo-nazi y militarizado hasta la coronilla. Gracias al diputado Ron Paul se supo en su expresión presupuestal, de la magnitud y contexto de la militarización, que junto al creciente peso de Mnuchin, de Goldman Sachs, Wall Street y los tres generales son el gabinete. Con Trump ellos encabezan lo que Naomi Klein llamó capitalismo del desastre, ahora en su estampa neofascista de nacional-trumpismo: el Departamento de Defensa (DdD), las 37 mil firmas bélico-industriales, incluidos poderosos consorcios, junto a miles de sub-contratistas, tienen acceso privilegiado (cost plus) a la mayor asignación absoluta de recursos públicos en la historia de EU y en lo que va, de nación alguna, desde el despegue del mundo industrial.
El torrente imperialista no es asunto menor ni nuevo pero se recrudece y ensangrienta desde el 11/S junto al negacionismo climático de Trump de grave riesgo a la biota global. La suya es una actitud dirigida a corregir, censurar o reprimir a la comunidad científica, pero sólo cuando las cifras y conclusiones apuntan a peligros de corto, mediano o largo plazo que chocan con negocios y tecnologías (motor de combustión interna) y ganancia de la quema de combustibles fósiles, eje de las fortunas de ExxonMobil, Chevron/Texaco, BP, etcétera, y pieza fundamental en la vulnerabilidad de ciudades como Houston, hoy ahogada con billones (trillions) de litros de agua, pero que, según el DdD y sus socios los combustibles fósiles permanecerán en función hasta mediados de siglo XXI (LJ 6/10/2011), para cuando la catástrofe climático/ambiental será irreversible. Van por la ganancia hasta la extinción de las especies.
Trump también censura a los analistas “cuando echan por tierra supuestos geopolíticos y estratégicos y, bajo pretexto del 11/S, EU y sus socios en la OTAN prosiguen con la ofensiva por el control del petróleo mundial, una hazaña neo-nazi denunciada en 2007 por el general Wesley Clark, ex comandante supremo de la OTAN. (Ibid)
El masivo aumento al gasto militar es de la magnitud requerida para librar una suicida guerra nuclear. Los preparativos para esa guerra, como mostró C. Wright Mills en Las causas de la Tercera Guerra Mundial, están en marcha desde hace décadas. Para 2018 el presupuesto del Pentágono es de 696 mil millones de dólares (mmdd). Eso incluye 54 mmdd propuesto por Trump más 30 mmdd agregados por los diputados republicanos. Aunque existe una ley de 2011 que limita el gasto militar, ya ese límite fue rebasado en 72 mmdd. Como dijo Paul, la ley es laxa y ya se las arreglarán para gastarlo todo. El sueño de magnates.
Esta ampliación presupuestal para la masiva proyección militar de EU se dirige al mundo en general y a la periferia capitalista en particular, sede de localizaciones estratégicas como Afganistán y grandes y codiciados yacimientos minerales y de los combustibles fósiles que, advierte la ciencia, aceleran el calentamiento global (Venezuela, Irak, Libia, México, Canadá, Nigeria, etc). Es un diseño de subrogación vinculado al interés corporativo por el intenso contratismo del tipo Reconstrucción y Estabilización puesto en práctica luego de la brutal devastación de población e infraestructura de Irak y de la estabilización lograda con brutal represión. En sus inicios el diseño estuvo a cargo de Carlos Pascual, ex embajador de EU en Ucrania y México. Ahora el contratismo vincula la administración del gasto militar al lema trumpista del America First por medio de la subrogación mercenaria (cost plus) de las guerras de agresión, puesta en marcha en Irak.
Mattis propone el establecimiento de bases permanentes cuando ya EU tiene entre 800 y mil bases desplegadas cerca de Rusia y China que EU considera retadores hegemónicos sea en lo nuclear/balístico inter-continental o en lo comercial/industrial/bancario/financiero. También hay bases próximas a grandes yacimientos de recursos naturales. En territorio nacional de EU el DdD cuenta con ¡6 mil bases y campos de adiestramiento! localizados en estados, condados o distritos, puertos y aeropuertos (civil/militares) de impacto sobre la ecuación político electoral relacionada a la asignación de grandes contratos bélico-industriales.
El planteo de Mattis no se limita a la experiencia histórica de bases de EU sobre los polos capitalistas devastados hace más de 70 años luego de la Segunda Guerra Mundial. Ahora se informa que el presidente Macri de Argentina piensa facilitar bases a EU al norte, frente a Brasil y al sur, en dirección a la Antártida, por lo que los dichos de diplomáticos al servicio del menemismo entreguista de que el rechazo popular a instalar bases extranjeras en territorio nacional es cosa de setenteros, son una histórica desfachatez.
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TORRENTE IMPERIALISTA II: CATÁSTROFE CIVILIZATORIA

John Saxe-Fernández, La Jornada a Jueves 14 de Septiembre de 2017

En medio de huracanes en Houston, Texas, el Caribe (Cuba y Florida) e inmensos incendios forestales en el estado de Washington en el noroeste de Estados Unidos, catástrofes climáticas de dimensiones y fuerza jamás registradas, según dicen los meteorólogos y climatólogos oficiales y no-oficiales, se acumula el rechazo, condena y abyección ante los negacionistas de este mundo de parte de las generaciones de hoy, mañana y de los siglos por venir. Esos hechos son sólo atisbos, barruntos, del colapso climático antropogénico en curso y de lo que a todas luces son impactos planetarios de la acumulación capitalista que, sin la urgente regulación doméstica y mundial de los gases de efecto invernadero que aceleran el calentamiento global, aumentan su intensidad y frecuencia.
En La territorialidad capitalista en el límite, el capítulo inicial del libro Chevron: paradigma de la catástrofe civilizatoria, coordinado por Ana Esther Ceceña y Raúl Ornelas, publicado por la UNAM y conocida editorial, la investigadora del Instituto de Investigaciones Económicas de la UNAM deja en claro que por tratarse de los combustibles fósiles, “una mercancía, un modo de vida y una materialidad…que es motor que da cuerpo, contenido y dinámica al capitalismo de nuestros días, se requiere… desentrañar y poner en evidencia la maraña completa del capitalismo”, es decir: entender el modo de estar del capitalismo y las claves mediante las cuales se forja su ser material y simbólico, su ser territorial. Desde las primeras líneas la autora va al grano y muestra al público de México, América Latina y el mundo, la naturaleza y el modus operandi de Chevron, una de las grandes fieras corporativas que desatan sobre el territorio nacional esa mezcla de codicia, entreguismo, suprema merma constitucional y torpeza geoestratégica, de los gobiernos que padece la nación desde 1982:
Texaco, hoy Chevron, devastó medio millón de hectáreas de selva amazónica buscando petróleo.Generó conflictos entre poblaciones desplazadas y asentadas. Contaminó el ambiente y dejó residuos tóxicos que han hecho perdurable el daño. Se niega a contribuir en el remedio ecológico y ha llegado al absurdo de demandar al país que recibió el perjuicio. Peor, logró que las instancias de justicia de Estados Unidos e internacionales fallen a su favor exigiendo que el Estado ecuatoriano indemnice a la empresa y cargue con sus daños.
Chevron no viene sola. Es parte de una jauría con enorme poder acumulado junto a un sistema bancario/financiero. Robert Engler en The politics of oil, 1961 (La política petrolera FCE, 1966) documentó que el big oil, de facto doma a su antojo las leyes y coloca a su disposición la maquinaria gubernamental, maneja la opinión ciudadana hacia metas que socavan la gobernabilidad pública, todo en nombre de la prosperidad y la tecnología; esa industria fue capaz de destruir la competencia y limitó la abundancia. En nombre del interés nacional ha recibido privilegios aún mayores a los otorgados a otras industrias. En nombre de la seguridad nacional influye y realiza ganancias de una política exterior que apoya el chovinismo de unos pocos en lugar de la generosidad y aspiraciones de los muchos en las áreas subdesarrolladas. En nombre de la empresa privada, contribuye al deterioro de porciones de la vida democrática, de la educación y de la moral cívica. En nombre del derecho de representación que entroniza dentro de los procesos políticos hace imposible diferenciar las acciones públicas de las privadas. En nombre de la libertad, la industria petrolera recibe sustancial inmunidad en la rendición de cuentas ante el público(p.9).
Luego del Torrente imperialista que siguió al 11/S, la sólida evaluación de Engler se queda corta. Los antecedentes importan. Luego de la guerra Árabe-Israelí (1973) el General Wesley Clark ex-comandante de la OTAN, en varios estudios mostró que la dependencia de Estados Unidos del petróleo importado y la ausencia de alternativas energéticas (solar, eólica, etcétera) textual: “distorsionaría la política exterior, lo que llevaría a lanzar mucho dinero fuera del país y en dirección al uso de tropas de Estados Unidos en ultramar para asegurar el acceso a esos suministros…y eso fue lo que ocurrió”. “Eso llevó a la creación del Al Qaeda, al 11/S, a nuestra invasión de Afganistán y a la decisión del gobierno de Bush II de invadir a Irak, llevó al gasto de unos dos billones de dólares (a couple of trillion dollars) y más, mucho más dinero”. Según Clark se gastan 150 mil millones de dólares anuales en las guerras por el petróleo ciertamente de una manera directa o indirecta. El resto, es para desplegar tropas y proteger el acceso al petróleo.
En 1998 Kenneth Derr, gerente de Chevron, exclamó desde la avaricia de esa corporación: Irak tiene enormes reservas de petróleo y gas, reservas a las que desearía que Chevron pudiera acceder. A Derr y el big oil, se les cumplió. (continuará)
Publicación Original en La Jornada:
http://www.jornada.unam.mx/2017/09/14/opinion/025a1eco
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Torrente imperialista III: punto de quiebre

John Saxe-Fernández

La vida en este planeta está siendo sacrificada ante el altar de la maximización de las ganancias, de la acumulación capitalista en favor, no en exclusiva, de los muy poderosos sectores de los combustibles fósiles y de la máquina de combustión interna. Los aportes de István Mészáros y de Giovanni Arrighi para el análisis histórico y contemporáneo de la crisis del capitalismo los colocan como interlocutores esenciales para esta y las siguientes generaciones. Es vital proseguir con la reflexión en torno al perfil y profundización de los acontecimientos políticos, económico/financieros, ecológicos y de civilización que denotan, con perspectiva geo-histórica, como planteó Arrighi, el deterioro generalizado de una pax americana en pie de guerra desde el 11/S.

Con una supremacía militar desde la que Estados Unidos (EU) asume riesgos de aniquilación mutua frente a Rusia, la otra gran potencia nuclear, el presidente Trump amenaza a otras naciones (Corea del Norte) con su destrucción total. Lo hace en las inmediaciones de China colocando en serio riesgo la vida de millones y la paz mundial (Correo Ilustrado 21/8/17).

Si bien Bill Clinton no dio curso al Tratado de Kyoto, para colmo Trump retiró a EU de un acuerdo como el de París, laxo y sin formalización vinculante en materia de emisión de gases de efecto invernadero (GEI). Lo hizo mientras se acelera la emisión de GEI que calientan el planeta. Agréguese a este rudo escenario el desdén de la cúpula política de EU ante iniciativas a favor de la paz mundial, como la restauración o una actualización del tratado anti-balístico (ABM) abrogado por Bush II y festejado por inversionistas y banqueros suicidas de Wall Street ante las jugosas ventas de todo tipo de armas y sistemas anti-balísticos a países colindantes con Rusia y en fechas recientes a Corea del Sur, elevando los riesgos de guerra mundial. EU también rechazó el control, ya no digamos la necesaria abolición, de armas de destrucción masiva y la prohibición de la venta a privados de armas de asalto como las usadas en el ataque a civiles en Las Vegas o la salvajada de acentuar el flujo de esas armas al sur del Bravo alentando el caos y la masacre entre mexicanos, en lo que es una guerra irregular y de ocupación de EU disfrazada de “guerra al narco”.

La financiarización que se acentúa desde los años 90 no es indicio de una nueva etapa del capitalismo mundial. No anuncia primavera alguna. Tampoco un otoño, sino un crudo y muy riesgoso invierno. Para Arrighi y Beverly Silver en Caos y orden en el sistema-mundo moderno (Akal, 2001) se trata del indicio más evidente de que nos encontramos en medio de una crisis hegemónica, a lo que es necesario agregar que, a poco más de 15 años de esa publicación, junto al belicismo e intervencionismo del torrente imperialista de EU se observa que la gran recesión de 2007 no es una nueva etapa del capitalismo mundial, sino, diríamos en 2017, evidencia de su crisis existencial por el vínculo de la acumulación imperialista al colapso climático antropogénico (CCA) y sus efectos terminales para la vida planetaria.

El torrente imperialista gesta un punto de quiebre nodal: Arrighi y Silver consideraron que la expansión financiera sería un fenómeno temporal que terminará de forma más o menos catastrófica (…) (hoy día), la propia expansión financiera parece basarse en fundamentos cada vez más precarios” (derivando en una) reacción (y anunciando) “que la masiva redistribución de renta y riqueza sobre la que descansa la expansión alcanzó o está a punto de alcanzar sus límites. Y cuando la redistribución ya no se pueda sostener en lo económico, social y político, la expansión financiera está destinada a su fin (…) la caída, más o menos inminente, de Occidente de los puestos de mando del sistema capitalista mundial no sólo es posible, sino probable. Si el sistema acaba hundiéndose, será (…) por la resistencia de EU a ajustarse y acomodarse a las nuevas circunstancias”. (Ibid)

Para John Smith en El imperialismo en el siglo XXI, Monthly Review 2016, los hechos observados desde la gran recesión de 2007 no es otra crisis financiera o del capitalismo. Es una crisis del imperialismo calificada por Smith de crisis final por su vínculo al CCA: la destrucción capitalista de la naturaleza significa que ésta no es sólo la mayor crisis jamás experimentada por el capitalismo, sino que es la crisis final del capitalismo, es una crisis existencial para la humanidad. (Ibid, 314-15)

Estamos en un punto de quiebre climático y sistémico. El párrafo de cierre de El imperialismo, un notable volumen, es una cita del pensador cubano Raúl Valdés Vivó: No es, como dijo Rosa Luxemburgo en 1918 socialismo o barbarie sino socialismo o nada. O se frena la acumulación capitalista o será irreversible el colapso del pilar biológico y ambiental/atmosférico imprescindible para vivir y hacer historia.

István Mészáros in memoriam

jsaxef.blogspot.com

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