jueves, 12 de octubre de 2017

Interesante toma de posicionamiento frente a la coyuntura electoral 2018



EN LA COYUNTURA 

ELECTORAL

TOMA DE POSICIÓN


FRENTE AMPLIO SOCIAL UNITARIO

(FASU)


Ciudad de México a Octubre de 2017


EN LA COYUNTURA ELECTORAL

TOMA DE POSICIÓN




Reconocemos que el momento nacional que vivimos, es sumamente incierto y profundamente grave, no solo por la recomposición regresiva del ordenamiento social mexicano –debilitamiento de la regulación estatal de la economía, pérdida de poder social de los trabajadores y los sectores populares, mayor apertura y desregulación comercial y financiera, privatización de empresas públicas y destrucción de organismos estratégicos del Estado, entre otras medidas más–, sino por la subordinación de México a las coordenadas geopolíticas y de seguridad nacional de los EE.UU. y su papel de economía tributaria a favor de esta última nación, además del denigrante papel de lacayo que le han asignado al titular del Ejecutivo Federal y del peligroso avance de la instauración de un régimen policiaco-militar-mediático.

De igual manera, registramos que, en oposición a esta tendencia neoliberal del país, se ha dado un crecimiento, tanto de las movilizaciones como de las luchas sociales y de resistencia de las y los mexicanos, sin embargo, hasta el momento tienen un rasgo defensivo y se acotan en la mera resistencia, frente a un conjunto de agravios específicos: defensa de los recurso naturales, frente a las políticas de despojo, depredación y sobreexplotación; en defensa de los derechos humanos frente a la represión, las desapariciones forzadas o la criminalización de la pobreza y las luchas sociales; en defensa del derecho al trabajo, frente a despidos o cierres de empresas públicas y privadas; en defensa del campo mexicano frente al agronegocio, el abandono por parte del Estado y la disputa por el presupuesto público.

Esta realidad nos coloca frente a nuevos desafíos y frente al reto de construir nuevos horizontes de acción, en donde contribuyamos a que se suelden las nuevas vinculaciones: entre lo social y lo político; entre la autonomía y la integración a espacios de gobierno; entre la lucha institucional y la lucha extra-institucional; entre la lucha por dignificar nuestra vida cotidiana y ser parte de un nuevo poder nacional; entre la lucha por restaurar el orden constitucional (lucha contra las contrareformas) y un nuevo constituyente.

Es decir, desde el Frente Amplio Social Unitario, debemos contribuir a lograr avances cualitativos importantes, al pasar de demandas puntuales a demandas más generales y a la construcción de frentes políticos, que nos permita irrumpir en la esfera de la lucha política y pelear no sólo por espacios en la estructura de poder público, sino para que las trabajadoras y trabajadores y los sectores populares, no continuemos estando al margen de la lucha política por contribuir y ser parte del rescate de México y de una nueva conducción del Estado Nacional para: impulsar la transformación del poder y la refundación nacional; para acotar en función del desarrollo nacional y el bienestar de la sociedad a la oligarquía nacional y los poderes extranjeros; para ampliar y profundizar los espacios de poder popular en la diversidad de territorios del país y alcanzar un México con soberanía, justicia, libertad, democracia y paz.

Hay claridad de que, la coyuntura de 2018 será histórica y compleja, especialmente el proceso electoral tanto por su magnitud, como por la quiebra moral de los gobernantes, por la profunda degradación institucional y por los desastres que se anudan y hacen estragos con el país: en ella se renovarán la Presidencia de la República, el Congreso de la Unión, habrá elecciones concurrentes en 30 Estados del país; en 9 de ellos, se renovarán gubernaturas; en 27, congresos locales y; en 26 Ayuntamientos. Pero, sobre todo, porque será un momento en donde se confrontarán política y electoralmente dos proyectos y sentidos para la Nación que expresarán genéricamente: La continuidad o un giro en la tendencia de descomposición y desastre nacional.

Esta contradicción entre sentidos para la Nación y la disputa por los sentidos de lo político, se ha instalado y se ha venido dirimiendo desde principios de la década de los 80’s, no solo al seno del partido del régimen, sino en las luchas sociales y el campo institucional, en el terreno de las ideas y el imaginario de nuestro pueblo, en las calles y soterradamente en los momentos y disputas electorales. Habrá que subrayar que este periodo de los años 80’s estuvo caracterizado por flujos y reflujos del movimiento: una compleja insurgencia sindical (corrientes democratizadoras, sindicatos independientes y frentes obreros); el despliegue de proyectos frentistas (CNPA, CNTE, CONAMUP, COSINA); la generalización de las colonias populares y las coaliciones regionales; hasta la conformación de los movimientos surgidos por el terremoto de 1985 (Coordinadora Única de Damnificados y la Asamblea de Barrios).

Sin embargo, su primera expresión de alcance y dimensión nacional, ha sido la irrupción masiva de la sociedad mexicana, de cara a la elección presidencial de 88 del siglo pasado, que se nutría de las luchas que se oponían al despliegue e imposición de la visión tecnocrática –hoy neoliberal– y contra el autoritarismo del régimen priista, dualidad que era portadora e inauguraba una alianza político-económica, con el poderío de multinacionales foráneas, el crimen organizado, las elites religiosas, algunos generales traidores a la patria y a través de la colonización de los partidos políticos (régimen trans-partidista) cuyo catalizador fue, sin lugar a dudas, la insurgencia político electoral de 1988 y, cuyo resultado significativo han sido 3 cuestiones que se han instalado en el imaginario y la memoria corta de las luchas de nuestro pueblo:

  1. Que dos visiones de país se disputan el horizonte futuro de la República: Una, que busca la subordinación e integración a la hegemonía norteamericana y el beneficiar a una reducida oligarquía económica del país y; Dos, los que persiguen un margen relativo de autonomía con respecto a EE.UU. y darle un peso al desarrollo del mercado interno y una modesta redistribución de la riqueza nacional en la sociedad;

  1. Se instaló y expandió la crisis de la hegemonía del régimen priista, al inaugurar en México y el continente, los golpes de estado constitucionales y cuya expresión más grotesca fue la usurpación de la Presidencia de la República y, paralelo a ello se abrió un proceso de pérdida progresiva del control de los Órdenes de Gobierno y los Poderes de la República, sin embargo, ello no impidió que se continuara con la destrucción del proyecto constitucional de 1917, con lo que, la sociedad ha venido interpelando cada vez más, tanto el autoritarismo priista como la barbarie de la visión neoliberal, quienes han carecido de una legitimidad desde esta confrontación;


  1. Esta irrupción social, de masas y radicalizada, posibilitó la conformación de un movimiento democrático nacional, que se expande y contrae, que avanza y retrocede, que se cae y se levanta en determinadas coyunturas que ha vivido el país (en el mayor esfuerzo de unificación de los sectores progresistas, nacionalistas y de izquierdas en torno al PRD, hoy, en franca quiebra moral y descomposición terminal; en las disputas populares, de las elecciones por la presidencia en 2006 y 2012; en el apoyo ciudadano-popular al levantamiento del EZLN; con la solidaridad a la heroica resistencia de los pueblos en defensa de la tierra de Atenco; en el respaldo a la huelga y levantamiento de la APPO, en la Convención Nacional Democrática convocada por AMLO, la irrupción del Yo Soy #132, en el acompañamiento a las madres y padres de los normalistas desaparecidos de Ayotzinapa, la conformación de Morena, en la huelga de los jornaleros agrícolas del Valle de San Quintín, en el respaldo e impulso de la huelga magisterial de la CNTE, etc.)

Estos tres componentes, han recreado la generalización de la protesta social y la emergencia de nuevos movimientos y actores sociales y políticos; esta energía desde lo social, por un lado, nutre y alimenta la crisis del neoliberalismo y, por el otro, amplia el horizonte democrático del país, genera procesos constituyentes de rebeldía, identidad y atención a lo común de las y los mexicanos. Sin embargo, un rasgo peculiar que hay que subrayar, es que, desde el brío de lo social, se están perfilando procesos de confluencia, con un giro cualitativo y harto significativo, empiezan a vislumbrar y esbozar un alcance programático; que emprenden el reto de asumir la recuperación de México, su transformación, pero, sobre todo, perfilan el sentido de asumirse como un Estado alternativo.

La respuesta del poder profundo de México y los intereses extranjeros, han buscado muchos mecanismos para revertir estos tres componentes, a través de la institucionalización de los golpes constitucionales y parlamentarios; concediendo un triunfo programático al PAN en 1988-1989; pactando la alternancia por la derecha con el PAN en el año 2000; o legitimando la usurpación y recreando la ilusión de cogobiernos con el “Pacto Por México” en el 2012; pero también, a través de la violencia directa, estructural y simbólica, así como, a través de la ocupación militar del territorio nacional con nuestras propias fuerzas armadas.

De manera específica, se busca desalentar la participación política y electoral de la ciudadanía, mediante una ofensiva mediática que promueve la antipolítica y la colonización de nuestro sentido común, nuestro ocio y nuestra cotidianidad, con lo que banalizan nuestra manera de entender los problemas públicos y nos someten a la dictadura de la indiferencia y del miedo ante los cambios.

No obstante ello, este proceso se ve reforzado con la imposición de derrotas al movimiento y de manera especial, garantizando su aislamiento y fragmentación, pero sobre todo, sembrando un clima en donde no puedan vincularse las luchas institucionales y extrainstitucionales, las luchas sociales y las luchas político electorales, en donde las y los trabajadores solo se dediquen a resistir y no pongan en el centro de sus batallas, la lucha por ser gobierno y la construcción de un nuevo poder en el Estado Mexicano.

Paralelo a esta política de violencia, criminalización y militarización de las relaciones sociales en nuestro país, habremos de decir que se viene dando el perfeccionamiento de las Elecciones de Estado, en las que el aparato del Gobierno se convierte en aparato electoral, conformado por cientos de acciones, en apariencia no significativas e inconexas, pero que, en conjunto, es una conspiración desde el aparato del Estado para imponer la conformación de la conducción política de los Poderes y Órdenes de Gobierno de la República, que les garanticen lucrar con el patrimonio público, continuar con los dictados de Washington y reproducir las relaciones de explotación y depredación salvaje del capitalismo.

Por tanto, frente a la coyuntura política y el escenario electoral del año 2018, es necesario ir perfilando una posición al respecto, ya que, de las decisiones que asumamos, va a depender que ampliemos los campos y capacidades de resistencia de nuestro pueblo y nos coloquemos en perspectivas estratégicas de mayor alcance, que vayan más allá de la coyuntura electoral.

Es decir, entramos a un momento de recomposición y realineamientos de fuerzas y dentro de ese proceso, habrá que abordar una dicotomía que subyace en los movimientos sociales y que, en la medida en que no se supere podrá ser crucial y determinante para fortalecer o debilitar las luchas de liberación de México, y que descansa en el siguiente planteamiento: todo movimiento social es político, pero no todo movimiento social lucha por el poder político. Y es precisamente aquí donde tendremos que empezar a definirnos y ser explícitos, para empezar a cambiar la lógica y el sentido de la correlación de fuerzas en México y contribuyamos a instalar en el imaginario de la sociedad la urgencia de un cambio, es decir, la necesidad de una ruptura y una transición frente al desastre nacional.

De lo contrario, lo poco o mucho que tengamos acumulado, social, política y culturalmente, no podrá contener el proceso desustancializador de soberanía, democracia y derechos sociales, con lo cual se aceleraría nuestra involución en neocolonia norteamericana y permitiríamos que las clases dominantes y dirigentes, mantengan la iniciativa, continúen con su agresiva ofensiva contra la nación y el pueblo y puedan resanar sus agrietamientos y diferencias; en cambio, las luchas de nuestro pueblo serán intensas, pero a la defensiva, resistiendo, esporádicas e inorgánicas y, por lo mismo, serán marginadas de los procesos claves de lucha y podríamos ser neutralizados para los objetivos de transformaciones más profundas, esto en el mejor de los casos, lo otro es ser barrido y destruido del escenario de luchas del país:

  1. Es fundamental que las y los mexicanos, de cara a la coyuntura electoral del 2018, contribuyamos a la disputa de los sentidos de la política y el imaginario social de las mayorías, para que en su percepción, se decanten con mayor claridad los campos en conflicto: por un lado, el bloque de los traidores a la patria, los neoliberales, los neocolonialistas, los anticonstitucionales, que le apuestan a la barbarie y; por otro lado, los que buscamos recuperar soberanía, derechos sociales, democracia y una refundación nacional, construyendo un nuevo Pacto social y un nuevo marco Constitucional. Frente a esta disyuntiva, las y los mexicanos, no estamos ante el privilegio de elegir una opción, sino frente a un deber de asumir un papel ético e histórico para recuperar a México y alcanzar una patria distinta y mejor;

  1. Habrá que diseñar una estrategia, aprendiendo de las experiencias históricas de lucha de los pueblos de México, en donde contribuyamos desde un abanico amplio de trincheras de lucha y resistencia, que está dirimiendo la sociedad mexicana, para que las mayorías sociales se hagan de un triunfo popular, en lo que coyunturalmente va a ser determinante, ya que, este momento del proceso electoral puede modificar la relación del poder Social y del Estado, puede marcar la ruta de destrucción o legitimación de derechos sociales; de igual forma, la definición de este momento, podrá garantizar la sobrevivencia o el destrozo de las organizaciones sindicales, del mundo de lo rural, los pueblos originarios, de las colonias y barriadas e inclusive, puede llegar a madurar el desmantelamiento de la viabilidad de la República;

  1. Para ello, es imperativo que las fuerzas sociales y políticas de los pueblos de México, sus reservas morales, culturales, intelectuales, políticas y de memoria histórica, empiecen a construir condiciones para que el polo patriótico revolucionario, se consolide como una poderosa fuerza material, simbólica y ética, que logre imponer, tanto en la coyuntura como en la circunstancia político electoral, la imperiosa necesidad de la unidad en contra de la clase dominante y la clase dirigente, tanto en el terreno de la lucha social y la lucha por los espacios del poder público, perfilando simultáneamente, una vertiente anticolonialista, antineoliberal, antipatriarcal, progresista, patriótica, revolucionaria, en donde se dispute el sentido común de las alternativas nacionales, en las calles, el imaginario social y las instituciones.

  1. En tal virtud, urge conformar una fuerza político-social de masas, que tenga capacidad para cuatro tareas claves;

a) Conformar una estructura organizativa social de tal magnitud, que se perfile como nueva mayoría nacional, social, política, cultural, que contribuya al quiebre de la tolerancia moral de nuestro pueblo frente a los gobiernos de traición nacional e influya, determinantemente, en la recomposición de fuerzas y, en la presente coyuntura, tenga una influencia en el resultado electoral benéfico para el pueblo y no para los intereses extranjeros y los traidores a la patria.

b) Defender esta vocación, voluntad política y su correspondiente triunfo electoral, porque las experiencias de este país y de América Latina, nos alertan sobre la posibilidad de reversión rupturista de los procesos de cambio social e institucional que se han intentado en México, ya que, la conducción liberal progresista no está, actualmente, a la altura de ese reto histórico y mucho menos para neutralizar la persistencia de las clases dominantes para utilizar una herramienta ya refinada de los golpes de estado: los golpes blandos e inteligentes;

c) Desplegar energía política para que el Programa del bloque electoral progresista tenga éxito, en su parte más avanzada, por ejemplo, en marcar puntos posibles de distanciamiento y ruptura con la agenda política y económica dominante (neoliberal); en una nueva integración regional con mayor autonomía de EE.UU; en heterogeneizar la matriz socio-productiva con formas no capitalistas; en la definición de procesos de redistribución de riqueza y propiedad; en la redefinición del carácter social y cultural de la ciudadanía; expresando las formas para enfrentar y resolver injusticias y exclusiones de larga data, etc. Por ello, los mexicanas y mexicanos organizados deberán exigir su cumplimiento, desde las aspiraciones más básicas de justicia hasta la exigencia de la implementación de un proceso constituyente.

d) Si con el arribo de un nuevo gobierno no se avanza en el horizonte democrático del país, con nuevos cambios políticos y sociales, que redefinan y acompañen una profunda alternativa nacional, habremos de generar condiciones de lucha para desplazar al gobierno entrante, por no estar a la altura de acatar las exigencias y aspiraciones ciudadanas, y por no colocar en el centro del mismo, lo establecido en un nuevo horizonte de país, al que el pueblo aspira, conforme a los nuevos sentimientos de la patria, un nuevo pacto social y un proyecto de Constitución.

Por tanto, las y los integrantes del Frente Amplio Social Unitario, debemos centrar capacidad política para reconstruir la organicidad política popular, para superar las contradicciones entre movimientos e instrumentos políticos, entre autonomía y hegemonía y, al seno de este proceso, favorecer un desborde democrático de la sociedad, donde la gente común y corriente, comience a preocuparse por los demás, por los otros, por los asuntos públicos, porque la experiencia nos marca que, la articulación de estas contradicciones ha dado lugar a la experiencia de triunfos populares y por el contrario, su desarticulación ha permitido la continuidad de gobiernos neoliberales.
En las reservas morales de nuestro pueblo, se muestra el rol protagónico de las mujeres y los jóvenes –aquellos que no sólo se le roba el futuro, sino que se les destruye el presente– y que nos han dado una lección sobre la preocupación por el otro y mostrar capacidad para asumirse como un poder solidario frente al desastre del sismo del pasado 19 de septiembre de 2017, ya que, estos sectores juveniles, mayoritariamente, por un lado, le otorgaron concreción a la intangible e invisible solidaridad, con su mirada llena de valor y con sus manos cubiertas de tierra, se entregaron al desconocido, al que requería de auxilio y, por otro lado, dejaron de lado el YO y crearon un gran NOSOTROS y esto nos mostró, que ante la putrefacción institucional y la descomposición social, se pude actuar por el bien de la comunidad. Sin lugar a dudas, esto nos da claves de la gestión de los problemas comunes, frente a la degradación moral de los gobernantes y el descredito de las políticas públicas.
Luego entonces, definamos como aportar a resolver las siguientes cuestiones:
a) La falta de unificación política entre dos campos aparentemente contradictorios, el campo de la lucha de los movimientos sociales y, el campo de la lucha electoral;
b) El desarrollo y maduración de propuestas de refundación nacional, con acuerdos y consensos gremiales, sectoriales, temáticos, regionales y con la diversidad de los pueblos de México, que sean un proceso Constituyente, alternativo a la depredación social, cultural, productiva, natural, institucional, moral e histórica del neoliberalismo;
c) Superar en el terreno de los movimientos, la persistencia de la fragmentación que, a decir verdad, son debilidades que conspiran contra la posibilidad de que nuestro pueblo se conforme como una mayoría alternativa en México y se pueda aprovechar la coyuntura del 2018, porque los proyectos de largo aliento, se construyen en los pasos tortuosos de las coyunturas y no en un futuro sin puentes con la realidad.
Luego entonces, la clave para el FASU en la actual coyuntura electoral es: el cómo desarrollar el ejercicio de la política en la complejidad y riqueza de los movimientos sociales, que mire y vaya más allá del Estado Mexicano, pero que, reconoce que necesita también del Estado, porque si no lo tomamos las y los trabajadores, las y los campesinos, las y los jóvenes, las y los olvidados de este país, entonces ¿a quién hay que dejarles el gobierno y el poder? ¿A los decadentes traidores a la patria, a las corruptas castas políticas a los propietarios del poder del Estado mexicano? Si los dejamos que continúen detentando el poder, lo más probable es que en esta generación perdamos nuestro derecho histórico a ser Nación.
Los eventos extremos del país, en la degradación de las condiciones de vida de los habitantes de la Nación, en la desarticulación y descomposición del Estado Mexicano, en el despojo territorial y de nuestros recursos estratégicos y en la imposición de un Estado neocolonial con rostro policiaco militar, exigen con urgencia cambiar ahora, porque el reloj del tiempo histórico corre en nuestra contra. Dentro de poco, será un camino sin retorno.
Valga decir, necesitamos con urgencia convenir un derrotero, para ir esbozando colectivamente algunos trazos programáticos para la liberación de México, para construir la paz con justicia y dignidad, para alcanzar la soberanía y el decoro de la Nación. Necesitamos un nuevo gobierno para salvar y reconstruir México, para recuperar la dignidad agraviada.
Necesitamos una nueva conducción de los destinos de la Patria, que destierre la política criminal de seguridad nacional; que termine con las desastrosas políticas neoliberales; que rescate la soberanía del pueblo; que reestructure el Estado Mexicano con el fin de garantizar el bien común y conforme un nuevo ejército guiado para amar al pueblo, la justicia social y la defensa de la Patria. Para ello, no nos queda otra alternativa que buscar unidos el camino.








PERFILANDO LA TOMA DE POSICIÓN EN LA COYUNTURA ELECTORAL


No podemos ignorar que la agenda de disputas electorales de nuestro país avanza y que colocan en el centro, un conjunto de debates sobre el futuro político de México, que se ponen en tensión para analizar las condiciones en que se encuentra la relación de fuerzas, las debilidades de los sectores populares, los esfuerzos e iniciativas de convergencia social, la situación de descomposición en que se encuentran los partidos políticos, etc.
En virtud de ello, perfilamos la siguiente toma de posición en la coyuntura electoral, que no es para consumo interno del FASU, sino es una construcción colectiva que se tiene que irradiar y socializar hacia las organizaciones populares y la sociedad en su conjunto, tiene que difundirse a lo largo y ancho de la República Mexicana, para que sea material de reflexión, debate, toma de posición y actuación política en los centros laborales, educativos, de investigación, los ejidos y comunidades, los barrios, las colonias, los cuarteles y los grandes centros urbanos, para inquietar y mover los ánimos, en un escenario en que se acrecienta la disputa y la confrontación entre dos proyectos y sentidos para la Nación.
Estamos claros que en torno al FASU se aglutina una diversidad de pensamientos y proyectos, con estrategias y alcance distintos, que le ha permitido combinar un pensamiento que va más allá de la coyuntura y a la misma vez, aportar al debate sobre los escenarios político-electorales por venir y que son de una extraordinaria importancia.
Estamos convencidos de tres cuestiones: primero, de que ninguna de las demandas de los movimientos sociales en general y del FASU en particular se pueden realizar, si la dominación neoliberal vuelve a usurpar la Presidencia de la República; segundo, si el fraude se instala de nueva cuenta en el 2018, la soberanía nacional y el Estado Nacional Mexicano llegará a su horizonte límite y los pueblos de México, mayoritariamente serán los excluidos del imaginario de la Nación y; tercero, que no estamos frente a un escenario de derrota para las fuerzas populares y patrióticas, sino por el contrario, estamos de cara a un escenario en que se incrementa la disputa, la confrontación, pero también la incertidumbre, ya que, hay una crisis en las expectativas sociales, en las alternativas institucionales y en las tareas emancipatorias, ante los retos que plantea el caos por el cual cursa el país; en virtud de ello, trazamos el siguiente posicionamiento:
  1. El Frente Amplio Social Unitario marca un deslinde con los gobiernos de traición nacional, ya que no comparte ni puede ser cómplice del sentido, la conducción y el destrozo que el neoliberalismo está imponiendo en la Nación y contra las amplias mayorías sociales de México. Por tanto, decimos que ningún gobierno neoliberal más deberá continuar destruyendo los destinos de la Nación y nuestro pueblo. En virtud de ello, acentuará sus niveles de organización, profundizará sus movilizaciones y los procesos de convergencia, unidad y articulación que eslabonen y tejan luchas comunes, por los bienes comunes y, contra los enemigos comunes, pero, sobre todo, que nos permitan armonizar en esta coyuntura, las percepciones sobre lo deseado, lo necesario y lo general que nos es común: desplazar en su totalidad, a la clase dirigente y sus instrumentos políticos que conducen el régimen neoliberal, de los poderes públicos de nuestro país y avanzar en la construcción del poder de los pueblos


  1. En razón de ello, y de cara a la disyuntiva histórica que tenemos en estos momentos en la República: ser una neo-colonia norteamericana, que consiente la profundización del desastre nacional y la destrucción de derechos que afectan a las y los mexicanos y sus futuros o; rescatar a México en un sentido de recuperar soberanía nacional, derechos sociales, democracia y refundar la Nación, las fuerzas del FASU, junto a un sentido común de las y los mexicanos que viene creciendo vertiginosamente, asumimos el deber de contribuir a un cambio en el país, a la liberación de México, marcar una ruptura con el neoliberalismo y terminar con el régimen de gobiernos de traición nacional, colonizado, dependiente, antidemocrático, dominado por la oligarquía criolla;


  1. Nuestra posición ante este dilema nacional, es profundamente ética, patriótica e histórica, y que habrá de expresarse de manera clara en la presente coyuntura electoral, que además de ser una elección histórica y compleja, puede iniciar el fin del ciclo neoliberal en México; será un momento crítico y decisorio, para perfilar una recomposición del poder nacional, en donde los pueblos de México alcancen una representación en los Poderes de la República, los Estados y en los órdenes de gobiernos municipales y, al mismo tiempo, se pueda modificar la correlación de fuerzas en todo el país. En virtud de ello, se podrán recuperar espacios decisionales para reorientar lo nacional, lo público, la propiedad, los derechos, las libertades, la sustentabilidad de la naturaleza, la relación con las metrópolis, etc. y, por si fuera poco, es también un campo de disputa por la hegemonía nacional.


  1. Por tanto, esto exige trabajar simultáneamente en una ruta crítica de periodo y en torno a cuatro dimensiones: a) Unificar las expresiones de las fuerzas patrióticas, democráticas, progresistas, populares y de izquierda, para contribuir a su articulación en un amplio y plural bloque político y electoral; b) Empeñar esfuerzos para que el bloque popular y el conjunto de la sociedad mexicana pueda superar su fragmentación y pueda construir un consenso nacional en torno a una sola candidatura a la Presidencia de la República; c) Impulsar en el Poder Legislativo una tendencia patriótica, anticolonial y antineoliberal, que contenga y revierta las leyes anticonstitucionales y contrarias a la nación y la sociedad y; d) Que simultáneamente pueda formar parte del proceso de acumulación de fuerzas que permita, desde dentro y fuera del Ejecutivo y del Legislativo, el inicio de la reconstrucción nacional que reclaman las mayorías del país;


  1. Ubicar con claridad política, qué opción electoral encarna, por un lado, las posibilidades de dar algunos pasos en la dirección de recuperar nuestro derecho histórico a ser Nación soberana frente a la globalización, la dominación norteamericana y el agotamiento del Estado Nacional Mexicano y; por otro lado, el que tenga afinidad y sensibilidad política para impulsar parcial o totalmente los planteamientos programáticos que se han venido perfilando, tanto en el movimiento social en general como en el FASU en particular, para recomponer las fuerzas sociales y colocar a la ofensiva al campo popular;


  1. En este sentido, el campo de fuerzas políticas y electorales se va decantando en torno a dos proyectos, excluyentes y en disputa por la hegemonía en el país y que, de cara a la coyuntura del 2018, se expresan de la siguiente manera:
  1. Por el campo popular, que busca con diversos matices y prioridades recuperar soberanía nacional, derechos sociales, democracia y refundar a la nación a través de la elaboración de un nuevo Pacto Social y un nuevo marco constitucional, ubicamos como candidatos a la Presidencia a:

  1. Andrés Manuel López Obrador impulsado por Morena y el Partido del Trabajo; dos veces candidato a la Presidencia de la República y en sendas disputas operó en contra del movimiento popular y su candidatura, los golpes de estado para usurpar el Poder Ejecutivo Federal; AMLO es el político más conocido en el país desde el 2003 y es el que mayores opiniones positivas tiene por encima de las otras precandidaturas presidenciales;

  1. María de Jesús Patricio Martínez, indígena nahua de Tuxpan, Jalisco, promovida por el Congreso Nacional Indígena y el EZLN como candidata independiente y vocera del Consejo Indígena de Gobierno.

  1. Por el bloque de los neoliberales, neocolonialistas, anticonstitucionales y que desean mantener la esencia del actual estado de cosas tenemos también dos vertientes que buscan continuar y profundizar el régimen neoliberal:

  1. El PRI y sus partidos satélites, PVEM, Encuentro Social y el PANAL quien aún no perfila claramente a su candidato, pero que, entre otros, se proyectan los nombres de: José Antonio Meade, Miguel Ángel Osorio Chong, José Narro Robles y Aurelio Nuño Mayer.

  1. El autodenominado Frente Ciudadano por México, promovido de manera facciosa y cupular por los presidentes del PAN, PRD y Movimiento Ciudadano, aún sin candidato visible, se mueven los siguientes personajes: Ricardo Anaya, Miguel Ángel Mancera, Rafael Moreno Valle y Silvano Aureoles

  1. De las candidaturas del campo popular, el FASU podrá comprometerse en tareas que nos coloquen en la disputa nacional desde el campo de los movimientos sociales, a través de algunas tareas básicas:

  1. Saludar la iniciativa del CNI-EZLN de una candidatura indígena, ya que representa parte de la memoria histórica de los pueblos originarios, a sectores de explotados, excluidos y discriminados, y sectores de mujeres contra la dominación patriarcal. Sin embargo, esta iniciativa no busca la consecución de votos, ni ganar la Presidencia de la República, sino hacer visible los problemas de los olvidados de este país, concientizar y organizarlos. La agenda de la que son portadores quienes impulsan esta iniciativa indígena –recuperación de territorios, presentación con vida de los desaparecidos, libertad de presos políticos, etc.– se corresponde con las asumidas por el FASU y los movimientos sociales del país y deberemos impulsarlas como elementos programáticos de un nuevo gobierno;

  1. Promover el diálogo y el acercamiento entre las candidaturas del campo popular: CNI-ZLN y el bloque que logre aglutinar Morena, para alcanzar un pacto nacional de unificación de los esfuerzos en el terreno de la lucha institucional y evitar la dispersión del sufragio y el bloque de candidaturas unitarias; un eje cohesionador de esta iniciativa, deberá ser la superación del viejo orden social, mediante la refundación de las condiciones y el pacto de existencia social de los pueblos de México;


  1. Trazar una estrategia que nos permita crear las condiciones de un gran Pacto Nacional por el Rescate de México y la Reconstrucción Nacional, primeramente, entre las fuerzas sociales, sindicales, campesinas, comunitarias, de colonias y barrios, intelectuales, etc., y posteriormente, con quien represente desde el campo popular, el cambio de gobierno, de régimen y la trasformación del poder nacional; esta definición y acuerdo político, no deberá exceder del mes de noviembre de 2017 y será en torno a, un nuevo sentido, principios y valores para la Nación, en donde podamos proyectar los consensos que el FASU ha venido construyendo como una agenda alternativa: cambio de política económica, reconstrucción de las economías regionales, recomposición de cadenas productivas, revertir las contrareformas neoliberales, el rescate del campo, restitución de derechos sociales, respeto a los derechos humanos, entre otros elementos más, que sustente un giro a la política neoliberal y siente las bases para un desarrollo propio y podamos construir un nuevo poder económico y político democratizado desde las bases sociales y populares de México;


  1. Si logramos contribuir a un triunfo popular en el terreno electoral, estaríamos propiamente avanzando en un Proceso Destituyente de la conducción neoliberal y pronorteamericana, lo cual estaría perfilando de manera simultánea, la conformación de un Poder Constituido de incierta composición popular, pero que tendría que hacerle frente a la ofensiva de las fuerzas antinacionales y neoconservadoras, que buscarán restaurar su poder y su conducción política en el país, con las ya conocidas acciones de sabotaje económico, político, militar y cultural, inoculadas por el poderío norteamericano;

  1. Si se avanza de manera firme en el Proceso Destituyente y en el afianzamiento del Poder Constituido, contaremos con la base material y simbólica para convocar a los diferentes sectores de la vida nacional, a desatar un Proceso de Refundación del país, mediante la convocatoria a una Convención Nacional Constituyente, con el propósito de transformar el Estado y crear un nuevo ordenamiento jurídico y legitimarlo en un referéndum popular. Aquí descansaría una de nuestras líneas estratégicas para desmantelar las imposiciones y el conjunto de contrareformas neoliberales.


  1. En esta batalla electoral del 2018, habremos de buscar cómo fragmentar al bloque neoliberal, como dispersar su voto, ya que, el quebrantamiento del bloque dominante, de aquellos quienes han robado los bienes de la nación y el patrimonio público, quienes han degradado las instituciones y destruido el pacto social de la República, quienes han fracturado el estado de derecho, destruido el derecho social y desarticulado nuestra Ley suprema, mejorará la posición electoral de quien se ha instalado en el sentido común de la gente como la figura que despierta el entusiasmo y la esperanza y que podría encabezar el desplazamiento del gobierno de quienes han traicionado, tanto a México como la confianza de la gente: nos referimos a Andrés Manuel López Obrador.


  1. El FASU, en su acercamiento con el bloque popular y la candidatura que represente las aspiraciones de amplios sectores de mexicanas y mexicanos, habrá de perfilar con suma inteligencia, tres cursos de acción para construir un acuerdo bilateral:


1.- Proponer y acordar una agenda política, económica, cultural, social, ambiental, con carácter de emergencia nacional y de corto plazo;

2.- Asumir el compromiso de algunos vectores de carácter estratégico: Nuevo Gobierno, que marque distancia de la visión neoliberal y siente las bases para un nuevo horizonte nacional; Recuperar las bases materiales de la Soberanía Nacional, en lo económico, político, cultural, militar; Redistribución Justa de la Riqueza Nacional, que se aboque a superar problemas históricos y estructurales de México y; desatar un proceso de refundación nacional, que desate un proceso de democratización cultural y nueva hegemonía duradera en nuestro país y;

3.- Arribar a un compromiso fundamental y de impacto estratégico, que a partir del nuevo gobierno, se pueda convocar a una Convención Nacional Constituyente, en donde confluyan y se auto organicen, sujetos sociales con el propósito de reconfigurar el campo político nacional y se defina el cómo superar las relaciones de dominación profunda de larga data y que de paso a la configuración de un NUEVO YO COLECTIVO en México, es decir, a un nuevo Bloque Histórico y una nueva hegemonía nacional

  1. El FASU habrá de aprender a combinar la lucha social con la lucha político electoral, para poder construir lucha democrática y edificar sentido común liberador y ser parte sustantiva de las luchas por el poder político en el país, a partir de profundizar procesos de organización, construir proyectos programáticos más sólidos, procesos de convergencia con una clara coparticipación de liderazgos, contar con una base social crítica, con la conjunción de movimientos de masas, que posibilite el fortalecimiento de movimientos populares y sociales, pero sobre todo, que tengan la fuerza para encarar los cambios desde la sociedad mexicana y pueda sostener una sintonía crítica con las necesarias acciones de un nuevo gobierno en nuestro país.







A T E N T A M E N T E
COMISIÓN EJECUTIVA DEL FRENTE AMPLIO SOCIAL UNITARIO
( F A S U )







Ciudad de México, a Octubre de 2017

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