lunes, 24 de julio de 2017

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Bibliografía básica para el tema 2:


Métodos de Trabajo y organización popular del MTS de Brasil 

Para descargar:   http://colectivopaulofreire.cl/?p=481

Para lectura en línea: https://issuu.com/movimentosurda/docs/metodo_de_trabajo_y_organizacion_popular

EN TORNO A LA PREPARACIÓN PARA EL ENCUENTRO-TALLER
POLÍTICO SOCIAL
5 Y 6 DE AGOSTO DE 2017

Camilo Valenzuela
23 de julio de 2017


1.- Sin teoría revolucionaria no hay lucha revolucionaria, o lo que es lo mismo: con pensamiento superficial no hay práctica transformadora del régimen político, ni del sistema económico-social, aunque se estén pudriendo.


Por eso tenemos que ver más allá de la superficie del río, a través del estudio-discusión sistemático, así como colectivo y participativo.


2.- El temario del Encuentro-Taller es ambicioso, y no vamos a tratarlo a profundidad en el día y medio que está planeado. Pero al abordar el análisis del escenario nacional y su contexto continental de conjunto, podemos avanzar en definir lineamientos y tareas que perfilen un plan político integral, para que a la vez que empujemos un bloque amplio antineoliberal mayoritario hacia el 2018, construyamos poder popular-ciudadano como garantía de transformación de mediano plazo.


3.- Teniendo claro que el análisis del temario debe tener continuidad para profundizarlo, así como que, al abordarlo de conjunto busca prevenir que caigamos en lineamientos parciales y tareas inconexas, del Encuentro-Taller tenemos que salir con resolutivos que tracen lineamientos y medidas de organización, para iniciar el qué hacer y el cómo, conjuntamente y con los movimientos-fuerzas en lucha.


4.- El estudio y discusión previa permitirá que todxs aportemos al análisis con fundamento. Por eso es importante que leamos los documentos y artículos propuestos. Lxs compañerxs que estamos coordinando la organización del evento, buscaremos presentar proyectos de resolutivos para asegurar que salgamos con definiciones para la acción y la organización coordinada.


NOTA.- TODA LA RELACIÓN DE TEXTOS ESTÁ AQUÍ ABAJO, PERO SE TE PUEDE ENVIAR A TU CORREO listos para imprimir: inscríbete dando un correo, y solícitala al celular 55 4135 4930 enviando tu correo.


5.- Para reflexionar el contexto mundial actual:
  1. Concentración económica y poder político” Alejandro Nadal, la Jornada, mayo 24


  1. Trump: contra la ciencia, el planeta y la humanidad”, Victor Toledo, La Jornada, junio 6


  1. La crisis global y marcha de Trump hacia la guerra”, W.I. Robinson, La Jornada, junio 1
  1. Trump y la geoingeniería: un muro en el cielo” Silvia Ribeiro, La Jornada abril 1.


  1. Megafusiones agrícolas: quíen decidirá lo que comemos” Silvia Ribeiro, Alainet 13 de junio


  1. La crisis de la Democracia en el neoliberalismo” Emir Sader, La Jornada, marzo 31


  1. La igualdad de género: deuda social” La Jornada, Editorial, marzo 9


  1. La izquierda global contra la derecha global: de 1945 a la fecha”, Wallerstein, La Jornada, junio 22


6.- Para el análisis latinoamericano:


a).- “Elecciones y poderes de abajo”, Raul Zibechi, Alternativa Latinoamericana, junio 9
http://alternativalatinoamericana.blogspot.mx/2017/06/elecciones-y-poderes-de-abajo.html


b).- “Movimientos sociales en la lucha antineoliberal” Emir Sader, La Jornada, febrero 16
http://www.jornada.unam.mx/2017/02/16/opinion/020a2pol


c).- “La dictadura democrática de los poderosos” Raul Zibechi, la Jornada, mayo 12.


d).- “Temer da via libre al ejército de EU” Juán Manuel Karg, La Jornada, Mayo 9


7.- Para análisis de la situación y lucha en E.U.:


a).- “Contrarrevolución venezolana, pretexto para recolonizar América Latina”, Ramón Alcides Ávila Peralta, Alinet, junio 13 (SI PUEDEN LEANLO EN LÍNEA, ESTA ILUSTRADO Y TRATA DE LA CRISIS DEL AGUA EN E.U.)
b).- “La marcha de la economía: otra para hoy” John Saxe Fernández, La Jornada, mayo 14


c).- “La muerte del centro comercial”, A Nadal, la Jornada, junio 14


d).- “Al borde” American Curios de David Brooks, La Jornada, junio 12
8.- ELEMENTOS PARA ANÁLISIS DE LA SITUACIÓN ECONÓMICA, SOCIAL Y POLÍTICA DE MÉXICO


a).- “Desfonde estructural”, Luis Linares, la Jornada, febrero 22


b).- “Todo para los de siempre,...concentrar lo concentrado...” México S.A., Carlos Fernádez Vega, La Jornada, marzo 22


c).- “Alta fragilidad de México frente al exterior”, Arturo Huerta, La Jornada, mayo 3


d).- “Deuda: dolor de muelas (…), México S.A., Carlos Fernández Vega, la Jornada, julio 20.


e).- “Estdos Unidos/OEA: México, Estado Vasallo”, Carlos Fazio, La Jornada, mayo 22.


f).- “Trump y militares: México y Venezuela”, John Saxe Fernández, La Jornada, mayo 11.


g).- “El Derecho humano a vivir en paz”, Miguel Concha Malo, La Jornada, marzo 4
http://www.jornada.unam.mx/2017/03/04/opinion/014a1pol


h).- “TLCAN y migrantes, adeudos en disputa”, Jorge Durand, al Jornada, junio 11.


i).- “No es política migratoria, es insensibilidad”, Editorial, La Jornada, marzo 5


j).- “Revisión del TLC y participación social”, Miguel Concha, la Jornada, junio 3


k).- “Olvidado el mensaje de Francisco en Catedral”, Bernardo Barranco, al Jornada, febreo 22


l).- “La ola populista latinoamericana”, José Blanco, La Jornada, julio 18


m).- "La ola populista latinoamericana", José Blanco, La Jornada, julio 18


n).- “Un nuevo estado para una nueva sociedad” Miguel Concha, La Jornada, julio 1


o).- “Comicios y delincuencia”, Pedro Miguel, la Jornada, mayo 2



p).- “De alianzas y modestia”, Octavio Rodríguez Araujo, la Jornada, junio 15.

EN TORNO A LA PREPARACIÓN PARA EL ENCUENTRO-TALLER

POLÍTICO SOCIAL

5 Y 6 DE AGOSTO DE 2017

Camilo Valenzuela
23 de julio de 2017

1.- Sin teoría revolucionaria no hay lucha revolucionaria, o lo que es lo mismo: con pensamiento superficial no hay práctica transformadora del régimen político, ni del sistema económico-social, aunque se estén pudriendo.

Por eso tenemos que ver más allá de la superficie del río, a través del estudio-discusión sistemático, así como colectivo y participativo.

2.- El temario del Encuentro-Taller es ambicioso, y no vamos a tratarlo a profundidad en el día y medio que está planeado. Pero al abordar el análisis del escenario nacional y su contexto continental de conjunto, podemos avanzar en definir lineamientos y tareas que perfilen un plan político integral, para que a la vez que empujemos un bloque amplio antineoliberal mayoritario hacia el 2018, construyamos poder popular-ciudadano como garantía de transformación de mediano plazo.

3.- Teniendo claro que el análisis del temario debe tener continuidad para profundizarlo, así como que, al abordarlo de conjunto busca prevenir que caigamos en lineamientos parciales y tareas inconexas, del Encuentro-Taller tenemos que salir con resolutivos que tracen lineamientos y medidas de organización, para iniciar el qué hacer y el cómo, conjuntamente y con los movimientos-fuerzas en lucha.


4.- El estudio y discusión previa permitirá que todxs aportemos al análisis con fundamento. Por eso es importante que leamos los documentos y artículos propuestos. Lxs compañerxs que estamos coordinando la organización del evento, buscaremos presentar proyectos de resolutivos para asegurar que salgamos con definiciones para la acción y la organización coordinada.


NOTA.- La bibliografía básica, está en la convocatoria, esta es la complementaria.


5.- Para reflexionar el contexto mundial actual:
  1. “Concentración económica y poder político” Alejandro Nadal, la Jornada, mayo 24

Concentración económica y poder político
Alejandro Nadal
El discurso político en casi todo el mundo hace constante referencia a la competencia en el mercado y su contribución al crecimiento y la eficiencia. México y Europa no son casos aislados, pero en ningún país el mensaje es tan explotado como en Estados Unidos.
La idea de que la competencia entre empresas conduce a menores precios y mayor bienestar del consumidor es la espina dorsal de la ideología y política económica neoliberal. Su corolario es que entre menos regulación, las fuerzas del mercado enfrentan menores obstáculos para alcanzar eficiencia y prosperidad.
En la jerga de la teoría económica dominante, la que se inculca a los estudiantes de economía, este es el mundo de la competencia perfecta. Es un ámbito fantástico en el que coexisten millones de pequeñas empresas que carecen de poder económico y no tienen ningún control sobre los precios.
En las antípodas de esta quimera se encuentra el mundo real, en el que existe un altísimo grado de concentración en casi todos los rubros de la actividad económica. La lista de ramas de actividad en las que la concentración se ha incrementado significativamente en las últimas dos décadas incluye la farmacéutica y cosméticos, alimentos procesados y bebidas, insumos agrícolas, cerveza, óptica, hotelería, transporte aéreo, comercio al menudeo, bienes raíces y bancos. El problema no se limita a Estados Unidos, en donde sólo dos empresas producen toda la pasta de dientes que se consume en ese país. Por ejemplo, como resultado de la fusión de Bayer y Monsanto (anunciada en 2016) una sola empresa gigantesca controlará el 25 por ciento del mercado mundial de semillas y plaguicidas.
Los estudios que examinan el impacto de las nuevas fusiones registran en la mayoría de los casos aumentos de precios después de consumada la unión. Además, en todos los sectores en los que aumenta la concentración se registran menores entradas o creaciones de nuevas empresas desde hace mucho. Así que aquel cuento sobre el mercado como tierra de oportunidades debe quedar como fábula para los niños.
El debate sobre concentración, monopolios y competencia es viejo. En el último tercio del siglo XIX se incrementó la concentración económica en todo el mundo como resultado de la ola de fusiones y adquisiciones en las industrias más dinámicas del momento. Ferrovías, telégrafos, tabaco, acero y actividad bancaria son sólo algunos ejemplos. Para nadie era un secreto que las gigantescas empresas adquirían un poder desmedido y por ello surgieron iniciativas para regular el fenómeno de la concentración. Por eso en Estados Unidos se aprobó la Ley Sherman anti-monopolios en 1890. Al amparo de dicha legislación el departamento de justicia pudo ordenar en 1911 la división de la Standard Oil y de la American Tobacco Company. En 1914 el régimen anti-monopolios se fortaleció con la ley Clayton.
El dueto Sherman-Clayton se mantuvo como referente importante en la regulación económica en Estados Unidos hasta la década de los años 1970. Pero los síntomas de debilidad industrial y de pérdida de competitividad fueron los catalizadores para relajar la aplicación de la ley. La concentración en la industria y los servicios comenzó a ser vista más como sinónimo de éxito competitivo que como una amenaza para el bienestar del consumidor. La palabra monopolio dejó de figurar en el discurso político y el tema de la concentración económica y sus efectos dañinos fue desterrado de los círculos académicos.
Hoy el debate parece resurgir, aunque la tendencia no es clara. La crisis económica y financiera tiene mucho que ver con este renovado interés en la concentración porque el poder de los grandes bancos desempeñó un papel crucial en la hecatombe. En abril de 2016 el Consejo de asesores económicos de Obama publicó un estudio que por primera vez en años identificó a la concentración económica como una fuente de debilidad en lugar de un signo de fortaleza. Pero hoy el estudio ya no está disponible en el portal de la Casa Blanca que lo dio a conocer originalmente. Trump cree que con esa torpe censura desaparecerán las malas ideas: Usted puede encontrar el estudio en formato pdf si busca en su navegador Obama Benefits of Competition.
La concentración afecta negativamente a los consumidores, frena la competitividad y asfixia la capacidad de innovación de las empresas. Además, varias investigaciones revelan que la concentración está íntimamente ligada con la creciente desigualdad en la distribución del ingreso. El pasado enero se dio a conocer un estudio (nber.org/papers/w23108) en el que se muestra que a mayores niveles de concentración en la industria, corresponde una menor participación del trabajo en el producto.
Pero la concentración tiene otros efectos dañinos que van más allá de los enumerados. La concentración de poder económico conlleva dominio político. Los legisladores que han resentido la presión de una empresa como Walmart lo saben bien. Por eso este fenómeno es una amenaza para la democracia y las instituciones de la república.
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  1. “Trump: contra la ciencia, el planeta y la humanidad”, Victor Toledo, La Jornada, Junio 6

Trump: contra la ciencia, el planeta y la humanidad
Víctor M. Toledo
En su largo trayecto a través de la historia, unos 200 mil años, nunca la especie humana se había enfrentado a una situación como la que prevalece hoy día. Si la evidencia científica acumulada durante décadas nos indica que la humanidad para sobrevivir tuvo que civilizarse ante las restricciones y límites marcados por la naturaleza, entendida ésta como la envoltura de la que depende toda acción humana, sea individual o colectiva, hoy este principio se ha vuelto especialmente decisivo, porque los impactos que el ser humano ha generado han alcanzado al ecosistema planetario. La acción humana afecta, entorpece y modifica ya los grandes ciclos y procesos globales del planeta. Esta conclusión parte, a su vez, de otro apotegma: las relaciones que los seres humanos establecen con la naturaleza se encuentran inexorablemente ligadas a las relaciones que los seres humanos establecen entre ellos mismos. Dicho de otra forma, para superar la peligrosa amenaza que genera el calentamiento planetario a consecuencia de la contaminación y las transformaciones provocadas por la civilización moderna e industrial, no serán suficientes las modificaciones tecnológicas, económicas, institucionales, etcétera. Estamos ante una civilización en crisis y ello supone una transformación civilizatoria, una revisión profunda de los modos de vida dominantes.
El retiro ordenado por Donald Trump de los acuerdos sobre la crisis climática alcanzados en la Cumbre de París en 2016, conforma un exabrupto estelar porque justamente hace que el mayor causante histórico de la contaminación de la atmósfera se niegue a participar en una acción colectiva y concertada. Hoy civilizarse significa como primer paso tomar acuerdos de carácter internacional, es decir, decisiones de nivel de especie o humanidad que superen o sacrifiquen los intereses particulares o sectoriales de carácter nacional, económicos, religiosos, de clase, ideológicos o políticos, porque estamos ante un peligro global, esto es, universal, que no respeta fronteras de ningún tipo. La salvaje decisión de Trump resulta absurda, inexplicable e irracional en al menos tres dimensiones, y conforma en el fondo un acto supremo de estupidez promovido por la mitad de los ciudadanos del país más poderoso (que no ilustrado) del mundo.
Contra la ciencia. La emergencia provocada por la crisis ecológica, que fue documentada por un puñado de investigadores, básicamente biólogos y ecólogos, hace unas cinco décadas, hoy se ha convertido en el mayor reto para la ciencia contemporánea. Ello obligó a pasar de una ciencia fragmentada, neutra, especializada y dedicada a las necesidades de las corporaciones (lo que aún domina), a una ciencia interdisciplinaria e internacional, dirigida a comprender integradamente las relaciones entre la sociedad y la naturaleza y plantear soluciones. Para ello no sólo han contribuido miles de científicos de las ciencias naturales, que en colectivos internacionales se han dedicado a entender los procesos físicos, químicos, biológicos y geológicos del planeta, sino los investigadores de las ciencias sociales que atienden las dimensiones históricas, culturales, económicas, demográficas y políticas de la crisis. Para que el lector se dé una idea, hoy la llamada ciencia para la sustentabilidad dispone de unas 90 revistas científicas dedicadas al tema, y entre 1974 y 2010, 37 mil autores de 174 países publicaron más de 20 mil artículos (ver). Para el tema específico del clima del planeta existe desde 1988 el Panel Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC, por su acrónimo en inglés), que ha producido los cinco reportes sobre los que los países y el mundo toman sus decisiones. Todo esto Trump lo ignora, o finge ignorarlo, pues se mantiene en la oscuridad de las creencias y los dogmas al negar como avestruz que mete la cabeza en la tierra, todo el cúmulo de datos, evidencias y análisis generados formidablemente por el pensamiento racional y crítico. Aún más, desde la ciencia se va decantando lo que parece ser una contradicción insalvable entre la lógica del sistema capitalista y los procesos que mantienen funcionando el ecosistema del planeta.
Contra el planeta. Han pasado 45 años desde la primera reunión internacional sobre el ambiente (Estocolmo, 1972) y 25 desde la primera Cumbre de la Tierra (Río de Janeiro, 1992) y, aunque existen acuerdos para detener el cambio climático (como el Protocolo de Kyoto), lo cierto es que las medidas tomadas han sido prácticamente nulas. El único logro de la Cumbre de París, cuyos acuerdos no son vinculantes (no obligan a nada), es que se logra que los países reconozcan el fenómeno y cada uno plantee acciones dentro de sus fronteras. Por ello el calentamiento global y sus diversos impactos se ha ido empeorando. En 2016 volvió a batirse el récord de máxima temperatura y el siglo XXI registra 16 de los 17 años más calientes desde que comenzó a medirse en 1880. Por ello la reducción de los cascos polares (tanto en el Ártico como el Antártico), así como el deshielo de los principales glaciares del mundo se sigue acelerando. Lo mismo ocurre con el nivel del mar y con los episodios meteorológicos extremos: sequías, inundaciones, incendios forestales, huracanes y tifones. La decisión de Trump pone más fuego a la hoguera, es decir, acelera el paso hacia un colapso global que, como hemos planteado en otras colaboraciones, podría darse hacia 2050.
Contra la humanidad. La crisis ecológica global pone en duda todo el armazón de la civilización moderna, porque ignora y niega lo que justo permitió a la humanidad sobrevivir en el pasado: la cooperación. Esto pone a la especie en un peligro supremo, y ubica a Trump, y el oscurantismo que le acompaña y protege, en la cúspide de la irracionalidad. Trump es el campeón de la competencia, el individualismo, la mercantilización y el odio a los otros . Mientras, el mundo se concientiza y toma nota.
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  1. “La crisis global y marcha de Trump hacia la guerra”, W.I. Robinson, La Jornada, junio 1
Crisis global y marcha de Trump hacia la guerra
William I. Robinson *
La discreta escalada de la intervención de Estados Unidos en Medio Oriente ocurrida en las semanas recientes llega en un momento en que el régimen de Trump enfrenta un creciente escándalo sobre la presunta injerencia rusa en su campaña electoral de 2016, además de los índices históricamente más bajos de aprobación para un presidente entrante y una resistencia cada vez mayor entre la población. Los gobernantes estadunidenses a menudo han lanzado aventuras militares en el exterior para desviar la atención de las crisis políticas y los problemas de legitimidad en su ajuar.
Mas allá de la intervención en Irak y Afganistán, Trump ha propuesto un multimillonario incremento en el presupuesto del Pentágono. Ha amenazado con utilizar la fuerza militar en varios polvorines alrededor del mundo, incluyendo Siria, Irán, el sudeste de Asia, el flanco oriental de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) con Rusia y en la península de Corea. Por muy importante que sea el análisis geopolítico en la explicación de las crecientes tensiones internacionales, hay profundas dinámicas estructurales en el sistema de capitalismo global que empujen a los grupos gobernantes hacia la guerra. En particular, el sistema enfrenta una insoluble crisis de sobreacumulación y legitimidad a raíz del colapso financiero de 2008.
La emergente clase capitalista trasnacional (CCT) emprendió desde finales del siglo pasado una vasta restructuración neoliberal, liberalización comercial e integración de la economía mundial. La globalización permitió a la CCT reanudar la generación de ganancias y la economía global experimentó un boom al viraje del siglo. No obstante, esta globalización ha dado lugar a una polarización social mundial sin precedente. La agencia de desarrollo británico Oxfam informa que apenas uno por ciento de la humanidad posee la mitad de la riqueza del mundo y 20 por ciento controla 95 por ciento de esa riqueza, mientras el restante 80 porciento tiene que conformarse con apenas 5 por ciento.
Dada esta extrema polarización de los ingresos, el mercado global no puede absorber la producción de la economía global. En los años recientes las ganancias corporativas han registrado niveles casi récord, al mismo tiempo que la inversión corporativa ha declinado. En la medida que se va acumulando este capital no invertido, crecen enormes presiones para encontrar salidas rentables al excedente. Los grupos capitalistas, especialmente el capital financiero trasnacional, presionan a los estados a crear nuevas oportunidades para la inversión rentable.
Los estados neoliberales han recurrido a varios mecanismos en años recientes para ayudar a la CCT a sostener la acumulación frente al estancamiento. El primero es el asalto y saqueo de los presupuestos públicos; segundo, la expansión del crédito a consumidores y gobiernos, sobre todo en los países ricos, y tercero, la frenética especulación financiera, que ensancha cada vez más la brecha entre la economía productiva y el capital ficticio. El producto interno bruto mundial alcanzó 75 mil millones de dólares en 2015, mientras el mercado global de derivados se estimó en la alucinante cifra de 1.2 billones de dólares. A la larga, estos mecanismos terminan agravando la crisis de sobreacumulación, ya que constriñen aún más la capacidad de absorción del mercado. El resultado es la cada vez mayor inestabilidad subyacente de la economía global.
Sin embargo, hay otro mecanismo que sostiene la economía global: la acumulación militarizada. Las desigualdades sin precedente sólo pueden ser sostenidas por los sistemas cada vez más expansivos y ubicuos de control social y represión. Pero más allá de las consideraciones políticas, la CCT ha adquirido un interés creado en la guerra, el conflicto y la represión como medio en sí de la acumulación. Mientras cada vez más se fusiona la acumulación privada con la militarización estatal, los intereses de un amplio despliegue de grupos capitalistas y élites giran alrededor de un cambio en el clima político, social e ideológico hacia la generación y el sostenimiento de los conflictos –como en Medio Oriente– y en la expansión de los sistemas de guerra y de control social, justificados por las así llamadas guerras contra las drogas, el terrorismo y los inmigrantes.
El gasto militar estadunidense subió en 91 por ciento en términos reales entre 1998 y 2011, mientras las ganancias de la industria militar casi se cuadruplicaron en este periodo. Un nuevo complejo militar-seguridad-industrial-financiero, a la vez integrado al sector de la alta tecnología, ha acumulado enorme influencia en los pasillos del poder en Washington y en otros centros políticos alrededor del mundo. Los militares activos y retirados que controlan la maquinaria estadunidense de guerra ocupan numerosos puestos en el régimen de Trump y cada vez gozan de mayor autonomía de acción. Sin embargo, detrás del régimen de Trump y del Pentágono, la CCT busca sostener la acumulación mediante la expansión de la militarización, el conflicto y la represión. Entre más llega a depender la economía global de la militarización y el conflicto, cada vez mayor es el impulso hacia la guerra y cada vez más altos los riesgos para la humanidad.
* Profesor de sociología de la Universidad de California en Santa Bárbara
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  1. “Trump y la geoingeniería: un muro en el cielo” Silvia Ribeiro, La Jornada abril 1.
Trump y la geoingeniería: un muro en el cielo
Silvia Ribeiro*
El 24 de marzo 2017 se realizó un foro en Washington DC, Estados Unidos, sobre geoingeniería solar –formas de alterar la intensidad de los rayos solares que llegan a la Tierra, supuestamente para contrarrestar el calentamiento global. Esto tendría una serie de fuertes impactos injustamente repartidos en el globo, como más sequías y desequilibrios climáticos en Asia, África y América Latina. Quienes promueven estas tecnologías afirman que eso sería un mal menor. Claro, no será en su territorio donde ocurrirán los peores impactos con la aplicación de estas tecnologías.
Se anunció allí la intención de realizar en 2018 el experimento de geoingeniería solar más grande hasta el momento, a cargo de un equipo de la Universidad de Harvard, a menos de 100 kilómetros de la frontera con México. Según David Keith, que lidera el proyecto, llamado Perturbación Estratosférica Controlada o SCoPEx (por sus siglas en inglés), se hará en colaboración con la empresa espacial privada World View, en su puerto espacial privado en Tucson, Arizona. Planean esparcir partículas de sulfato, calcio y otras sustancias en la estratósfera con un globo y usar drones equipados con sensores para estudiar las reacciones químicas y físicas. Keith está financiado entre otros por Bill Gates, pero buscan más fondos para este experimento. (http://tinyurl.com/mzpaodv).
Hay muchos impactos ambientales y de otros órdenes con los experimentos de geoingeniería (http://tinyurl.com/mj689pm). Este violará la moratoria de facto contra la geoingeniería establecida en el Convenio de Diversidad Biológica (CDB), que admite experimentos de pequeña escala, pero solamente en un entorno controlado y que no genere daños transfronterizos, lo cual este proyecto no puede asegurar. Estados Unidos no es parte del CDB, algo que aprovechan los geoingenieros.
El foro, organizado por los programas de geoingeniería de Harvard y la Universidad de California (UCLA), se enfocó en el estado técnico y de gobernancia de la geoingeniería para manejo de la radiación solar en Estados Unidos, otra paradoja, ya que la geoingeniería se propone modificar el clima global y no se puede regular en un solo país. Reunió a un centenar de académicos, funcionarios, periodistas y algunas ONG, entre ellas grandes conservacionistas ligadas a intereses de empresas trasnacionales, como Environmental Defense Fund y The Nature Conservancy, que se han sumado a la promoción de la geoingeniería. Que el foro se realizara en Washington DC, muestra la intención de captar apoyo gubernamental.
Pese al reciente decreto de Trump desmantelando el programa de cambio climático del anterior gobierno, seguramente no se opondrá, y podría apoyar activamente, este tipo de experimentos para construir un muro en el cielo –para tapar el sol, imitando el efecto de una erupción volcánica–, ya que varios de sus colaboradores más cercanos son ardientes defensores de la geoingeniería. La manipulación del clima es buen negocio, crea mercados cautivos, tiene potencial de uso bélico y no demanda reconocer qué o quién causa el cambio climático, ni hacer cambios en políticas y patrones energéticos. Por el contrario, permite seguir con las causas que calientan el planeta y hacer negocios con tecnología para enfriarlo.
Por ello, entre los conocidos promotores de la geoingeniería en la administración Trump está Rex Tillerson, actual secretario de Estado, ex director de Exxon. Esta megaempresa petrolera ha promovido activamente la geoingeniería desde hace décadas, por ejemplo a través de Haroon Keshgi, jefe del programa de cambio climático de Exxon. Este año, la trasnacional logró incluso introducir a Keshgi en el equipo del Panel Intergubernamental de Expertos sobre Cambio Climático (IPCC) que está redactando el informe sobre cómo limitar el aumento de la temperatura global a 1.5 grados, marco en el cual ya han propuesto que se considere la geoingeniería. Tillerson declaró en diciembre 2016, que el cambio climático no es más que un problema de ingeniería. (Ver ETC Group, http://tinyurl.com/m4dkhkf)
Otro prominente defensor de la geoingeniería del gobierno Trump es David Schnare, del equipo de transición de Trump y hasta marzo 2017 alto funcionario de la EPA. Ser un conocido negador del cambio climático no le impidió trabajar desde 2007 por la inclusión de un plan multianual de apoyo oficial a la geoingeniería y estuvo a punto de lograr que un comité del Senado le aprobara discretamente (titulado con otro nombre) 5 millones de dólares para ello, pero un periodista difundió la maniobra y fue cancelado. Schnare sigue pujando por un programa de apoyo público a la geoingeniería, particularmente para alterar la radiación solar. En 2009 explicaba en una lista sobre geoingeniería cómo enfrentar a los críticos, hay que desafiarlos a elegir entre la muerte por daño económico [por cambiar el modelo petrolero], la muerte por inacción política, la muerte por cambio climático o la vida gracias a la geoingeniería. Un discurso curiosamente convergente con el de David Keith.
Newt Gringich, ex congresista, vocero y notorio colaborador del equipo de Trump, es otro agresivo promotor de la geoingeniería. En el American Enterprise Institute, uno de los institutos financiados por la industria petrolera para producir informes que negaran el cambio climático, estableció un proyecto a favor de la geoingeniería.
Negar el cambio climático no se contrapone sino que va en la misma dirección que la geoingeniería: se trata de no cambiar las causas reales del problema y justificar que los grandes emisores puedan seguir sus negocios como siempre, o mejor dicho, aumentarlos con los negocios de comercio de carbono y tecnologías de geoingeniería.
*Investigadora del Grupo ETC
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  1. Megafusiones agrícolas: quíen decidirá lo que comemos” Silvia Ribeiro, Alainet 13 de junio

Definitivamente, el futuro de la alimentación no es lo que era. Al menos en lo que agricultura industrial se refiere. Monsanto, el villano más conocido de la agricultura transgénica, podría pronto desaparecer del escenario con ese nombre, si se autoriza su compra por parte de Bayer –aunque sus intenciones serán las mismas.  Las fusiones Syngenta-ChemChina y DuPont-Dow siguen también bajo escrutinio de las autoridades anti-monopolio en muchos países. Si se concretan, las tres empresas resultantes controlarán 60 por ciento del mercado mundial de semillas comerciales (incluyendo casi 100 por ciento de semillas transgénicas) y 71 por ciento de los agrotóxicos a nivel global, niveles de concentración que superan ampliamente las reglas antimonopolio de cualquier país.
Estas megafusiones tendrán muchas repercusiones negativas a corto plazo: aumento notable de precios de insumos agrícolas, más disminución de innovación y de variedades a disposición del mercado, mayores limitaciones al fitomejoramiento público y aumento de agrotóxicos en los campos –y por tanto en alimentos- para poder seguir vendiendo semillas transgénicas, aunque hayan provocado resistencia en decenas de plantas invasoras y haya que subir dosis y agregar mezclas con agroquímicos aún más tóxicos. Para esas empresas, su mayor negocio es vender veneno, o sea que si no se lo impiden, este será el curso de acción.
Las fusiones tendrán también fuertes impactos sobre las economías campesinas y de agricultores familiares, aunque estos en su mayoría usan sus propias semillas y pocos o ningún insumo químico, porque el poder de presión de estas megaempresas frente a gobiernos e instancias internacionales aumentará con su tamaño y por monopolizar los primeros eslabones de la cadena agroalimentaria.  Aumentarán la presión para obtener leyes de propiedad intelectual más restrictivas; para restringir o ilegalizar los intercambios de semillas entre campesinos –por ejemplo con normas “fitosanitarias” y obligación de usar semillas registradas–; para que los programas para el campo y los créditos agrícolas sean condicionados al uso de sus insumos y semillas patentadas; para que los gastos en infraestructura y otras políticas agrícolas beneficien a la agricultura industrial y desplacen a los campesinos.
Como si no fuera suficiente, hay otros factores muy preocupantes. La ronda de fusiones no finalizará con esos movimientos, sino que apenas empieza. Lo que está en juego a mediano plazo es quién controlará los 400,000 millones de dólares (mdd) de todoslos insumos agrícolas. Actualmente, el valor conjunto del mercado comercial global de semillas y agrotóxicos es de 97,000 mdd.  El resto, tres veces mayor, está controlado por empresas de maquinaria y fertilizantes, que también se están consolidando. Las cuatro empresas de maquinaria más grandes (John Deere, CNH, AGCO, Kubota) ya controlan el 54 por ciento de ese sector.
El sector maquinaria ya no son simples tractores: han adquirido un alto grado de automatización, integrando GPS y sensores agrícolas a sus máquinas, drones para riego y fumigación, tractores no tripulados, así como un acúmulo masivo de datos satelitales sobre suelos y clima. A su vez, Monsanto y compañía, las seis grandes “gigantes genéticas”, también se han digitalizado y controlan una enorme base de datos genómicos de cultivos, microorganismos y plantas de agro-ecosistemas, además de otras bases de datos relacionados.
Ya existen entre ambos sectores contratos de colaboración y hasta empresas compartidas para la venta de datos climáticos y seguros agrícolas. Monsanto, por ejemplo, adquirió en 2012 la empresa Precision Planting, de  instrumentos y sistemas de monitoreo para “agricultura de precisión”, desde siembra a riego y administración de agroquímicos. En 2013, compró The Climate Corporation, para registro y venta de datos climáticos.  John Deere acordó posteriormente comprar Precision Planting a Monsanto, pero las oficinas antimonopolio de Estados Unidos y luego Brasil, objetaron la compra, por considerar que John Deere pasaría a controlar un porcentaje monopólico del sector. Aunque finalmente la venta se canceló en 2017, es una muestra de la tendencia. Existen varias otras empresas de base digital-instrumental (Precision Hawk, Raven, Sentera, Agribotix) compartidas o en colaboración entre las transnacionales de maquinaria agrícola con las de semillas-agrotóxicos. Ver al respecto el documento “Software contra Hardware” del grupo ETC (http://tinyurl.com/y9dnpano).
Todo indica que las grandes empresas de maquinaria se moverán para comprar a los gigantes genéticos, luego de finalizada la primera ronda de fusiones. Esta segunda ronda tiene el objetivo de imponer una agricultura altamente automatizada, con muy pocos trabajadores, que ofrecerá a los agricultores un paquete que no podrán rechazar: desde qué semillas, insumos, maquinaria, datos genómicos y climáticos hasta qué seguros tendrá que comprar, además de que buscarán que se condicionen los créditos agrícolas a la adquisición de este nuevo paquete, así como ahora ya se hace con semillas y agroquímicos.
Es fundamental entender y denunciar los impactos de las megafusiones desde ya. Muchas organizaciones se han movilizado para protestar en Estados Unidos, Europa, China, y varios países de África y América Latina, incluso ante las oficinas anti-monopolio, lo que al menos ha retrasado su aprobación. De fondo se trata de impedir que los agronegocios se apropien de todo el campo y la alimentación, también una forma de proteger la producción campesina y agroecológica, la única forma para poder comer sano y para la soberanía alimentaria.
Silvia Ribeiro investigadora del Grupo ETC. www.etcgroup.org
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  1. “La crisis de la Democracia en el neoliberalismo” La jornada, marzo 31
La crisis de la democracia en el neoliberalismo
Emir Sader
Un elemento que se ha globalizado rápidamente ha sido el de la crisis de la democracia. En Europa, que se enorgullecía de sus sistemas políticos, las políticas de austeridad han promovido la generalizada deslegitimación de esos sistemas, centrados en dos grandes partidos. Cuando ambos asumieron esas políticas económicas antisociales, han entrado en crisis acelerada, perdiendo votos, intensificando el desinterés político por las elecciones, dado que esos dos partidos promueven políticas similares. Han empezado a surgir alternativas –en la extrema derecha y en la misma izquierda–, que ponen en crisis esos sistemas, por la derecha de forma autoritaria, por la izquierda buscando el ensanchamiento y la renovación de las democracias.
Hasta que la crisis de las democracias dio un salto con el Brexit y con la elección de Donald Trump en Estados Unidos. En Gran Bretaña, los dos partidos tradicionales fueron derrotados en una decisión crucial para el futuro del país y de la misma Europa, con la decisión mayoritaria de salida de la Unión Europea. Lo cual refleja cómo esos dos partidos no han sabido entender el malestar de gran parte de la población –incluso de amplios sectores de la misma clase trabajadora– respecto de los efectos negativos de la globalización neoliberal. Los trabajadores, electores tradicionales del Partido Laborista, concentraron su voto por el Brexit, en contra de la decisión de ese partido, y terminaron decidiendo la votación.
En Estados Unidos no es sólo la victoria de un candidato outsider, que enfrentó al Partido Demócrata, sino también a los grandes medios, a la dirección de su propio partido, a los formadores de opinión, para ser electo. El triunfo de Trump representó una derrota para los dos partidos como expresiones de la voluntad organizada de los estadunidenses.
Por todas partes la democracia tradicional hace agua. Los partidos tradicionales pierden aceleradamente apoyos, las personas se interesan cada vez menos por la política, votan cada vez menos, los sistemas políticos entran en crisis, ya no representan a la sociedad. Es la democracia liberal, que siempre se autodefinió como la democracia, la que entra en crisis, bajo el impacto de la pérdida de legitimidad de gobiernos que han asumido los proyectos antisociales del neoliberalismo y de la misma política, corrompida por el poder del dinero, que en el neoliberalismo invade a toda la sociedad, incluso a la misma política.
En América Latina, dos países que habían fortalecido sus sistemas políticos, mediante gobiernos y liderazgos con legitimidad popular, como Argentina y Brasil, han retrocedido hacia gobiernos que pierden –o nunca han tenido– apoyo popular. El mismo sistema político sufre con gobiernos que han hecho promesas o han sido elegidos con programas distintos a los que ponen en práctica. El programa neoliberal de ajustes fiscales profundiza la crisis de legitimidad de los gobiernos y de los mismos sistemas políticos.
La concepción que preside al neoliberalismo, que busca trasformar todo en mercancía, llegó con plena fuerza a la política, con sus financiamientos privados, con campañas adecuadas a servicios de marketing, con millonarias actividades que hacen de las campañas un despliegue de piezas publicitarias casi al estilo de cualquier otra mercancía. Por otra parte, gobiernos copados de ejecutivos privados los hacen cada vez más parecidos a empresas, por el personal y por la concepción que preside a gobiernos con mentalidad de mercado.
La era neoliberal es, así, la era del agotamiento del sistema de las democracias liberales. Los agentes que le daban legitimidad –parlamentos con representación popular, partidos con definiciones ideológicas, sindicatos y centrales sindicales fuertes, dirigentes políticos representantes de distintos proyectos políticos, medios de comunicación como espacio relativamente diversificado de debates– se han vaciado, dejando al sistema político y a los gobiernos suspendidos en el aire. El desprestigio de la política es la consecuencia inmediata del Estado mínimo y de la centralidad del mercado.
La crisis de las democracias se ha vuelto uno de los temas que se extiende de Estados Unidos a América Latina, pasando por Europa y por Asia. Ya no se trata de reivindicar un sistema que se ha agotado, sino de construir formas alternativas de Estado, de sistemas políticos y de representación política de todas las fuerzas sociales.
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  1. “La igualdad de género: deuda social” La Jornada, Editorial, marzo 9

Igualdad de género: deuda social

Con marchas, sentadas, plantones, mítines, bloqueos carreteros y un paro internacional impulsado por organizaciones feministas se conmemoró ayer el Día Internacional de la Mujer. La convocatoria a Un día sin mujeres” en el trabajo doméstico y asalariado, que tuvo eco hasta en 40 países, buscó visibilizar la importancia de las labores que ellas llevan a cabo sin remuneración, así como denunciar la disparidad de ingresos que padecen en todo el mundo. En las naciones latinoamericanas la jornada de protesta para exigir la plena igualdad de género tuvo un marcado énfasis en la emergencia de los feminicidios, un flagelo arraigado en la región y que durante los años recientes ha experimentado un grave repunte.
La sociedad parece todavía diseñada para castigar la integración de las mujeres al ámbito laboral. No sólo reciben menos ingresos que los hombres por realizar idénticas tareas, sino además su empleabilidad tanto en el sector público como en la iniciativa privada se ve afectada por la reticencia de los patrones a cubrir las ausencias por gravidez y maternidad. Su promoción y ascenso dentro de los espacios de trabajo se complica no sólo por la persistencia de concepciones retrógradas que las perciben menos aptas para el mando, sino también por el tiempo que deben destinar a labores domésticas y de cuidados de las que los varones se ven eximidos. Factores estructurales de desigualdad como los citados determinan que, en el mejor de los casos, las mujeres ocupen apenas una cuarta parte de los puestos directivos disponibles, e incluso quienes logran superar todos los obstáculos para ubicarse en posiciones de éxito y responsabilidad lo hacen con remuneraciones menores a las de sus pares masculinos.
El agravio de la flagrante inequidad económica está acompañado en muchas sociedades por una violencia ubicua y normalizada que va desde los abusos sexuales de todo grado hasta la creación o mantenimiento de leyes que las criminalizan por ejercer el derecho a decidir sobre sus propios cuerpos. En el caso de México, las agresiones contra las mujeres están lejos de remitir; por el contrario, presentan un claro recrudecimiento en los años recientes: al riesgo constante que supone vivir en un entorno machista, que justifica la violencia doméstica y el acoso callejero como si se tratase de rasgos culturales y no de conductas punibles, deben sumarse hoy los efectos del control de crimen organizado sobre vastas porciones del territorio nacional, con la consiguiente brutalidad de fenómenos como el tráfico sexual.
La lucha de las mujeres que desde el siglo antepasado reivindican el pleno reconocimiento de sus derechos sociales, económicos y políticos ha llevado a que hoy exista un consenso, al menos en el discurso público, acerca del carácter pernicioso e inaceptable de cualquier forma de discriminación hacia este sector. Aunque dicho consenso debe recibirse con beneplácito, es inaplazable transitar de las palabras a las leyes y, ante todo, al cumplimiento efectivo de éstas para terminar con una situación de injusticia perpetuada históricamente.
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  1. “La izquierda global contra la derecha global: de 1945 a la fecha, Wallerstein, La Jornada, 22 de junio.

La izquierda global contra la derecha global: de 1945 a la fecha
Immanuel Wallerstein
El periodo entre 1945 y 1970 fue uno de extrema alta concentración de capitales a escala mundial y también de hegemonía geopolítica de Estados Unidos. En la geocultura el liberalismo centrista llegó a su cumbre como ideología gobernante. Nunca antes el capitalismo pareció funcionar tan bien. Esto no habría de durar.
El alto nivel de acumulación de capital, que en particular favoreció a las instituciones y al pueblo de Estados Unidos, alcanzó los límites en su capacidad para garantizar el necesario cuasi-monopolio de las empresas productivas. La ausencia de un cuasi-monopolio significó que por todas partes la acumulación de capital comenzara a estancarse y los capitalistas comenzaron a buscar modos alternativos de sostener sus ingresos. Los principales modos fueron la relocalización de sus empresas productivas en zonas de costo menor y el involucramiento en la transferencia especulativa de capital existente, eso que le llamamos la financiarización.
En 1945, solamente el desafío del poder militar de la Unión Soviética pudo enfrentar el cuasi-monopolio geopolítico de Estados Unidos. Para garantizar su cuasi-monopolio, Estados Unidos tuvo que acceder a un arreglo tácito pero efectivo con la Unión Soviética, apodado Yalta. Este arreglo implicó una división del poder mundial, dos tercios para Estados Unidos y un tercio para la Unión Soviética. Acordaron mutuamente no transgredir estos límites y no interferir con las operaciones económicas del otro en su propia esfera. También entraron en una guerra fría, cuya función no era derrocar al otro (por lo menos en el futuro previsible), sino mantener la incuestionada lealtad de sus respectivos satélites. Este cuasi-monopolio también llegó a su fin debido al creciente desafío a su legitimidad por parte de quienes se perdieron debido al statu quo.
Además, este periodo fue también uno en que los movimientos anti-sistémicos tradicionales conocidos como la Vieja Izquierda –comunistas, social-demócratas y movimientos de liberación nacional– llegaron al poder estatal en varias regiones del sistema-mundo, algo que había parecido altamente improbable apenas en 1945. Un tercio del mundo estaba gobernado por los partidos comunistas. Un tercio estaba gobernado por partidos social-demócratas (o su equivalente) en la zona pan-europea (Norteamérica, Europa occidental y Australasia). En esta zona, el poder alternaba entre los partidos social-demócratas que profesaban el Estado de bienestar y los partidos conservadores que también aceptaban el Estado de bienestar, aunque con un alcance reducido.
Y en la última zona, el llamado Tercer Mundo, los movimientos de liberación nacional llegaron al poder al obtener su independencia en la mayor parte de Asia, África y el Caribe, promoviendo así regímenes populares en la ya independiente América Latina.
Dada la fortaleza de los poderes dominantes y en especial Estados Unidos, puede parecer anómalo que los movimientos anti-sistémicos llegaran al poder en este periodo. De hecho, fue lo opuesto. Al buscar resistir el impacto revolucionario de los movimientos anti-coloniales y anti-imperialistas, Estados Unidos favoreció concesiones con la esperanza y la expectativa de traer al poder fuerzas moderadas en estos países que estuvieran dispuestas a operar dentro de las normas aceptadas de comportamiento interestatal. Esta expectativa resultó ser correcta.
El punto de quiebre fue la revolución-mundo de 1968, cuyo dramático aunque breve punto álgido entre 1966-1970 tuvo dos resultados importantes. Uno fue el final de la muy larga dominación del liberalismo centrista (1848-1968) como la única ideología legítima en la geocultura. Por el contrario, tanto la izquierda radical izquierdista como la ideología derechista conservadora recuperaron su autonomía y el liberalismo centrista fue reducido a ser solamente una de las tres ideologías en competencia.
La segunda consecuencia fue el desafío a escala mundial para los movimientos de la Vieja Izquierda por todas partes, asegurando que la Vieja Izquierda no era anti-sistémica en lo absoluto. Su llegada al poder no había cambiado nada de ninguna importancia, decían los impugnadores. Estos movimientos fueron vistos ahora como parte del sistema que había que rechazar para que por fin tomaran su lugar los verdaderos movimientos anti-sistémicos.
¿Qué pasó entonces? Al principio, la derecha de nuevo afirmativa pareció ganar la partida. Tanto el presidente estadunidense, Reagan, como la primera ministra de Reino Unido, Thatcher, proclamaron el fin del desarrollismodominante y el advenimiento de la producción orientada a la venta en el mercado mundial. Proclamaron TINA, there is no alternative. Que no hay alternativa. Dada la decadencia del ingreso estatal en casi todo el mundo, la mayor parte de los gobiernos buscaron préstamos, que no podían recibir a menos que aceptaran los nuevos términos de TINA. Se les requirió reducir drásticamente el tamaño de los gobiernos y eliminar el proteccionismo, al tiempo de finiquitar los gastos del Estado de bienestar y aceptar la supremacía del mercado. Esto fue llamado el Consenso de Washington, y casi todos los gobiernos acataron este importante viraje de foco. Los gobiernos que no cumplieron fueron derrocados del cargo, lo que culminó en el colapso espectacular de la Unión Soviética. Después de algún tiempo en el cargo, los Estados que sí acataron descubrieron que la prometida alza en el ingreso real de gobiernos y trabajadores no ocurrió. Por el contrario, estos Estados sufrieron las políticas de austeridad impuestas sobre ellos. Hubo una reacción a TINA, marcada por el levantamiento zapatista en 1994, las exitosas manifestaciones de 1999 contra el intento en Seattle de promulgar garantías obligatorias para los llamados derechos de propiedad intelectual, y la fundación en 2001 del Foro Social Mundial en Porto Alegre, en oposición del Foro Económico Mundial, pilar de larga duración de TINA.
Conforme la Izquierda Global recuperó fuerza, las fuerzas conservadoras necesitaron reagruparse. Dieron un viraje del énfasis exclusivo en la economía de mercado, y lanzaron su rostro socio-cultural alternativo. De inicio invirtieron mucha energía en asuntos como luchar contra el aborto o promover la conducta exclusivamente heterosexual. Utilizaron tales temas para jalar a sus simpatizantes hacia la política activa. Y entonces ellos recurrieron a la anti-inmigración xenofóbica, abrazando el proteccionismo al que los conservadores económicos se habían opuesto específicamente.
Sin embargo, los simpatizantes de los derechos sociales expandidos para todos y el multiculturalismo copió la nueva táctica política de la derecha y exitosamente legitimaron a lo largo de la última década avances significativos en aspectos socio-culturales. Los derechos de las mujeres, los primeros derechos gay y luego el matrimonio gay, los derechos de los pueblos indígenas, todos fueron ampliamente aceptados.
Así que ¿dónde estamos? Los conservadores económicos ganaron primero y luego perdieron fortaleza. Los conservadores socio-culturales que les siguieron ganaron primero y luego perdieron fuerza. Y no obstante la Izquierda Global parece desconcertada. Esto ocurre porque todavía no está dispuesta a aceptar que la lucha entre Izquierda Global y Derecha Global es una lucha de clase y que eso debería hacerse explícito.
En la crisis estructural en curso en todo el sistema-mundo moderno, que comenzó en los 70 y que probablemente durará otros 20-40 años, el punto no es reformar el capitalismo, sino el sistema que sea su sucesor. Si la Izquierda Global va a ganar esa batalla, de manera sólida debe aliar las fuerzas contra la austeridad con las fuerzas multiculturales. Sólo reconociendo que ambos grupos representan el mismo fondo de 80 por ciento de la población mundial será probable que puedan ganar. Necesitan luchar contra el uno por ciento de hasta arriba y buscar atraer al otro 19 por ciento de su lado. Esto es exactamente lo que uno quiere decir cuando habla de lucha de clases.
Traducción: Ramón Vera Herrera © Immanuel Wallerstein
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6.- Para el análisis latinoamericano:

a).- “Elecciones y poderes de abajo”, Raul Zibechi, junio 9

Elecciones y poderes de abajo

Raúl Zibechi
En las recientes décadas la cultura política de izquierda convirtió las elecciones en el principal barómetro de su éxito o fracaso, de avances o retrocesos. En los hechos, la concurrencia electoral se convirtió en el eje de la acción política de las izquierdas, en casi todo el mundo.
Una realidad política nueva, ya que en tiempos no lejanos la cuestión electoral ocupaba una parte de las energías y se considerada un complemento de la tarea central, que giraba en torno a la organización de los sectores populares.
Lo cierto es que la participación electoral fue articulada como el primer paso en la integración en las instituciones (de clase) del sistema político (capitalista). Ese proceso destruyó la organización popular, debilitando hasta el extremo la capacidad de los de abajo para resistir directamente (no mediante sus representantes) la opresión sistémica.
Con los años la política de abajo empezó a girar en torno a lo que decidían y hacían los dirigentes. Un pequeño grupo de diputados y senadores, asistidos por decenas de funcionarios pagados con dineros públicos, fueron desplazando la participación de los militantes de base.
En mi país, Uruguay, el Frente Amplio llegó a tener antes del golpe de Estado de 1973 más de 500 comités de base sólo en Montevideo. Allí se agrupaban militantes de los diversos partidos que integran la coalición, pero también independientes y vecinos. En las primeras elecciones en las que participó (1971), uno de cada tres o cuatro votantes estaba organizado en aquellos comités.
Hoy la realidad muestra que casi no existen comités de base y todo se decide en las cúpulas, integradas por personas que han hecho carrera en instituciones estatales. Sólo un puñado de comités se reactivan durante la campaña electoral, para sumergirse luego en una larga siesta hasta las siguientes elecciones.
En paralelo, la institucionalización de las izquierdas y de los movimientos populares –sumada a la centralidad de la participación electoral– terminaron por dispersar los poderes populares que los de abajo habían erigido con tanto empeño y que fueron la clave de bóveda de las resistencias.
En el debate sobre las elecciones creo que es necesario distinguir tres actitudes, o estrategias, completamente diferentes.
La primera es la que defiende desde hace cierto tiempo Immanuel Wallerstein: los sectores populares deben protegerse durante la tormenta sistémica para lograr sobrevivir. En ese sentido, plantea que llegar al gobierno por la vía legal, así como las políticas sociales progresistas, pueden ayudar al campo popular tanto para acotar los daños producto de las ofensivas conservadoras como para evitar que fuerzas de ultraderecha se hagan con el poder estatal.
Este punto de vista parece razonable, aunque no acuerdo, ya que considero las políticas sociales vinculadas al combate a la pobreza como formas de contrainsurgencia, con base en la experiencia que vivimos en el Cono Sur del continente. En paralelo, llegar al gobierno casi siempre implica administrar las políticas del FMI y el Banco Mundial. ¿Quién recuerda hoy la experiencia de la griega Syriza? ¿Qué consecuencias sacamos de un gobierno que prometía lo contrario?
Es evidente que focalizarse en que tal o cual dirigente cometieron traición, lleva el debate a un callejón sin salida, salvo que se crea que con otros dirigentes las cosas hubieran ido por otro camino. No se trata sólo de errores; es el sistema.
La segunda actitud es la hegemónica entre las izquierdas globales. La estrategia sería más o menos así: no hay bases sociales organizadas, los movimientos son muy débiles y casi inexistentes, de modo que el único camino para modificar la llamada relación de fuerzas es intentar llegar al gobierno. Esta situación ha mostrado ser fatal, incluso en el caso de que las izquierdas consigan ganar, como sucedió en Grecia y en Italia (si es que a los restos del Partido Comunista se les puede llamar izquierda).
Diferente es el caso de países como Venezuela y Bolivia. Cuando Evo Morales y Hugo Chávez llegaron al gobierno por la vía electoral, existían movimientos potentes, organizados y movilizados, sobre todo en el primer caso. Sin embargo, una vez en el gobierno decidieron fortalecer el aparato estatal y, por tanto, emprendieron acciones para debilitar a los movimientos.
Siendo las experiencias estatales más avanzadas, hoy no existen en ninguno de ambos países movimientos antisistémicos autónomos que sostengan a esos gobiernos. Quienes los apoyan, salvo excepciones, son organizaciones sociales cooptadas o creadas desde arriba. En este punto propongo distinguir entre movimientos (anclados en la militancia de base) y organizaciones (burocracias financiadas por los estados).
Una variante de esta actitud son aquellos movimientos que, en cierto momento, deciden incursionar en el terreno electoral. Las más de las veces, y creo que México aporta una larga experiencia en esta dirección, al cabo de los años las bases de los movimientos se debilitan, mientras los dirigentes terminan incrustados en el aparato estatal.
La tercera orientación es la que impulsa el Concejo Indígena de Gobierno, que a mi modo de ver consiste en aprovechar la instancia electoral para conectar con los sectores populares, con el objetivo de impulsar su autoorganización. Lo han dicho: no se trata de votos, menos aún de cargos, sino de profundizar los trabajos para cambiar el mundo.
Me parece evidente que no se trata de un giro electoral, ni que el zapatismo haya hecho un viraje electoralista. Es una propuesta –así la entiendo y puedo estar equivocado– que pretende seguir construyendo en una situación de guerra interna, de genocidio contra los de abajo, como la que vive México desde hace casi una década.
Se trata de una táctica que recoge la experiencia revolucionaria del siglo XX para enfrentar la tormenta actual, no usando las armas que nos presta el sistema (las urnas y los votos), sino con armas propias, como la organización de los de abajo.

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b).- “Movimientos sociales en la lucha antineoliberal” Emir Sader, La Jornada, febrero 16

Movimientos sociales en la lucha antineoliberal
Emir Sader
En Bolivia y Ecuador los movimientos sociales se han cansado de tumbar a gobiernos neoliberales y han decidido, finalmente, fundar sus propios partidos y lanzar candidatos a la presidencia de la nacion. Mientras tanto, en el contexto del Foro Social Mundial, o al lado de él, ONG, algunos movimientos sociales e intelectuales de Europa y América Latina se oponían a esa vía y proponían la autonomía de los movimientos sociales. Esto es, no deberían meterse en política ni con el Estado.
En Argentina, frente a la peor crisis económica, política y social de su historia, movimientos han renunciado a lanzar candidaturas a la presidencia de la República, con el eslogan: Que se vayan todos. Resultado: Ménem ganó en la primera vuelta, prometiendo que dolarizaría definitivamente la economía argentina, con lo cual llevaría a la ruina sin retorno no sólo al país, sino a todos los procesos de integración latinoamericana.
La ilusión despolitizada y corporativa del Que se vayan todos dejaría el campo libre para esa monstruosa operación menemista, con los efectos negativos en toda la región. La ilusión era la de que ellos se irían, sin que se les hiciera irse, sin que fueran derrotados con un proyecto superador del neoliberalismo. Felizmente apareció Néstor Kirchner, quien asumió la presidencia de la nación para empezar el rescate más espectacular que Argentina había conocido de su economía, de los derechos sociales de los trabajadores, del prestigio del Estado.
En tanto, organizaciones que se habían adherido a la tesis de la autonomía de los movimientos sociales, como los piqueteros argentinos, simplemente han desaparecido. En México, después del enorme prestigio que habían tenido al asumir una posición semejante –Cambiar el mundo sin tomar el poder, de John Holloway y Toni Negri, quien condenaba a los estados como superados instrumentos conservadores–, los zapatistas han desaparecido de la escena política nacional, recluidos en Chiapas, el estado más pobre de la nación. Más de 20 años después, ni Chiapas ni México fueron transformados sin tomar el poder, hasta que los zapatistas han decidido lanzar una candidata indígena a la Presidencia. Aun sin decir que van a transformar el país con una victoria electoral, pero saliendo de su aislamiento en Chiapas para volver a participar de la vida política nacional, abandonando sus posiciones de simple denuncia de las elecciones y de abstención.
Mientras tanto, Bolivia y Ecuador, rompiendo con esa visión estrecha de restringir los movimientos sociales solamente a la resistencia al neoliberalismo, han fundado partidos –Mas en Bolivia, Alianza País en Ecuador–, presentaron candidatos a la presidencia de la república –Evo Morales y Rafael Correa–, han triunfado y pusieron en práctica los procesos de más grande éxito en la trasformación económica, social, política y cultural de América Latina en el siglo XXI. Han refundado sus estados nacionales, impuesto el desarrollo económico con distribución de renta, se han aliado a los procesos de integración regional, al mismo tiempo que han integrado las más amplias capas del pueblo a los procesos de democratización política.
Al contrario del fracaso de las tesis de la autonomía de los movimientos sociales, que han renunciado a la disputa por la hegemonía alternativa a nivel nacional y de lucha por la construcción concreta de alternativas al neoliberalismo, bajo la dirección de Evo Morales y de Rafael Correa, Bolivia y Ecuador han demostrado cómo solamente la articulación entre la lucha social y la lucha política, entre los movimientos sociales y los partidos políticos, es posible construir bloques de fuerza capaces de avanzar decisivamente en la superación del neoliberalismo.
Las tesis de Toni Negri sobre el fin del imperialismo y de los estados nacionales fueron rotundamente desmentidas ya desde la acción imperialista después de las acciones de 2001, mientras que gobiernos sudamericanos han demostrado que solamente con el rescate del Estado es posible implementar políticas antineoliberales, como el desarrollo económico con distribución de renta. La pobreza persistente en Chiapas puede ser comparada con los avances espectaculares realizados, por ejemplo, en todas las provincias de Bolivia, para demostrar, también por las vías de hecho, cómo la acción desde abajo tiene que ser combinada con la acción de los estados, si queremos efectivamente transformar el mundo.
Otras tesis, como las de varias ONG o de Boaventura de Sousa Santos, de optar por una sociedad civil en la lucha contra el Estado, no puede presentar ningún ejemplo concreto de resultados positivos, aun con las ambiguas alianzas con fuerzas neoliberales y de derecha, que también se oponen al Estado y hacen acuerdos con ONG y con intelectuales para oponerse a gobiernos como los de Evo Morales y de Rafael Correa, pero también en contra de otros gobiernos progresistas en América Latina, tienen en común visiones liberales del mundo.
Además del fracaso teórico de las tesis de la autonomía de los movimientos sociales, se les puede contraponer los extraordinarios avances económicos, sociales, políticos, en países como Argentina, Brasil, Venezuela y Uruguay, además de los ya mencionados, como pruebas de la verdad de las tesis de la lucha antineoliberal, como la lucha central de nuestro tiempo.
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c).- “La dictadura democrática de los poderosos” Raul Zibechi, la Jornada, Mayo 12.

La dictadura democrática de los poderosos
Raúl Zibechi
Nos hacen falta ideas. La mente no piensa con información sino con ideas, como destaca Fritjof Capra en La trama de la vida. En esta tremenda transición/tormenta que vivimos, necesitamos lucidez y organización para comprender lo que sucede y para construir las salidas. Cuando la realidad se hace más compleja y la percepción se enturbia, una característica de las tormentas sistémicas, aclarar la mirada es un paso ineludible y vital.
Por eso nos atiborran con información basura, porque contribuye a potenciar la confusión. Es en este sentido que los medios juegan un papel sistémico que consiste en desviar la atención, hacer que las cosas importantes y decisivas tengan un trato idéntico a las más superficiales (un accidente en carretera tiene más cobertura que el caos climático) y tratan los temas serios como si fueran un partido de futbol.
Como sabemos, hay quienes piensan que no hay cambios mayores, que la tormenta sistémica es una crisis pasajera, luego de la cual todo seguirá su curso normal. Pero los de abajo necesitamos aguzar los sentidos, detectar los sonidos y los movimientos imperceptibles, porque nuestras vidas están en riesgo y cualquier despiste puede tener consecuencias desastrosas. No tenemos seguros de vida ni guardias privados, como tienen los de arriba.
El historiador francés Emmanuel Todd reflexiona sobre las elecciones en su país, con análisis bien interesantes. El primero, es que desde hace varias décadas existen campos de fuerzas sociales estables, que le permiten asegurar que la sociedad está dividida en dos mitades y que esa división permanece casi inalterada (goo.gl/p1i6WN).
En segundo lugar, se pregunta porqué en el pasado cuarto de siglo el rechazo al modelo neoliberal no ha crecido (en Europa), pese al aumento de la desocupación y al fracaso del euro. Analiza la población, un dato estructural que tienden a minimizar los analistas. En Francia, la población envejeció hasta seis años desde 1992 y, de hecho, los ancianos han perdido el derecho de voto, porque una salida del euro derrumbaría sus pensiones.
La segunda cuestión que contempla es la estratificación educativa. Concluye que la gente con estudios superiores produjo una oligarquía de masas y que esa élite pasó de 12 por ciento de la población en 1992 a 25 por ciento, en sólo 25 años. La conclusión estremece: una población envejecida sumada a una mayor masa oligárquica desemboca en un creciente conformismo de la mitad de la población, mientras la otra mitad de abajo se ha deteriorado notablemente desde el tratado de Maastricht de 1992.
Cuando Marx escribe el Manifiesto Comunista, la relación entre los de abajo y los de arriba era de nueve a uno. No había pensiones para los mayores y la universidad estaba reservada para las élites. Era un sistema inestable, donde 90 por ciento tenía interés en derribarlo.
Los dos cambios mencionados por Todd (demografía y educación superior) representan mutaciones profundas para quienes aspiramos a transformar el mundo. Todavía en 1960 abundaban los universitarios como el Che, dispuestos a utilizar sus conocimientos junto a los oprimidos. El sistema supo comprender que tenía un punto débil entre los jóvenes universitarios y tomó medidas.
Ahora los docentes de ese nivel ganan fortunas, hasta 30 veces el salario mínimo en varios países. Los estudiantes cuentan con becas que les permiten estirar los estudios de posgrado hasta bordear los 40 años y luego aspiran a ingresar en la élite universitaria. En el imaginario colectivo el ascenso social pasa por los estudios superiores a los que se entrega buena parte de la vida.
Immanuel Wallerstein sostenía hace tres décadas (en Marx y el subdesarrollo) que bajo el capitalismo la clase alta pasó de 1 a 20 por ciento de la población mundial. La cifra puede acercarse ahora a 25 por ciento que presume Todd para la oligarquía de masas. En América Latina las cifras deben matizarse, pero vamos hacia allá.
Es posible que estemos bordeando la dominación perfecta: sociedades divididas en partes casi iguales, entre los que necesitan patear el tablero y los que temen cualquier cambio. Una mitad conformista y la otra mitad apabullada por la cuarta guerra mundial. Por encima de ambas, 1 por ciento controla el poder estatal, el material y las democracias electorales.
A medida que se expanden las dimensiones del grupo en la cima, a medida que vamos haciendo a los miembros del grupo de la cima cada vez más iguales entre sí en sus derechos políticos, se hace posible extraer más de los de abajo, escribe Wallerstein en Después del liberalismo (página 168). Y agrega que un país mitad libre y mitad esclavo sí puede durar mucho tiempo.
Las consecuencias de estos cambios deberían llevarnos a sacar algunas conclusiones estratégicas.
Primero, la democracia se asienta en ese sector que no quiere desestabilizar el sistema, mientras la otra mitad no se siente representada. La democracia electoral tiene sentido para la mitad de arriba, pero es una cárcel para los de abajo.
Dos, para la mitad desheredada de la población, el diseño actual del capitalismo es una realidad opresiva, ya que las políticas sociales focalizadas tienden a neutralizar y dividir a quienes necesitan levantarse contra el sistema.
Los partidos de centro-izquierda recogen las aspiraciones, y los miedos, de esa mitad de la población que sólo quiere cambios cosméticos y cuyo ejercicio político excluyente es votar cada cinco o seis años y asistir a mítines para aplaudir a sus caudillos.
La mitad de abajo no puede confiar en un sistema político que funciona como una dictadura democráticaUna estructura política con total libertad para la mitad de arriba puede ser la forma más opresiva que se pueda imaginar para la mitad de abajo, sigue Wallerstein.
Los que viven en la zona del no-ser, en palabras de Fanon, son los que resisten y construyen otros mundos, por mera necesidad de sobrevivir. Pero son bombardeados por la fantasía de que pueden cambiar su destino sin quebrar el sistema.
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c).- Temer da via libre al ejercito de EU” J Maanuel Karg, La Jornada, Mayo 9

Temer da vía libre al ejército de EU
Juan Manuel Karg*
El ejército de Estados Unidos (EU) participará en noviembre próximo de un ejercicio militar inédito en la Amazonia brasileña, tras la invitación de Michel Temer. La actividad, denominada América Unida, consistirá en al menos 10 días de simulaciones militares con tropas de Brasil, Perú y Colombia, de acuerdo con información brindada por el propio Ministerio de Defensa brasileño, principal impulsor sudamericano de la iniciativa.
La base de la actividad será la ciudad brasileña de Tabatinga, lindante con el municipio colombiano de Leticia y cercano a la isla peruana Santa Rosa. Con sólo mirar el mapa del estado Amazonas se advierte la gravedad regional del anuncio: al norte Venezuela; al sur, tras un ínfimo paso por el estado Acre, Bolivia. Países que confrontan geopolíticamente con Washington, tal como lo hacía –aunque en distinta intensidad, claro está– Brasil antes del impeachment a Dilma Rousseff. Del otro lado de la frontera colombo-peruana, Ecuador, que acaba de optar por continuar la experiencia de la Revolución Ciudadana, que durante una década encabezó Rafael Correa Delgado, quien llegó a desmantelar la base que EU tenía en Manta, allá por 2009.
Si bien el propio Ministerio de Defensa brasileño ha descartado que los ejercicios sean un posible embrión a una base multinacional, los cuantiosos recursos naturales en la zona y la cercanía ideológica de Washington a los mandatarios de los tres países dejan lugar a incertidumbres crecientes en ese plano. De hecho, en el gobierno regional de Amazonas, Perú, ya hay una base camuflada en construcción, impulsada por el Comando Sur de EU bajo la modalidad de Centro de Operaciones de Emergencia Regional (COER), tal como también sucede en otras provincias de ese país. Es a este tipo de diseños que el destacado investigador brasileño Moniz Bandeira cataloga como cuasi bases, al ser bases informales y legalmente ambiguas.
El Consejo de Defensa Suramericano (CDS), creado por Unión de Naciones Sudamericanas, tuvo un fuerte impulso del entonces presidente Luiz Inacio Lula Da Silva, bajo tres objetivos principales: consolidar a Sudamérica como zona de paz, construir una identidad sudamericana en materia de defensa y generar consensos para fortalecer la cooperación regional en esta materia. Es –tristemente– sintomático que ahora el CDS no pueda poner freno alguno a esta iniciativa de un presidente al cual rechaza, según la consultora Datafolha, 87 por ciento de la población.
La ecuación regional se modificó sustancialmente tras el impeachment a Rousseff. Por ello la bancada del Partido de los Trabajadores en el Senado ha sido muy crítica del anuncio, denunciando mediante un comunicado que estas iniciativas pueden colocar a la Defensa de Brasil bajo la órbita estratégica de Estados Unidos, con perjuicios sensibles a la soberanía nacional. Para los senadores petistas esta decisión interfiere la gestión soberana que hasta el momento desarrollaban un conjunto de países en el marco de la Organización del Tratado de Cooperación Amazónica (OTCA) y la propia Unasur.
Temer impulsó un conjunto de medidas regresivas en lo endógeno: la PEC 55, que congela la inversión social por 20 años en salud y educación; las reformas laborales y jubilatorias, que votó de forma exprés en el Parlamento aun siendo rechazadas por amplios sectores de la sociedad, y la privatización de sectores estratégicos. Ahora hace lo propio en el plano externo: pone a Brasil a pivotear la nueva estrategia de EU en la América Latina, relegando el enorme trabajo de cara a los emergentes que Brasil había cristalizado en instancias como el BRICS.
A la distancia, se entiende con más claridad por qué el golpe fue avalado desde Washington. Era precisamente para que se realizaran estas transformaciones estructurales tanto en el plano interno como externo. Juracy Magalhães, quien fue embajador de Brasil en Washington tras el golpe de 1964, repetía una consigna que quedó marcada en la historia de su país: Lo que es bueno para EU es bueno para Brasil.
Aquella máxima –suerte de relaciones carnales a la brasileña– parece tener vigencia en la actual política exterior del país, aun cuando ya se haya verificado tiempo atrás, durante las presidencias del PT que ampliaron los vínculos a un naciente pluricentrismo, que había sido errónea. Poco le importa ese balance al ejército estadunidense, que desembarcará en el Amazonas brasileño en pocos meses más. Para América del Sur, la noticia es un retroceso de 180 grados en materia de soberanía, lo cual debería ser puesto en consideración en las instancias regionales pertinentes.
*Politólogo de la UBS. Investigador del Centro Cultural de la Cooperación de Buenos Aires Twitter: @jmkarg
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7.- Para análisis de la situación y lucha en E.U.:

a).- Contrarrevolución venezolana, pretexto para recolonizar América Latina
por Ramón Alcides Ávila Peralta, en ALINET, Junio 13, (se sugiere leerlo en línea por las ilustraciones. Ojo el tema es laa crisis del agua en E.U. aunque el título sea otro)


Contrarrevolución venezolana, pretexto para recolonizar América Latina
por Ramón Alcides Ávila Peralta
Latinoamérica, privilegiada de abundantes recursos naturales, especialmente su enorme reserva de agua potable, desde hace siglos ha sido codiciada y saqueada.
La política expansionista del imperio estadounidense, aliada de algunos gobiernos latinoamericanos, incita la contrarrevolución bolivariana para derrocar al presidente Nicolás Maduro; acabar el proyecto bolivariano; detener el avance de gobiernos democráticos y progresistas; impedir la unidad de los pueblos latino y recolonizar Suramérica.
La obsesión contrarrevolucionaria está vinculada a la conservación de la sociedad estadounidense, y es necesario señalar al presidente Nicolás Maduro como polígono de la confrontación, alegando violación de los derechos humanos como excusa para entrometerse en los asuntos internos de otros países, consolidar su plan de dominio sobre las naciones latinas, poseedoras de inmensos recursos naturales y estratégicos - , petróleo, gas, aluminio, minas metálicas, y otros -.
Hay muchas razones para la obsesión contrarrevolucionaria de Estados Unidos, entre ellas, la caída del presidente de Venezuela. El imperio está seguro que un golpe de Estado pondría fin a la Revolución Bolivariana. Y después vendría la recolonización de Suramérica.
No siempre el blanco de la agresión es el verdadero motivo de la confrontación. Esta invasión que se avizora se debe a las reservas de agua potable que posee Suramérica. Hay otras razones, entre ellas: el petróleo, el aluminio y el coltán – Venezuela posee las mayores reservas de petróleo y coltán a escala mundial -. Pero el agua es la dinámica obsesiva de Estados Unidos.
Surge la pregunta premonitoria sobre la crisis capitalista de los Estados Unidos, que busca superar, a través de invasiones y recolonización, su decadencia hegemónica reflejada en el proceso acelerado del agotamiento de su reserva hídrica y forestal.
Según la Dirección del Departamento de Agricultura, al finalizar la primera mitad de la presente centuria, sólo el 50% de la superficie actual de sus bosques sobrevivirá, y al mismo tiempo, el 50% de su ecosistema desaparecerá.
Al arribar el año 2.037, desaparecerá físicamente más del 28% de sus bosques. Y para 2080, se habrá acabado su última reserva selvática. Y con ella, las fuentes de agua.
Sus plantas industriales, expulsan anualmente a la atmósfera más de 100 millones de toneladas métricas de gases de sulfuro, equivalente a un volumen superior de 200 millones de toneladas métricas de CO2 de emisiones, causante de la lluvia ácida. Más del 80% del azufre presente en la atmósfera es producido por las plantas industriales de los Estados Unidos, que al mismo tiempo contaminan ríos y lagos al vaciar más de 120.000 etiquetas diferentes de síntesis químicas al ambiente.
Según informes del Departamento de Agricultura – United States Department of Agriculture -, una extensión de 769.000 km2, equivalente al 8.5% del total de la superficie de Estados Unidos, produce el 80% del agua potable, pero sus bosques no resisten la ofensiva sin tregua “anti-forestal”1.
La región biogeográfica situada sobre la cadena montañosa de los Apalaches, que recorre desde Alabama hasta Nueva Inglaterra, el 90% de la superficie ha disminuido su masa forestal, las áreas desérticas se observan como si los árboles fueron bombardeados con napalm o gasolina gelatinosa.
En Monte Mitchell - Carolina del Norte -, toda la cumbre de la montaña despliega una extensa zona de árboles secos, en otras áreas la vegetación y ecosistemas parecen haber sido rociadas con productos químicos defoliantes, o fumigados con herbicida de alta concentración, a base de glifosato.
En la Región de los Grandes Lagos; los de la zona este; los que cubren tierras boscosas de las montañas de Andirondack y 420 lagos ubicados en Washington, Montana, Dakota del Norte, y Minnesota, tienen un pH inferior a 5 – nivel al que muere toda vida acuática y sub-acuática. Otros 19 mil reciben contaminación. Pero no sólo están contaminados, se están secando pavorosamente.
En 1960, el congreso de los Estados Unidos aprobó el acta “Clean Water Act”, cuando descubrió la elevada concentración de fósforo presente en los lagos Erie, Ontario y Míchigan. Pero los reportes científicos son menos halagadores, prevén que sus glaciares se descongelarán entre 2035 a 2039. Y antes de finalizar la primera mitad del presente siglo, el 80 % de los glaciares desaparecerán a ritmo de 41cm anual, y con ellos, las vertientes hidrográficas. Ejemplo clásico; Los glaciares de Alaska desde 2000 a 2017, han retrocedido más de nueve metros.
Sus industrias liberan anualmente a la atmósfera más de 160 millones de toneladas métricas de gases de sulfuro, equivalente a un volumen superior de 250 millones de toneladas métricas de CO2 de emisiones, responsable de la lluvia ácida. Más del 85 por ciento del azufre depositado en la atmósfera es producido por los Estados Unidos, que al mismo tiempo contamina ríos y lagos a través de más de 140.000 etiquetas diferentes vertidas al entorno ambiental.
Las zonas de mayor concentración industrial, son las más productoras de lluvias ácidas, y registran máximos niveles de dióxido de azufre a escala mundial. Cada año originan lluvias ácidas. Ejemplo clásico: En Kone, zona industrial de Pittsburgh - Pensilvania -, han caído lluvias ácidas como el ácido acético. En Wheeling - Virginia Occidental -, se precipitó una lluvia con pH casi equivalente al ácido de batería de arranque.
Ante esta dramática realidad, Estados Unidos tendrá que perforar sus espacios de aguas subterráneas para garantizar a corto plazo, la vida de cien millones de estadounidenses, habituados al derroche diario de 90 galones de agua por habitante. El imperio desperdicia 160 billones de galones de agua al año, pero no podrá hacer nada para evitar la sequía que se abate como ave agorera sobre su población, que podría verse obligada a abandonar su país natal, rumbo hacia un lamentable, trágico y amargo exilio.
Un estudio realizado por el gobierno estadounidense durante la era Clinton, concluyó que gran parte de las regiones de los Estados Unidos se están quedando sin agua potable. El informe presagia un desastroso apocalipsis de su población amenazada de sed. Según la predicción oficial, 39 estados de los 50 entidades sub-nacionales, padecerá a partir de 2022, las consecuencias de escasez de agua potable. En Georgia, millones de personas sufrirán una sequía sin precedentes.
En el estado de Florida, su abastecimiento ya es insuficiente para satisfacer una población que crece anualmente. Los niveles de reserva de agua del Estado de New York, disminuyeron a indicadores preocupantes jamás alcanzados.
El suministro de agua es alarmante en el estado de California, en la cordillera The high – Sierra Nevada –, su principal aprovisionamiento, la nieve está desapareciendo mágicamente, hasta tal extremo, que Jack Hoffbuhr, director de la Asociación Americana de Agua – AWWA –, declaró a la revista Time que Los Estados Unidos debe prevenirse para enfrentar la alarmante e inminente crisis de agua potable. Mientras la Asociación Mundial del Agua – GWP -, organismo patrocinado por el Banco Mundial, alertó al gobierno de los Estados Unidos diciendo que en 2025, todos sus ríos, lagos y fuentes de agua potable colapsarán. Pero el reportaje publicado por NRDC en marzo del 2004, titulado Swimming in Sewage – “Nadando en Aguas Negras” -, alerta un futuro sombrío, nefasto y dramáticamente incierto: “las aguas usadas de Estados Unidos, está creando una crisis ambiental donde ningún ciudadano podrá sobrevivir”.
Us Pirg’s Clean Water – Agua Limpia de Piratas-, informó que el 62 por cien del complejo industrial, descargó 5.6 trillones de metros cúbicos de agua ácida y sedimento tóxico al mar, lagos y ríos, durante el período 2003 – 2004. A ese ritmo, al arribar 2025, 100 millones de estadounidenses no tendrán agua potable.
El Ogallala - del Siux: agua abundante -, cubre una superficie de 392 Km2 que lo convierte en el mayor acuífero de Estados Unidos, cuyo volumen es equivalente a la masa o cuerpo de agua del lago Hurón, suministra la irrigación de 6.5 millones de hectáreas dedicadas al maíz, sorgo, soya y trigo, consumen 160% la tasa de recarga del acuífero que disminuye su nivel de forma impresionante. De continuar esta tendencia en estos 36 estados, cuya población doblará en los próximos 15 años, según las proyecciones, las reservas de agua subterránea se agotarán y dejará en riesgo la actividad agrícola.
Según informó la FAO en 2003, entre los veinte principales productos agrícolas producidos en los Estados Unidos, figuran: Maíz, 256.904.993; Soya, 65.795.300, Trigo, 63.589.820 toneladas métricas.
Ejemplo clásico: dice la FAO, que el comercio de maíz en 2017-2018, presagia una disminución anual del 2,2%, mientras la producción de trigo decrecerá un 2,2 en 2017/ a partir de julio. Se prevé que el comercio de cereales secundarios caerá a 173 millones de toneladas en 2017/18, aproximada-mente un 3 % menos que en 2016/17. El indicador más expresivo de la escasez de agua por pérdida de su cobertura boscosa, se refleja en la producción de tabaco disminuida en un 60% en 2003, y el menor ritmo dinámico de las tierras y praderas agrícolas, especialmente las de Nebraska, California y Texas. En consecuencia, la producción agrícola caerá 33,33% en los próximos siete años;
disminuirá sensiblemente la ganadería en la región Media Oeste del país; los granjeros, debido a la reducción de subsidios agrícolas desviados hacia la guerra, duplicaran los precios de los cereales, cuyas consecuencias, causará enfermedades relacionadas con la nutrición de los niños.
Finalmente, éxodos masivos de millones de campesinos, migrarán hacia arrabales urbanos. El lago Mead, embalse construido en el río Colorado, es una de las mayores reservas de agua, su nivel se ha reducido 40 metros por debajo del mínimo registrado históricamente. Estudios científicos estiman que el Mead en los próximos 18 años, será un árido desierto.
La cordillera de los Apalaches; la cadena montañosa de las Rocosas; las llanuras centrales y del este; la red hidrográfica que drena en la Bahía de Hudson. La cuenca de los ríos más grandes de Estados Unidos: Misisipi- Misuri- Ohio, y la región de los Grandes Lagos, han disminuido su caudal, proporcional a la retirada de los glaciares y la tala de bosques.
El futuro Armagedón2 de los Estados Unidos incita el ánimo de invadir Suramérica, usando Venezuela como pretexto.
Por su abundante y variada reserva natural, América Latina ha sido una región atrayente, codiciada y saqueada por el imperio, que desde la era Monroe en 1825 incluyó en su agenda el dominio del agua - “América para los americanos-“3, y control hegemónico de la vida terrestre.
Estados Unidos, para apropiarse de las reservas de agua de América Latina, necesita derrocar la Revolución Bolivariana, utilizando como polígono de confrontación al presidente Nicolás Maduro. Pero el objetivo es el agua. Es el agua, no el presidente Nicolás Maduro, eso es lo que estoy diciendo.
La Amazonía es un complejo territorio. La región biológica más diversa, el sistema hidrológico más vasto del planeta.
El acuífero Guaraní, es el mayor curso de agua dulce bajo tierra. Con un área total de 1,2 millones de km², se extiende bajo el subsuelo de los Estados de Goiás, Mato Grosso do Sul, Minas Gerais, São Paulo, Paraná, Santa Catarina y Río Grande do Sul.
Reserva 1.175.000 km3. Es tal su capacidad que podrá abastecer 6.000 millones de personas durante 200 años.
El acuífero de Puelche – Argentina -, alberga 300 billones de litros de agua, divididos entre 6 mil millones de humanos que poblamos la tierra, obtenemos 200.000 litros por persona, lo equivale al 33% más del agua que una persona consume en toda su vida. Con esta cifra en mente, el lenguaje lacónico de los números es infalible. La anterior ecuación matemática calcula que los dos acuíferos pueden abastecer la actual humanidad durante 350 años.
El control del acuífero, es objeto de desesperada preocupación de EE.UU, un reto a su propio dilema: hacer frente en el futuro a la airada espiral de violentas protestas sangrientas y/ o conquistar
militarmente las fuentes hídricas. Según el informe secreto del consejero del pentágono, Andrew Marshall: “EE.UU. debe prepararse para estar en condiciones de apropiarse de este recurso estratégico allí donde esté y, cuando sea necesario”.
Tierra de Derechos - Organización de Derechos Humanos – advirtió: una sociedad organizada debe estar alerta ante las posibles estrategias diseñadas por EE.UU.”
La demanda de agua se duplica cada 20 años y, son muchas las variables para saber que Estados Unidos no alcanzará calmar la sed de sus habitantes. Partiendo de estas reflexiones, considera el agua como energía y es parte de su doctrina de seguridad. Lo cierto es que está buscando nuevos recursos hídricos, pero el gobierno de Washington lo niega.
El documento Santa Fe IV, preparado por el partido republicano en 2.000, a fines del gobierno de Bill Clinton, plantea la doctrina geo- estratégica, vigente para la seguridad nacional de los Estados Unidos en el siglo XXI, “garantizar que los países del hemisferio provean los recursos naturales, especialmente el agua”.
En estrecho vínculo, hay otro punto en el documento de los ex asesores de Rehagan, Clinton y Bush, que explica por qué es prioritario que los países latino americanos promulguen legislaciones favorables a los intereses del imperio. Dice el documento: “los EE.UU. debe asegurar que los recursos naturales del hemisferio estén disponibles para responder a nuestras prioridades nacionales…esta prioridad requiere de aliados confiables de EE.UU.”
En febrero de 2.004, se filtró al diario británico The Guardian un informe secreto del consejero del pentágono, Andrew Marshall, que advertía al presidente Bush de los desastrosos efectos del calentamiento global en el planeta a corto plazo, entre ellos, la falta de agua potable. Allí se sugiere que “EE.UU. debe prepararse para estar en condiciones de garantizar este recurso estratégico allí donde esté y, cuando sea necesario”.
En este fenómeno climático de sed global, el imperio considera el agua de sur América, un botín que debe obtener por fuerza utilizando el mismo pretexto que usó contra Sadam Husein para invadir Irak y apropiarse del petróleo. El mismo libreto pretende ahora aplicarlo contra el presidente Nicolás Maduro para apropiarse de los recursos de Venezuela, y del agua de sur América. La 7 bases militares de la OTAN emplazadas en Colombia, bajo la “justificación” de la lucha contra el movimiento armado de las FARC_EP, el narcotráfico y el fantástico informe de la CIA que contempla células terroristas de Al Qaeda, de Hamas y de Hezbollah en las fronteras del acuífero Guaraní y en la República Bolivariana de Venezuela, es el libreto más adecuado para recolonizar América latina e impedir la unidad Bolivariana.
Desde 2001 hasta 2006, la CIA ha hecho caso omiso a las reiteradas declaraciones del Departamento de Estado de EE.UU, al declarar públicamente que no hay presencia de células terroristas en la región.
El imperio prevé que en 2025, dos tercios de la humanidad no tendrán acceso al agua potable, por lo que plantea una lucha en torno a quien va a controlarla. Ante la intentona golpista contra el presidente de la República Bolivariana de Venezuela, se contrapone la visión de largo alcance del presidente Maduro que, al vislumbrar el mayor conflicto geopolítico del siglo XXI, defenderá el razonamiento de Hugo Chávez: “…El imperio viene por gas, petróleo, vegetación y agua”.
Un informe del pentágono de fines de febrero de 2004, coincide con el pronóstico de Naciones Unidas y el análisis del presidente Venezolano. Dice el informe del pentágono: “el gobierno de Estados Unidos debe desplegar sus Fuerzas Armadas por todo el planeta, para tomar el control de sus recursos naturales, especialmente el agua, donde quiera que se encuentre, por ser vital para la supervivencia de Estados Unidos como potencia rectora del mundo…su hegemonía tendrá continuidad, en la medida que controle el abastecimiento de agua dulce”. Léase documentos de Santa Fe IV, - traducido al español.
En enero 10 de 2017, Rusia Today publicó un artículo de Ariel Noyola Rodríguez titulado Sudamérica bajo amenaza: EE.UU. instalará una nueva base militar en Perú.
Dice el periodista que, el Comando Sur de Estados Unidos – U.S. Southern Command - instaló “una nueva base militar en Perú, camuflada bajo el nombre de Centro de Operaciones de Emergencia Regional (COER) de Amazonas. Un intervencionismo disfrazado de ayuda humanitaria”, desembarca de un portaviones, 3200 soldados.
La política militarista de EE.UU. está preparando otro escenario de guerra que amenaza la soberanía de Sudamérica.
Continúa diciendo el articulista: “antes de establecer esta nueva base militar en el Departamento de Amazonas, el Comando Sur de Estados Unidos ya se había establecido en las regiones de Lambayeque, Trujillo, Tumbes, Piura, San Martín y Loreto”.
Las progresivas invasiones militares de Estados Unidos en la región tras la llegada de Mauricio Macri a la presidencia de Argentina, y de Michel Temer de Brasil, están acompañadas por los negoció celebrados con las transnacionales, entre ellas Nestlé y The Coca-Cola Company.
Los manantiales del acuífero Guaraní. Para realizar la venta de los manantiales, el futuro gobierno de Temer recibió financiación de estas empresas para adelantar la conspiración parlamentaria que destituyó a Dilma Rousseff en un proceso iniciado el 2 de diciembre de 2015, que coincidió con el día que el equipo de Temer y las transnacionales celebraron la negociación de los manantiales.
Impedir la expansión del mercado geográfico y la influencia estratégica de China, Rusia e Irán, ha sido la justificación de EE.UU, que pretende emplazar otra base militar en Argentina, próxima de la frontera con Brasil, Argentina, Uruguay y Paraguay, área donde exactamente está el acuífero Guaraní.
La aventura golpista y el apoyo a la contrarrevolución venezolana de extrema derecha terrorista y fascista, convoca la solidaridad incondicional para defender, rodilla en tierra, la Revolución Bolivariana, revolución de América latina.
El Proyecto de Protección Ambiental del Sistema Acuífero Guaraní –SAG-, de la ANA, fue creado para garantizar el agua de las generaciones presentes y futuras. Después que los gobernantes neoliberales llegaron a Brasil y Argentina, desconocieron los derechos que asiste a sus pueblos a acceder soberanamente al consumo de agua, defendidos por Dilma Rousseff y Cristina Fernández.
En 2003, la Organización de Estados Americanos (OEA) y el Banco Mundial, con su Fondo Mundial para el Medio Ambiente (GEF), implementaron el proyecto de Protección Ambiental y Desarrollo
Sustentable del Acuífero Guaraní, sin embargo en cada uno de los países la sociedad civil organizada debe comenzar a luchar por la protección de esta reserva.


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b).- “La marcha de la economía: otra para hoy”, John Saxe Fernández, La Jornada, mayo 14


La marcha de la economía en Estados Unidos: otra para hoy
José Antonio Rojas Nieto
Reiterémoslo. El comportamiento reciente de la economía vecina no provoca entusiasmo. Su crecimiento con dificultades estructurales consistentes es incuestionable: 1) tasa de desempleo que tiene topes para descender luego de una crisis; 2) tiempo medio de duración del desempleo de más difícil descenso –de 16 semanas en promedio a mediados de 2007 (corrijo y me disculpo por 2011 que puse hace unos días) a 41 semanas a mediados de 2011; 3) participación del salario y las remuneraciones en el producto sin expectativa favorable para los asalariados; 4) evolución real del salario y la productividad en contra de los trabajadores.
Y –para no ir más allá– una capacidad industrial instalada que crece desorbitadamente en relación con la que se utiliza y lo que se produce. Si, primordialmente el dramático alargamiento del periodo de angustia laboral de los desocupados y un salario real que no da ninguna esperanza son indicadores terribles.
¿Explicaciones fáciles? ¡Los migrantes nos sustituyen! ¡El Libre comercio actúa en nuestra contra! ¿Más todavía? ¡México es tremendamente asimétrico con nosotros! Re-industrialicemos nuestro país, parecen decir las voces más conservadoras del vecino país.
El deterioro de la vida económica de los trabajadores estadunidenses parece inevitable. Entre ellos los trabajadores migratorios. ¡Viven momentos de angustia! En un momento de distanciamiento mayor entre el crecimiento de la productivida y el del salario. Sigamos, entonces hoy, con los datos actualizados de la evolución de la capacidad instalada, de la capacidad utilizada y de la producción. Notemos una vez más que de ordinario el ritmo de crecimiento de esta capacidad industrial tiende a sobrepasar al de crecimiento de la producción.
Recordemos que entre 1990 y 2002 –para sólo tomar un periodo reciente– esta capacidad industrial instalada creció como nunca. Incluso desde los años 70 en que se empezó a documentar este importante indicador, los crecimientos anuales son prácticamente positivos. Pero menores antes de 1994. Y muy menores hoy, después de 2001. Sólo hasta enero de 2010 se registró el primer crecimiento negativo anual.
Así, el índice de la capacidad industrial instalada de enero de 2010 disminuyó respecto del índice de la capacidad industrial instalada de enero de 2009. Muy poco frecuente este comportamiento. De ordinario no se detiene el crecimiento de la capacidad industrial instalada. Menos se cae. Formación neta positiva de ordinario. Incluso –como aconteció entre inicios de 1994 y finales de 2001– los crecimientos fueron muy elevados. No sólo en términos absolutos sino –primordialmente– en relación con la dinámica de la capacidad industrial registrada de 1970 a 1994. En este periodo la tasa media anual de crecimiento de la capacidad industrial instalada fue de 2.5 por ciento. En cambio de 1994 a mediados de 2008 –año en que comenzó la crisis– alcanzó crecimientos anuales medios de 5 por ciento. ¡Brutal crecimiento! Equivalente a duplicarse en 15 años, con una población que en los mismos años apenas crece 10 a 12 por ciento.
¿Se imagina usted la velocidad que alcanzó en este periodo la puesta en marcha de instalaciones, equipos y maquinaria industrial? ¿Y sus implicaciones? Hoy, después de la severa recesión de finales de 2008 a 2011, nuevamente es positivo el ritmo de evolución de este índice tan importante para comprender la dinámica industrial de nuestros vecinos. Pero a tasas medias de sólo 1.5 por ciento. Y siempre con intentos permanentes aunque fugaces de alcanzar un mayor dianamismo.
Lo cierto es que esta evolución no se acompaña de un ritmo similar en la producción industrial, cuyo dinamismo evoluciona a tasas inferiores a las de la capacidad. Esto se muestra en el ascenso práctimante secular de la capacidad industrial ociosa, que sin reposo –y al margen de los ciclos industriales, es decir, alzas y bajas– tiende a ser cada vez mayor. ¿Cuál ha sido, por ejemplo, la capacidad industrial ociosa de los pasados tres años? De un terrible 23 por ciento. (¿Se imagina usted con cuatro vehículos en su casa y nunca usar uno?)
¿Cuál fue, a manera de ejemplo, la capacidad ociosa entre 1994 y también el inicio de la crisis a mediados de 2008? De 19.3 por ciento. Sí, cuatro puntos porcentuales menos. Y para sólo dar otro ejemplo más, ¿cuál fue la capacidad ociosa en los años 70? Apenas del orden de 16 por ciento. Sí, siete puntos porcentuales menos que los registros actuales. Antes de concluir menciono los niveles de capacidad ociosa alcanzados entre finales de 2008 e inicios de 2010, en plena crisis? Prácticamente del orden de 30 por ciento. ¿Dónde se refleja con nitidez esta dinámica secular regresiva de la industria estadunidense? Evidentemente en el empleo y en el salario, cuyo comportamiento he tratado de describir en anteriores ocasiones. Pero también en la evolución de la rentabilidad.
Si estudiamos –como lo haremos pronto– el dinamismo de las ganancias corporativas –tanto de empresas no financieras como de empresas financieras y, sin duda de los impuestos que pagan– notaremos algo muy interesante, diría Perogrullo. Pues sí, la dinámica de esa rentabilidad se asocia a los ritmos de evolución de la capacidad ociosa o, su correlato, la capacidad productiva instalada y utilizada. ¡Y atrás la inversión! Y en esa dinámica, descubriremos el nuevo y alto nivel de las ganancias de las empresas financieras. En detrimento de las empresas no financieras. Pero esto, sin duda, lo veremos con detenimiento muy pronto. Y notaremos otra de las tendencias regresivas de la economía vecina. De veras.
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c).- “American Curios” de David Brooks, La Jornada, junio 12

American Curios
¿Al borde?
David Brooks
Con toda la atención en el espectáculo Trump, a veces no se logra ver que toda esta amenaza derechista histérica y patética es el último grito de las fuerzas más retrogradas de Estados Unidos ante un amanecer de otro país y, potencialmente, de una gran era progresista.
Vale recordar que para mediados de siglo los blancos dejarán de ser mayoría por primera vez desde la fundación del este país; la generación millennial es la más diversa por raza, etnia y origen geográfico en la historia del país: son el futuro. Las bases de Trump son el pasado.
Al mismo tiempo, la desigualdad económica ha llegado a su punto más alto desde poco antes de la Gran Depresión, y las políticas actuales de Trump están dedicadas a agudizar aún más esa disparidad. La consecuencia política de esto es la percepción popular de un sistema rehén de intereses de los más ricos y poderosos, y eso fue en gran parte lo que alimentó las insurgencias de la derecha con Trump, al igual que la progresista de Bernie Sanders en el ciclo electoral de 2016.
Ahora, el temor que está al centro de la vida política de este país a lo largo de su historia, la realidad de que el sueño americano ha quedado anulado y los cambios demográficos y sociales han generado tormentas perfectas para las fuerzas más reaccionarias, pero también para las progresistas. El duopolio partidista actual ya no representa a las mayorías del país. Mientras Trump es el presidente novato más reprobado de la historia (tiene sólo 39 por ciento de aprobación), eso no se ha traducido en un gran apoyo para los demócratas (sólo tienen 38 por ciento de aprobación).
Aunque la derecha ganó, su rechazo popular manifestado en movilizaciones masivas en los primeros meses de este año –algunas sin precedente– muestra una sociedad que no puede ser, más bien que rehúsa ser, definida por Trump.
Las acciones masivas ya no son tan frecuentes, pero eso no necesariamente significa una reducción de esfuerzos de resistencia y en favor de un cambio progresista en medio de una de las épocas más oscuras de este país.
A la vez, se tiene que subrayar que ésta sigue como una sociedad generalmente desmovilizada, fragmentada, con una amnesia histórica deslumbrante, y con sus grandes organizaciones sociales en su momento más débil, sobre todo los sindicatos y las que nacieron de movimientos por los derechos civiles. Pero a pesar de ello, hay señales de vida de una nueva (y vieja) ola progresista por todas partes, hasta en lugares que no se pensaba que podría existir tal cosa.
Por un lado, ni Sanders ni los sanderistas han desaparecido. Este fin de semana más de 4 mil activistas ambientalistas, laborales, indígenas, de Black Lives Matter, junto con estrategas, intelectuales, artistas y sindicalistas se reunieron en Chicago en la Cumbre del Pueblo para nutrir e impulsar una ola de candidatos progresistas que están ingresando a elecciones locales, estatales y federales para continuar promoviendo la revolución política bautizada por Sanders. Esa cumbre, entre otras iniciativas, fue convocada por organizaciones que nacieron de la campaña del socialista democrático el año pasado, incluyendo Our RevolutionPeople for Bernie , con aliados clave, como el sindicato de enfermeras National Nurses United.
El sábado, Sanders declaró ante esa cumbre que la dirección actual del Partido Demócrata es un fracaso absoluto y afirmó que ese partido requiere de un cambio fundamental, lo que necesita es abrir sus puertas a gente trabajadora, a los jóvenes, a personas de la tercera edad y a los que están preparados para luchar por la justicia social y económica.
Lo que ocurrió en Gran Bretaña, con el sorprendente resultado para las fuerzas de Jeremy Corbyn, por supuesto alimentó el optimismo entre estas filas, ya que comparten el mismo prisma político.
La semana pasada se anunció la formación del Sanders Institute, como una especie de think tank, integrado, entre otros por los profesores Jeffrey Sachs, Robert Reich y Cornel West, figuras culturales como Harry Belafonte y Danny Glover.
Por otro lado, desde cada esquina del país, casi todos los días, se reportan expresiones de rebelión y desafío encabezadas por un mosaico extraordinario: inmigrantes (sobre todo los jóvenes dreamers), indígenas, ambientalistas, pacifistas, religiosos, estudiantes, artistas y defensores de derechos y libertades civiles, todos confrontando la ofensiva derechista de Trump mediante multitud de iniciativas locales, estatales y regionales.
También hay respuestas más institucionales, respaldadas por ciudadanos y la opinión publica. Cientos de ciudades, universidades y organizaciones ambientalistas no sólo denunciaron el retiro de Washington del Acuerdo de París sobre cambio climático, sino que están impulsando pactos autónomos con la Organización de las Naciones Unidas para cumplir el acuerdo. Los alcaldes de Pittsburgh y París escribieron un artículo conjunto en el New York Times en el cual se comprometieron a la cooperación ambiental después de que Trump comentó en un discurso que él había sido electo para representar a los ciudadanos de Pittsburgh, no de París.
Vale reiterar que tal vez la respuesta más potente es la que se expresa en el ámbito cultural, tanto en el sector comercial como en el independiente. En cines, teatros, música, televisión y más se ofrece un mosaico de denuncia, crítica, sátira e invitaciones a algo más noble. Esto se puede ver en cosas curiosas como que la película más exitosa del momento La Mujer Maravilla, amazona cuya misión es poner fin a las guerras al combatir los hombres macabros que las promueven, o que la canción más exitosa del momento, Despacito, es en español. Ese no es el Estados Unidos de Trump.
En la disputa entre el oscurecer y el amanecer de este país, también está en juego el futuro de este mundo. Por tanto, el futuro de este país no puede quedar sólo en manos de los estadunidenses.
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d).- “La muerte del centro comercial”, Alejandro Nadal, la Jornada, junio 14

La muerte del centro comercial
Alejandro Nadal
En las economías capitalistas desarrolladas la crisis financiera de 2007 tuvo como epicentro el sector inmobiliario y las hipotecas de mala calidad. Los bancos centrales rescataron al sistema bancario privatizando las ganancias y haciendo público el costo de la crisis. Y ahora que lo peor del frente de tormenta pasó, se consolida la percepción de que la borrasca ha sido controlada. Esa es una idea equivocada y peligrosa.
La verdad es que el problema en Estados Unidos se ha desplazado del ámbito residencial a los centros comerciales, los famosos y feos shopping malls. Esas enormes construcciones están hoy en el corazón del próximo huracán financiero. Al igual que en 2007, los efectos del mal tiempo se dejarán sentir en la economía global.
Los centros comerciales en Estados Unidos se están muriendo lentamente. Los locales vacíos se multiplican porque las ventas no cubren las altas rentas y los comercios en bancarrota aumentan todos los días. Casi no se habla de este tema, pero lo cierto es que en Estados Unidos crece cada día el número de centros comerciales fantasma, abandonados o con grandes espacios vacantes. Hasta se habla del modelo chino en el que el crédito barato y la especulación inmobiliaria han llevado a construcciones de millones de metros cuadrados que hoy son cascarones vacíos sostenidos por millones de toneladas de concreto, miles de kilómetros de cables eléctricos y tuberías, amén de una colosal huella ecológica.
Si la imagen exitosa del centro comercial se mantiene es sólo porque algunos malls subsisten en buenas condiciones. Pero esos centros son la minoría: en Estados Unidos sólo 20 por ciento de los centros comerciales genera más de dos terceras partes de las ganancias de este sector. Esos centros comerciales están localizados en puntos que mantienen alta densidad de población con poder de compra o en centros de concentración turística y económica. Lo cierto es que la crisis en el resto de los centros comerciales es una triste realidad que no va a desaparecer. Se calcula que en los próximos dos o tres años desaparecerán cerca de 800 shopping malls (más de la mitad del total) en todo el territorio estadunidense.
Muchos podrían pensar que el principal responsable de la debacle del centro comercial se debe al auge del comercio en línea. Pero lo cierto es que a pesar de su crecimiento, el comercio vía Internet apenas representa 12 por ciento de las ventas totales de las tiendas departamentales que sirven como ancla de los malls.
La razón de fondo de la nueva crisis es que la construcción de centros comerciales en las últimas dos décadas ha procedido a un ritmo muy superior al crecimiento del poder de compra en la mayoría de las ciudades estadunidenses. Mientras la demanda se estancaba se construyeron más de siete millones de metros cuadrados para centros comerciales en los últimos cinco años.
¿Por qué se ha mantenido la inversión en los centros comerciales? La respuesta es inmediata: cálculos de riesgo equivocados y mucha especulación. Éste es un sector en el que los inmuebles sirven de garantía, facilitan la obtención de financiamiento y permiten un mayor apalancamiento. La inversión en centros comerciales estuvo ofreciendo rendimientos estables que prometían superar 6 o 7 por ciento y con una garantía aparentemente tan sólida como el concreto y acero utilizados en su construcción. Eso explica el rápido crecimiento de capacidad instalada que hoy rebasa todas las proyecciones sobre la evolución de la demanda. Por eso las tiendas en los malls ofrecen constantes ofertas y descuentos sobre toda la gama de artículos en venta, lo cual comprime los márgenes de ganancia y lleva a la apertura de concursos de quiebra. En consecuencia, los operadores de los centros comerciales enfrentan serias dificultades para enfrentar sus compromisos de deuda. Para los próximos 18 meses se necesita refinanciar unos 130 mil millones de dólares en créditos para el sector de centros comerciales, una operación que no se anuncia fácil.
La gran diferencia de la crisis que se avecina es que los principales acreedores no son los grandes bancos, sino los llamados inversionistas institucionales como los fondos de pensión y las compañías aseguradoras, así como otros agentes financieros –en especial, los fondos de cobertura hedge funds– y uniones de crédito. Las implicaciones para el sistema financiero son más graves que las de la crisis de 2007 porque el rescate de las compañías aseguradoras y los fondos de pensión se anuncia casi imposible. Los efectos en cascada sobre los ingresos de jubilados y el desplome de recaudación fiscal (por impuestos prediales) son múltiples y serán difíciles de revertir: vender uno de esos centros es mucho más complicado que el deshacerse de mil casas. A diferencia del cierre de una fábrica y de la pérdida de empleos, el cierre de un centro comercial no puede explicarse con una retórica fácil sobre la globalización o un mal tratado comercial. El crepúsculo de los shopping malls se debe a problemas estructurales del capitalismo avanzado.
Twitter: @anadaloficial
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8.- ELEMENTOS PARA EL ANÁLISIS DE LA SITUACIÓN ECONÓMICA, SOCIAL Y POLÍTICA DE MÉXICO

a).- “Desfonde estructural”, Luis Linares, la Jornada, febrero 22

Desfonde estructural
Luis Linares Zapata
Las acciones del nuevo presidente estadunidense obligan a revisar, con urgencia y a fondo, el sistema de convivencia propio. El acento puesto por el republicano en la inmigración y el TLCAN conlleva extender una mirada crítica a las modalidades adoptadas e impuestas por el modelo vigente. Poco va quedando intocado en el curso de la violenta confrontación desplegada en este corto tiempo por las agresivas decisiones que provienen de un norte imperativo. Cierto es que también irá en aumento la prudencia, es decir, un sesgado conjunto de temores, bastante conocidos para no tocar los sustratos que condicionan el mismo orden básico. Se trasmina entonces la urgencia de visualizar un sistema más o menos funcional aunque tal imagen deseada sea poco resistente y se deshilache ante los sucesivos embates de actitudes y decretos del republicano. La realidad interna que lucha por emerger no es, para nada, halagadora. Por el contrario, con el paso de los días, se muestra una estructura llena de agujeros de variados tamaños e importancia y, junto a ellos, hartos desprecios entre personas.
Marcadas y hasta meditadas ausencias de los grupos decisorios y privilegiados afectaron, de lleno, a la población del país. Los conjuntos más vulnerables han sido y siguen siendo los que resintieron, en sus propias humanidades, las consecuencias del despapaye habido durante los pasados 30 o 40 años. En ese periodo se revirtió, con violencia, la previa tendencia hacia la igualdad. Un radical conjunto de normas y programas acentuaron, hasta con fiereza, las diferencias de clase hasta convertirse en cerradas barreras que, por un lado, protegen a los beneficiados y, por el otro, aumentan la exclusión de las mayorías. Este despiadado proceso las deja, sin miramientos, fuera del reparto de beneficios y oportunidades. Se dio así acabada forma a lo que ahora se llama modelo neoliberal. Un efectivo entorno productor de desigualdades que bien puede afirmarse ha funcionado a las mil maravillas para los intereses de sus diseñadores y usufructuarios. El desfonde actual del entramado es ya observable a simple vista. No tiene, por lo que se aprecia, asidero alguno para reponer sus perdidas capacidades. El panorama derivado contempla un reguero de organizaciones sociales dispersas; partidos políticos sin apoyo popular; una clase política ensimismada y corrupta hasta la exageración; empresas productivas de escaso alcance y divorciadas de la creación científica y tecnológica; universidades como botín de simuladores, o sindicatos, pervertidos al extremo por sus liderazgos, que se disputan lo que resta del gran festín de aquellos situados en la cúpula.
El poder central, después de la crisis del nacionalismo revolucionario y el desarrollo estabilizador, se concentró, de manera acelerada, en pocas manos. Muy arriba se apoltronaron dos o tres manojos de dueños del capital, celosos protectores de sus privilegios. Se apoyan en obsecuentes gerentes auxiliados por incipientes centros de estudio y una rala corte de difusores bien escogidos. Se ha consolidado también un grupo de llamados tecnócratas, incrustados en instituciones financieras, moldeados en universidades privadas y ciertas extranjeras de renombre. Estos personajes han fungido de adaptadores de normas y programas diseñados en los centros mundiales de poder. Una tupida red de operadores políticos de variadas categorías tratan, desde la cintura del cuerpo colectivo, de llevar a cabo la socialización de los dictados emanados desde arriba por las anteriores formaciones descritas. Este denso tejido de individuos, instrumentos y recursos ha sido el responsable de instalar lo que bien se puede ahora llamar el sistema establecido. En realidad una terminal subsidiaria del modelo neoliberal hegemónico cuya valoración y característica actual puede definirse con las palabras ineficiente e inhumano. En tal conglomerado se incluyen las instituciones sociales, productivas, culturales y políticas con las que hoy día cuenta el Estado nacional.
La confrontación entre los esfuerzos de la comunidad mexicana en EU por adaptarse y fincar su nueva vida en ese país, contrasta con el desfondado sistema nacional todavía imperante. Durante años, la emigración se vio como un fenómeno, casi obligado y necesario, al que se cubría con cínico manto de aparente conmiseración. En el fondo, era y sigue siendo, un racista desprecio derramado a borbotones por los de arriba. Los pasados errores, tapizados con impunes negocios de la élite, hoy se padecen con deficientes servicios e inocultable ilegitimidad institucional. A muy pocos les importó la tragedia que implicaba la desesperada emigración de la juventud mexicana. Menos aún les interesa atender la centroamericana o caribeña que pasa por aquí. Mucho de la urgencia actual del gobierno, empresarios y sociedad radica en mantener, como salvavidas, el enorme cúmulo de dólares que envían los trabajadores migrantes. Vital subsidio que engrasa la ineficiente maquinaria social y productiva, a la vez que prolonga la agónica fase terminal de un modelo injusto y por demás exhausto.
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b).- “Todo para los de siempre,...concentrar lo conccentrdo...” México S.A., Carlos fernádez Vega, a Jornada, Marzo 22

México SA
Todo para los de siempre/Modernidad ignominiosa/Concentrar lo concentrado
Carlos Fernández-Vega
De lo bien que los gobiernos reformistas y modernizadores han repartido la riqueza y el ingreso nacionales da cuenta la más reciente entrega de la revista especializada Forbes: el 0.000012 por ciento de la población nacional (15 magnates) acumula una fortuna conjunta cercana a 117 mil millones de dólares (la mayoría de ellos a costillas de los bienes otrora de la nación), o lo que es lo mismo, alrededor de 10 por ciento del producto interno bruto mexicano para ellos solitos. Y de ese monto cerca de la mitad corresponde a un solo patrimonio: el de Carlos Slim.
Así, 99.999988 por ciento de los mexicanos (cerca de 120 millones) se reparten –de forma tajantemente desigual, desde luego– el resto de los haberes existentes en esta República de amnésicos, irresponsables y de fácil aplauso (EPN dixit). Y después reclaman, porque por ninguna parte ven los enormes beneficios de la etapa neoliberal, con su enorme inventario de reformas y modernizaciones a favor, claro está, del pueblo de México. Vale acotar que oficialmente sobreviven 63 millones de mexicanos en la pobreza, de tal suerte que por allí puede comenzar la criba.
En medio del zarandeo económico y la rápida descomposición política y social mexicana, en un año (de 2015 a 2016) los barones mexicanos marca Forbes sortearon todos los males y se embolsaron 17 mil millones de dólares adicionales (un incremento de 17 por ciento en un país atiborrado de jodidos en el que nada, desde hace muchísimos años, aumenta en esa proporción).
Lo llamativo del caso es que la mayoría de los medios de comunicación (ahora ocupadísimos con el robo del jersey de Brady, que puede cambiar el curso de la historia) focalizan su consternación no en la escandalosa cuan creciente concentración del ingreso y la riqueza imperante en México (siempre asociadas a reformasmodernizaciones y corrupción), ni en las barbaridades cometidas por los barones, sino en el terrorífico hecho de que el santo patrono Carlos Slim ya no es el hombre más rico del mundo (en realidad cayó al escalón número 6). Entonces, ¡qué tragedia!
Pero el magnate de la telefonía, las finanzas, la minería, el petróleo y otras cositas (la mayoría de ellas otrora propiedad de la nación) ni lejanamente puede quejarse, porque desde su primera aparición en el inventario de multimillonarios mexicanos (1991, ya con Teléfonos de México en el bolsillo) su fortuna –siempre con base en los cálculos de Forbes– se incrementó la friolera de 3 mil 400 por ciento, caso digno del récord Guinness, al pasar de mil 600 millones de dólares en el año referido a 54 mil 500 millones al cierre de 2016.
Como para la mayoría de los mortales la anterior es una cantidad inimaginable, tal vez sea útil la siguiente comparación: en lo que alguna vez fue la moneda nacional, la fortuna de Slim equivale a cerca de un billón 100 mil millones de pesos (monto representativo de 25 por ciento del Presupuesto de Egresos de la Federación para 2016), un río de dinero que en un año obtienen 37 millones 652 mil trabajadores de salario mínimo. Esa es la dimensión y alcance reales de la modernización del país, siempre impulsada por las reformas que los mexicanos necesitan (EPN dixit).
Pero Slim no es el único hijo de las reformas y modernizaciones. En la lista de multimillonarios Forbesaparecen dos juniors (aunque a estas alturas ya están bastante avanzados de edad), herederos de las fortunas que sus respectivos padres amasaron desde los felices tiempos de Miguel Alemán Valdés, el de los Cadillacs y el cuerno de la abundancia (para los cuates).
Se trata del tóxico Germán Larrea Mota Velasco (hijo de El Azote Jorge Larrea Ortega –uno de los prestanombres del presidente-empresario), quien gracias a los bienes de la nación –la minería en primerísimo lugar y de Cananea en particular– y sus empleados en el gobierno ha logrado acumular 13 mil 800 millones de dólares, incremento de mil 300 por ciento en unos cuantos años.
El otro es Alberto Bailleres (que en 2015 recibió la ahora devaluadísima medalla Belisario Domínguez que concede el Senado), quien de su apá Raúl (otro prestanombres de Alemán) heredó fortuna, poder, negocios –minería, especialmente, y ahora también petróleo– y políticos a su servicio. Ha tenido la habilidad de imponer una enorme cantidad de funcionarios públicos de primer nivel (así les llaman, aunque por los resultados de último nivel) en los gobiernos neoliberales, y para ello cuenta con un gallinero conocido como ITAM. Este pobre hombre, rico en dinero, acumula 10 mil 800 millones de dólares, oficialmente.
Las fortunas conjuntas de los tres empresarios citados significan 68 por ciento del total condensado por Forbes para el caso mexicano. Les siguen otros juniors, y otros no tanto, que han lucrado, y de qué forma, con el hígado, la obesidad y las neuronas de no pocos mexicanos (refrescos, cerveza, tequila, televisión). María Aramburuzavala Larregui es la mujer más rica de México, heredera de la fortuna paterna (incluida su participación en el grupo cervecero Modelo, hoy bajo el control de un consorcio belga-brasileño). Cinco mil 800 millones de dólares para ella solita.
Otra mujer aparece en la lista: Eva Gonda Rivera, viuda de Eugenio Garza Lagüera, uno de los herederos de los mandos y negocios del otrora Grupo Monterrey. Cinco mil 600 de dólares, sin olvidar que su marido –comprador de Bancomer en los tiempos salinistas– vendió libre de impuestos su participación accionaria en la institución bancaria fundada por Manuel Espinosa Yglesias.
En fin, se acaba el espacio y entre los multimillonarios Forbes mexicas aparecen los de siempre (más Juan Francisco Beckmann Vidal, del tequila Cuervo), es decir, Jerónimo Arango, Ricardo Salinas Pliego, Antonio del Valle Ruiz (otro junior), Emilio Azcárraga (ídem), los famosísimo enemigos de los impuestos Roberto Hernández y Alfredo Harp Helú, y David Peñaloza Alanís, junior del empresario del mismo nombre y primer apellido, entre tantas otras cosas beneficiario del rescate carretero que desde 1997 pagan todos los mexicanos.
Y después dicen que las reformas y la modernización no han servido de nada.
Las rebanadas del pastel
Sin el esplendor mexicano –salvo en el caso brasileño– el drama se reproduce en América Latina: incluidos los mexicas, 87 multimillonarios latinoamericanos marca Forbes (0.000014 por ciento de la población regional) concentran fortunas por 375 mil millones de dólares, equivalentes a 7 por ciento del PIB de la patria grande.
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c).- “Alta fragilidad de México frente al exterior”, Arturo Huerta, La Jornada, Mayo 3

Alta fragilidad de México frente al escenario externo
Arturo Huerta González*
Con los tratados de libre comercio, México pasó a ser de las economías más abiertas del mundo. En 1993 dicha apertura, representada por la suma de exportaciones e importaciones en relación con el PIB, representaba 25.9 por ciento. En 2016 dicha relación pasó a ser de 78.1 por ciento, lo que la coloca en un contexto de alta vulnerabilidad en torno al acontecer de la economía de Estados Unidos (EU), que es su principal socio comercial. La apertura comercial de EU en 2015 es sólo de 28.5 por ciento, lo que refleja que es una economía mucho más cerrada que la nuestra.
La economía mexicana desde hace décadas ha estado sujeta al precio internacional del petróleo, como a sus exportaciones, y a la entrada de capitales, que tienen su incidencia en las finanzas públicas, como en el sector externo y en el tipo de cambio.
Los altos precios internacionales del petróleo, así como la entrada de capitales, apreciaron el tipo de cambio por mucho tiempo, y para que ello no redujera la competitividad, ha ido acompañado de una fuerte reducción de los salarios. Ello, junto a la política de austeridad fiscal, ha restringido el crecimiento del mercado interno, llevando a la economía nacional a depender de las exportaciones como de la entrada de capitales.
En 2011, 2012 y 2013 el precio del barril del crudo mexicano estaba alrededor de 100 dólares, y desde 2014 se viene reduciendo dicho precio, promediando en 2016, 38.48 dólares el barril. Ello, junto con la caída de las exportaciones y de la entrada de capitales, ha devaluado al peso, incrementado las presiones sobre las finanzas públicas y sobre el sector externo, evidenciando que no se cuenta con condiciones internas para mantener la estabilidad cambiaria, ni para asegurar los equilibrios macroeconómicos, ni para configurar condiciones de crecimiento. Se destaca el papel positivo que deja de tener el sector petrolero en las finanzas públicas y en el sector externo.
En 2013 los ingresos petroleros daban cuenta de 33.2 por ciento del total de los ingresos del sector público y en 2016 sólo pasaron a representar 16.3 por ciento, incrementando ello el déficit fiscal. Asimismo, después de haber tenido un superávit petrolero de 12 mil millones de dólares en 2012, dicho sector pasó a tener un déficit de 12 mil 800 millones de dólares en 2016, incrementando ello el déficit de comercio exterior total.
Ahora, ante las perspectivas proteccionistas del gobierno de Estados Unidos, se afectarán seriamente las exportaciones. En 2015 las exportaciones de México hacia EU representaban 81.1 por ciento del total exportado, las cuales equivalen a 31 por ciento del PIB de nuestro país. Las exportaciones del sector primario (agricultura, ganadería, forestal y pesca) en 2012 representaban 37.2 por ciento de la demanda final.
Cualquier disminución de las exportaciones, manufactureras y agropecuarias, pasará a afectar seriamente a la economía nacional y el problema es que el gobierno confía en que obtendrá buenos resultados en las renegociaciones del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN). Donald Trump sigue reiterando que se negoció mal para su país y que replanteará dicho tratado para incrementar exportaciones y reducir importaciones, dado de que parte de que su país es primero, a diferencia de México, donde se postula que con el TLCAN todos ganan.
Si EU va a las negociaciones en la perspectiva de incrementar sus exportaciones y disminuir importaciones, México perderá, lo que contraerá la producción nacional, aumentará el desempleo y se incrementarán las presiones sobre el sector externo, y el gobierno no tiene en mente política económica alguna para contrarrestar tal situación.
El banco central aumenta la tasa de interés para atraer capital especulativo, a costa de alejar las perspectivas de crecimiento de inversión para encarar los problemas estructurales que están detrás del déficit de comercio exterior. El mismo impacto genera la política de recortes presupuestales que restringen el gasto e inversión pública para obtener superávit fiscal. La inversión pública en relación con el PIB en 2008 fue de 4.9 por ciento y en 2016 de sólo 1.8 por ciento, lo que se traduce en mayor privatización de la infraestructura, de los sectores estratégicos y en menor crecimiento de la capacidad productiva que nos condena al atraso y nos coloca en un contexto de mayor fragilidad frente al exterior, y con mucha menos capacidad para encarar la mayor caída de las exportaciones que se avecina.
El gobierno mexicano debe partir en la renegociación con la mentalidad de the mexican economy first (primero la economia mexicana), y si no lo logra, es mejor dejar el TLCAN e instrumentar políticas proteccionistas, como hará EU. Las importaciones representan 40 por ciento del PIB, lo que constituye un gran potencial para crecer en torno a sustituir importaciones, como se hizo desde 1947 hasta 1981, cuando la economía creció a 6.2 por ciento promedio anual.
*División de Estudios de Posgrado. Facultad de Economía, UNAM.
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d).- “Deuda: dolor de muelas (…), México S.A., Carlos Fernandez Vega, la Jornada, Julio 20.

México S.A. Deuda: dolor de muelas. Standard reconsidera. Hacienda garantiza pago
Carlos Fernández-Vega
En la Secretaría de Hacienda están más que contentos, porque una de las principales calificadoras internacionales, Standard & Poor’s Global Ratings, mejoró la prospectiva de la trayectoria de largo plazo de la voluminosa deuda pública mexicana, al elevarla de negativa a estable. Con tal decisión amaina el intenso dolor de muelas que en el gobierno peñanietista provocó la degradación que casi un año atrás decretó la citada agencia privada.
En agosto de 2016 Standard & Poor’s redujo su calificación crediticia asignada al gobierno mexicano (de estable a negativa) como resultado del deterioro de la expectativa por el incremento sostenido en la deuda pública, dejando en claro que podría abatirla aún más, toda vez que en 2015 tal débito representó alrededor de 42 por ciento del producto interno bruto nacional; para 2016 esa proporción se elevó a 45 por ciento y en 2017 llegaría a 50 por ciento, por lo que –según su propia advertencia– podría degradar aún más su calificación en el presente año.
En apenas una década la deuda pública mexicana aumentó cerca de 20 puntos porcentuales (de Calderón a Peña Nieto). De allí la degradante decisión de la calificadora descalificada (recuérdese que Standard & Poor’s fue una de las agencias que fingieron demencia y dejaron pasar la bomba de la llamada burbuja hipotecaria en Estados Unidos, la cual finalmente reventó y generó la profunda crisis económico-financiera en el país norteño y, de pasadita, a nivel mundial).
Amenazó con rebajarla aún más, pero en los hechos sucedió lo contrario y así como la agencia decide cuándo degradar una que otra deuda pública por el deterioro de la expectativa, al año siguiente mejora la prospectiva, por mucho que para el caso mexicano sus estimaciones se cumplieron prácticamente al pie de la letra, porque el débito público de nuestro país, como proporción del PIB, no ha dejado de crecer.
Desde luego que la Secretaría de Hacienda no desperdició la ocasión ni el anuncio de la calificadora, y de inmediato presumió que “Standard & Poor’s reconoce una reacción pronta y eficaz de las autoridades actuales ante los recientes choques negativos como los de tipo de cambio. La perspectiva estable refleja la mejoría del balance fiscal de México, el cual es reflejo de la política fiscal del gobierno y el persistente crecimiento económico. La calificadora enfatiza que la reforma fiscal apoyó de manera sustantiva para hacer frente al decrecimiento en los ingresos petroleros. Destaca que la mejora en la perspectiva refleja el historial positivo de las políticas fiscal y monetaria, el cual ha contribuido a déficits moderados y baja inflación, así como deuda externa sustentable”.
Hasta allí el autopiropo de la Secretaría de Hacienda, el cual deja de lado la verdadera razón por la que la multicitada agencia privada elevó su calificación de la deuda pública mexicana, la cual no es otra que la garantía del gobierno peñanietista de pagar puntualmente el servicio de tal débito, o lo que es lo mismo, primero morirían de hambre los habitantes de este país que la autoridad financiera dejara de pagar un solo centavo. Así, se aleja el fantasma de una eventual suspensión o, como diría el extinto titular de Hacienda, Jesús Silva Herzog, un problema de liquidez.
Lo llamativo de todo esto es que, como es su costumbre, Standard & Poor’s se desoye a sí misma, pues la deuda pública mexicana no ha dejado de crecer y el compromiso del gobierno peñanietista de reducir su tamaño como proporción del PIB mexicano ha sido permanentemente incumplido, a pesar de las advertencias que en tal sentido han hecho públicas organismos como el Fondo Monetario Internacional.
Cuando Felipe Calderón se instaló en Los Pinos, el gobierno de Vicente Fox le heredó una deuda pública equivalente a 28 por ciento del PIB (algo así como 3.13 billones de pesos); seis años más tarde, cuando el tal Jelipe por fin dejó la residencia oficial, tal proporción había crecido a 35 por ciento del producto (alrededor de 5.9 billones), y de allí en adelante el gobierno peñanietista la elevó –cierre de 2016– a 48 por ciento (en algún momento de 2017 la autoridad financiera reconoció que tal proporción rondaba 50 por ciento). Así, la estimación de la citada agencia calificadora se cumplió a cabalidad.
Pero de cualquier suerte Standard reconsidera su decisión y eleva su calificación de negativa a estable. ¿Qué la llevó a deshacer el entuerto? La única posibilidad es la garantía de la Secretaría de Hacienda –léase del gobierno de EPN– de primero muertos que incumplidos, por mucho que el margen de maniobra del erario nacional sea cada día más limitado.
Como en este espacio se ha documentado, en lo que va del gobierno peñanietista la deuda del sector público federal se ha incrementado en alrededor de 60 por ciento en su segmento interno y en más de 50 por ciento en su componente externo. Lo anterior se traduce en que la deuda interna –en números cerrados– pasó de 3.6 billones de pesos el primero de diciembre de 2012 a 5.7 billones el último día de mayo de 2017, mientras que en igual periodo el débito externo aumentó 62 mil millones de dólares (de 123mil a 185 mil millones; si se considera el desplome del tipo de cambio, ese brinco, en pesos, fue de un billón 600 mil millones a 3 billones 515 mil millones).
Así, al cierre de mayo pasado el total de ambos adeudos superó 9 billones de pesos, una catarata de dinero que en buena proporción se ha destinado al pago de intereses (y una parte muy menor a comisiones y gastos) de la propia deuda, de acuerdo con las cifras de la Secretaría de Hacienda, de tal suerte que en el transcurso del sexenio peñanietista de las arcas nacionales han salido un billón 276 mil 379.2 millones para cubrir los intereses de la deuda interna y casi 32 mil millones de dólares para lo mismo, pero en su segmento externo.
Pero en Hacienda están locos de contentos, porque Standard cree que mejoró la prospectiva de la deuda pública mexicana.
Las rebanadas del pastel
Toma forma la agenda de negociación del TLCAN, y Estados Unidos incluye el capítulo laboral, aunque no para el libre tránsito de mano de obra. Por el contrario, la queja del salvaje de la Casa Blanca es por la pérdida de miles de empleos en su país como resultado del acuerdo trilateral. De progresar, puede hundirse la tan cacareada competitividad mexicana, que no es otra que la miseria salarial que aquí se paga, con una diferencia de entre 10 y 15 tantos con respecto a lo que se cubre en el vecino del norte.
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e).- “Estados Unidos/OEA:México, Estado Vasallo”, Carlos Fazio, La Jornada, mayo 22.

Estados Unidos/OEA: México, Estado vasallo
Carlos Fazio
Tras la llegada al poder de los unipolaristas y militaristas de la Casa Blanca, México va camino a convertirse en el principal Estado satélite regional de Washington. Según el Diccionario de política, de Bobbio y Matteucci, el término califica la condición paracolonial de sujeción y dependencia de un Estado respecto de otro. Satélite es el Estado cuya actividad política, económica y militar, interna e internacional, es dependiente del Estado dominante. La condición de satélite conlleva de hecho (si no de derecho) la pérdida de la independencia y la soberanía nacionales. El Estado satélite no está en condiciones de ejercitar una política exterior autónoma, aunque conserve de manera formal los simulacros de la independencia y la soberanía.
El modelo de dominación estadunidense sobre México se basa en la doctrina de la soberanía limitada, y se realiza bajo la forma indirecta de control ideológico, político, económico y militar. Pero en la coyuntura, a su cualidad de satélite México suma su condición de vasallo, término que designa comúnmente al Estado que está subordinado política e ideológicamente a una potencia, especialmente en el contexto de un sistema internacional premoderno. Verbigracia, el actual papel de la diplomacia mexicana en el seno de la Organización de Estados Americanos (OEA), añejo instrumento de control semicolonial de Estados Unidos (EU) de la época de la guerra fría, donde el vasallaje −antaño como ahora− implica obligaciones de apoyo político y asistencia militar subordinada al poder hegemónico.
La asimétrica lógica imperial inter-hemisférica se aplica bajo la fórmula hegemonía + violencia, lo que implica desde las contrapartes más débiles de la relación vasallaje + obediencia. En ese sentido, por mandato de Washington en fechas recientes México se ha convertido en un agente ralentizador del proceso integracionista subregional desde su interior; en una quinta columna que de manera colaboracionista con el poder imperial ha venido trabajando para provocar la implosión de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac), organismo intergubernamental sin EU y Canadá heredero del Grupo de Río.
En la fase actual EU tiene en la mira a Venezuela. La sala de comando del golpe de Estado contra el país sudamericano está instalada en la OEA, y como Estado vasallo de Washington, México ha sido llamado a jugar un papel singular. Por instrucciones del aprendiz de canciller Luis Videgaray y su jefe Enrique Peña Nieto, el representante mexicano ante el organismo, Luis de Alba, desempeñó un rol clave el pasado 3 de abril, cuando en una sesión ilegal se dio un golpe institucional en el organismo. De Alba instó en dos oportunidades a votar un documento injerencista contra Venezuela sin votación (por consenso), y cuando vio que no contaba con los votos necesarios pidió un receso para hacer el control de daños. Reanudada la sesión, en otro acto fraudulento impulsó un consenso por mayoría (sic), lo que dio vía libre a la escalada de manifestaciones opositoras armadas, de corte terrorista, que en 50 días ha dejado saldo una treintena de muertes.
Con una amplia y programada cobertura mediática de exportación internacional que sigue el guión maniqueo: Maduro dictador versus Oposición democrática, las marchas pacíficas impulsadas y financiadas por los políticos y empresarios golpistas de 2002 con apoyo de agentes encubiertos de Washington, están concentradas en menos de 1 por ciento del territorio venezolano; en 19 municipios controlados por la derecha, siendo el foco principal del terrorismo neonazi el municipio Chacao, de aproximadamente 12 kilómetros cuadrados. En el resto del país la vida sigue con normalidad.
Las imágenes exhiben que los protagonistas de la violencia callejera (donde hay infiltrados paramilitares, mercenarios, francotiradores y bandas de malandros) están pertrechados con escudos y costosos equipos de ataque: máscaras antigases, atuendos especiales y armas contundentes diversas, algunas de fabricación casera, pero las corporaciones mediáticas los presentan como los nuevos luchadores por la libertad (Ronald Reagan dixit).
Las marchas y el empleo dosificado de la violencia armada bajo un enfoque de cerco y asfixia, siguen los patrones de los manuales de las Fuerzas de Operaciones Especiales de EU, como la Circular de Entrenamiento 18-01 sobre la guerra no convencional. La guerra irregular o asimétrica funde las doctrinas de la manipulación sicológica vía grandes corporativos mediáticos tipo CNN, O’Globo o Televisa con la guerra económica de monopolios y oligopolios trasnacionales y venezolanos que desde el fallido golpe de Estado de 2002 vienen impulsando el desabastecimiento selectivo y programado de alimentos, entre ellas Alimentos Polar, de Lorenzo Mendoza; Cargill Venezuela, Nestlé y Hermanos Herrera CA, empresa distribuidora de Kellog’s, General Mills y Procter & Gamble, lo que mediáticamente es difundido bajo falsas matrices simbólicas equivalentes a colas y hambruna; de medicinas (Abbott, Roche, Novartis, Bayer, Pfizer, Sanofi, Merck, Astrazeneca, Glaxo); de productos de higiene (Johnson & Johnson, Kimberly Clark, Colgate-Palmolive); maquinaria y repuestos, alterando o saboteando de manera facciosa los mecanismos de distribución, a lo que se suman la inflación inducida y el bloqueo comercial y financiero internacional encubierto de las corporaciones del ramo (Moody’s Investors, Standar & Poor’s, Fitch Ratings, Credit Suisse, Bank of America, J. P. Morgan, Morgan Stanley y Deutsche Bank).
En ese contexto, como medida de presión contra el gobierno constitucional y legítimo de Nicolás Maduro, México ha venido impulsando entre los países de la Alianza del Pacífico (Chile, Colombia y Perú) el retiro de embajadores y reducir sus misiones en Caracas a nivel de encargados de negocios, como paso previo a una eventual ruptura de relaciones diplomáticas. Asimismo, en la reunión de cancilleres programada para el 31 de mayo, es previsible que la OEA eche a andar un bloqueo financiero y comercial contra Venezuela.
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f).- “Trump y militares: México y Venezuela”, John Saxe Fernández, La Jornada, Mayo 11.

Trump y militares: México y Venezuela
John Saxe-Fernández
¿Es Trump presidente sólo para consumo público o son las fuerzas en la sombra –los militares, la CIA, la elite corporativa/bancaria y las Exxon del mundo– los poderes detrás del trono que, como dice Finian Cunningham (ICH 6/V/17), dejan un rastro de beligerancia y militarismo? Después del 11/S, Bush hijo optó por un estado de excepción sin apego constitucional ni al derecho internacional y desde 2010 la Suprema Corte aprobó la Ley Citizens United, que permite al 1 por ciento y a las corporaciones contribuir sin límite a las campañas electorales, instaurándose lo que para el ex presidente Carter es una oligarquía con capacidad ilimitada para el soborno político como algo básico para ser nominado y electo presidente. ¿Cómo actúa al sur del Bravo, en particular en Venezuela y México, la proyección externa de una oligarquía en estado de excepción?
Igual que siempre en contubernio con la oligarquía local, pero peor. Desde el 11/S Estados Unidos practica la unilateralidad militar bajo coartadas varias: la guerra antiterrorista o la guerra al narco. Rechaza las Convenciones de Ginebra, ataca Afganistán y miente al mundo sobre las armas de destrucción masiva luego bombardea e invade Irak. Bush ocultó la activa participación de Arabia Saudita en el 11/S y él y su sucesor se fueron sobre Libia, Siria, Yemen, Sudán, Paraguay, Honduras. Por su riqueza fósil y cercanía la mira está en México, Canadá y Venezuela, sometida a una brutal intervención golpista de Estados Unidos, en pos del control y usufructo de su vasta reserva mientras los otros van a renegociar el TLCAN.
Al lado del tratado hay acuerdos de facto que acoplan a México a los principios de la política exterior y de seguridad de Estados Unidos. ¿Qué principios? 1) avalar la doctrina de autodefensa anticipatoria o guerra preventiva, en desacato al derecho internacional y 2) aceptar la doctrina straussiana contra la función de defensa nacional, desviando a las fuerzas armadas hacia funciones policiales. Recuérdese que el estado de excepción interno se estableció en Estados Unidos bajo la Ley Patriota y luego la Ley Marcial John Warner Defense Authorization Act de 2007, que permiten al Ejecutivo usar los militares en tareas propias del Ministerio Público. Con una partida de 3 mil millones de dólares y un Felipe Calderón en Los Pinos, se puso en marcha la Iniciativa Mérida, arreglo de factofuera del derecho internacional y de la jurisdicción y vigilancia legislativa mexicana. Hoy la Ley de Seguridad Interior de PRI y PAN nos homologaría con las leyes del Department of Homeland Security (DHS) en el contexto de operativos del Comando Norte y del DHS ¡para proteger la vasta infraestructura Pemex/CFE, en traspaso a los huachicoleros del big oil!
El nombramiento de Rex Tillerson (Exxon) a la Secretaría de Estado y del general John F. Kelly, ex jefe del Comando Sur, al DHS, es parte del asalto oligárquico-imperial contra el manejo nacional del petróleo venezolano y de lo que los astutos de acá van dejando del sector. Por eso Kelly va en contra de la izquierda mexicana.
Se puede seguir paso a paso el guión golpista de Kelly contra Maduro en la Operación Venezuela Freedom 2. Ahí un gran lector de partituras como Dudamel, verá que Luis Almagro, de la OEA (un cachivache imperial) pactó con Kelly en 2015 aplicar la Carta Democrática contra Venezuela y que la oligarquía y su MUD siguen el libreto imperial: generan crisis alimentaria, de medicinas, agua, electricidad y otros bienes esenciales, como en el golpismo Nixon/Kissinger contra Allende. En ese guión Kelly incluyó el uso de la MUD para hacer chillar las calles con violencia encapuchada, culpando a Maduro desde las pro-golpistas CNN y DW de Berlín, de cuanto herido, muerto, escasez, desperfecto o desabasto ocurra.
Tanto en lo interno de Venezuela como en lo regional, los hechos y narrativa en medios se aproximan de manera cínica a la partitura de esa operación que desnudó cómo se fragua el gran saqueo contra Venezuela. Los sucesos diarios hacen patente una diplomacia de fuerza parte y parcela del acelerado desplome hegemónico de una potencia ante los riesgos existenciales de hoy, sin sustento moral y científico en los altos puestos de mando. Si la Operación Venezuela 2 deja ver el complot Kelly-Almagro-MUD al servicio del big oil, no nos limitemos a explicar al belicismo de Estados Unidos o a Trump, como resultado de una aberración fascistoide.
Es peor que eso. Es el desplome hegemónico del capitalismo monopólico-financiero lanzado a la explotación de los recursos que van quedando sobre la corteza, incapaz de frenar el arrastre de los poderes fósiles al abismo. El golpismo de Kelly/Exxon por el crudo venezolano, va al lado del negacionismo de Trump. La demolición controlada de las Torres Gemelas, las carnicerías de Estados Unidos y el ascenso de los generales, aceleran el desplome. En un mundo multipolar y calentándose sin control, la ruta es otra. www.jsaxef.blogspot.com Facebook: JohnSaxeF
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g).- “El Derecho humano a vivir en paz”, Miguel Concha Malo, La Jornada, marzo 4

El derecho humano a vivir en paz
Miguel Concha
Llama la atención que en lugar de discutir un modelo de seguridad compatible con la Constitución y los instrumentos internacionales de protección a los derechos humanos aprobados por México, nuestros legisladores, contra toda evidencia, sigan impulsando un esquema desfigurado y hechizo de seguridad pública, contrario a un Estado democrático y social de derecho, y a las expectativas de la nación. Con el inicio, en efecto, de la llamada guerra contra el narcotráfico, a partir de diciembre de 2006, los registros oficiales indican que desde el aumento del número de soldados y marinos desplegados en operaciones de seguridad pública, los índices de violencia y violaciones a los derechos humanos en el país han reportado un acelerado incremento.
Los informes de organizaciones de derechos humanos, como Amnistía Internacional (2016/17), dan a conocer que el gobierno mexicano tiene registrados, hasta finales de noviembre de 2016, 36 mil 56 homicidios en tales operativos. Instituciones académicas, como el Centro de Investigación y Docencia Económicas, han señalado igualmente, con fundamentos estadísticos sólidos e incontrovertibles, el aumento de la violencia en los últimos años, en proporción directa con el mayor número de efectivos militares involucrados en actividades que no les competen. Y organizaciones nacionales de derechos humanos, junto con otros estudios, como el emitido por el Instituto Belisario Domínguez del Senado, han mostrado también la alta tasa de letalidad en los enfrentamientos de las operaciones de seguridad, en las que están implicados miembros de las fuerzas armadas.
Quizás a ello se deba que no se haya explicitado hasta ahora en México el reconocimiento del derecho humano a la paz, complemento indispensable de todos los esfuerzos de la sociedad por eliminar las causas institucionales y políticas que generan la violencia, para no seguir perpetuando las que la provocan. La paz, como un derecho de las personas y de los pueblos, comenzó a definirse a partir de la construcción doctrinaria que acompañó al surgimiento de la Sociedad de las Naciones en 1918. Ello no obstante, fue tras los horrores de la Segunda Guerra Mundial cuando la paz se constituyó como un concepto positivo, fundamentado en resoluciones de la Asamblea General de Naciones Unidas, la Conferencia General de la Unesco, y los órganos regionales de carácter intergubernamental. Pero no fue sino hasta décadas después de 1945 cuando la necesaria existencia de un derecho humano a la paz, de un derecho individual y colectivo a vivir en paz, siguió a la conceptualización de una nueva categoría de derechos humanos, los llamados derechos de la tercera generación, derechos de solidaridad, o de vocación comunitaria.
La Declaración de la Comisión de Derechos Humanos de la ONU sobre la Preparación de las Sociedades para Vivir en Paz sostiene que el derecho a vivir en paz es para todas las naciones y todos los individuos. Posteriormente, en su artículo primero, la Declaración sobre el Derecho de los Pueblos a la Paz proclama solemnemente que los pueblos de la tierra tienen un derecho sagrado a la paz. Y una resolución adoptada en 1976 proclamó ese derecho humano a la paz, que ha sido incorporado posteriormente a varias constituciones de diferentes países.
En el ámbito regional americano también se le reconoce, mencionado por primera vez en una resolución de la Conferencia General del Organismo para la Proscripción de las Armas Nucleares en América Latina, adoptada en 1979 en la Conferencia de Quito, la cual proclamó el derecho de todas las personas, los estados y la humanidad a vivir en paz. Igualmente, en el marco de la Organización de Estados Americanos, la Asamblea General de la OEA, en la Declaración de Caracas, reconoció en su párrafo cuarto, en 1998, la existencia del derecho humano a la paz.
La paz no es entonces un valor que pertenezca únicamente a las relaciones internacionales, ni mucho menos un asunto que deban pactar quienes ostentan el poder. Es sobre todo un derecho humano del que todas las personas, los grupos y los pueblos somos titulares. Todas y todos tenemos derecho a vivir en paz; todas y todos tenemos derecho a una paz justa, sostenible, duradera y con dignidad. La paz no es tampoco sólo la ausencia de conflictos armados internos o internacionales. Es un concepto mucho más amplio y positivo que engloba el derecho a ser educado en y para la paz; el derecho a la seguridad ciudadana, e incluso humana; a vivir en un entorno sano y seguro; al desarrollo, y a un medio ambiente sostenible. Es un derecho que engloba también el derecho a la desobediencia civil y a la objeción de conciencia frente a actividades que supongan amenazas contra la paz, así como el derecho a la resistencia contra la opresión de los regímenes que violentan derechos humanos.
La paz es la premisa para el ejercicio de todos los derechos humanos, y al mismo tiempo un derecho humano, para cuyo ejercicio se requiere del concurso de diversos factores sociales, culturales, políticos, económicos e ideológicos. Las responsabilidades de los estados sobre la paz incluyen, pero no se limitan, al plano internacional. La Declaración sobre el Derecho de los Pueblos a la Paz de 1984 enuncia que es deber sagrado de todos los estados garantizar que los pueblos vivan en paz. Y declara que proteger el derecho de los pueblos a la paz, y a fomentar su realización, es una obligación fundamental de todo Estado. Un ejemplo destacable del reconocimiento interno del derecho a la paz se encuentra en la Constitución de Colombia de 1991, la cual, en su artículo 22, dispone que la paz es un derecho y un deber de obligatorio cumplimiento. Y en México, ¿cuándo será garantizado explícitamente en nuestra Constitución?
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h).- “TLCAN y migrantes, adeudos en disputa”, Jorge Durand, al Jornada, junio 11.

TLCAN y migrantes, adeudos en disputa
Jorge Durand
Las omisiones se pagan caro. En la negociación del Tratado de Libre Comercio, firmado hace 23 años, Estados Unidos (EU) vetó el tema de la movilidad de mano de obra y México el del petróleo. Los costos están a la vista: cinco millones de mexicanos en situación irregular en EU y una empresa estatal reformada y a punto de la quiebra.
En el contexto actual ya no existe esa moneda de cambio. Pero el tema migratorio sigue presente como un fantasma en la mesa de negociación. Paradójicamente aquellas viejas promesas de que México quiere exportar mercancías y no capitalespodrían ser corroboradas por la realidad empírica, de que México exporta mercancías y ya no exporta mano de obra. El flujo migratorio indocumentado ha bajado de manera constante a lo largo de los últimos nueve años.
¿Sería posible negociar la movilidad de mano de obra legal, ordenada y negociada? Muy difícil en el contexto de la administración Trump que no entiende de cifras, ni de estadística, sino de prejuicios.
Otra moneda de cambio a la que se ha hecho alusión es el control de la migración centroamericana en su tránsito por México hacia EU, que es un flujo que no ha parado y que sigue creciendo. Sin embargo, eso ya se da por hecho. México deporta mensualmente miles de migrantes y, que se sepa, no recibe nada a cambio, salvo el desprestigio de hacer el trabajo sucio.
Pero ahí no acaba el asunto. Hay mucho que negociar en este tema y ha quedado pendiente el acuerdo o tratado de totalización que se refiere a las cotizaciones de seguridad social entre ambos países. Todos los miembros de la OCDE tienen este acuerdo, menos México. Y necesariamente tiene que negociarse porque, cada vez más hay estadunidenses que trabajan y cotizan en México y luego vuelven a EU. O mexicanos-americanos que trabajan entre los dos países y cotizan en ambos lados. En el futuro cercano podrían ser millones de personas en esta situación.
Y en la negociación necesariamente se tiene que incluir a los ocho millones de mexicanos que laboran en EU y que pagan rigurosa y religiosamente sus impuestos, pero, curiosamente, la mayoría no devengará sus beneficios.
Pero algo tan claro para todos, como el derecho a la jubilación, de todos aquellos que cotizaron, no se aplica para la mayoría de migrantes. Sólo para los ciudadanos y residentes. Incluso si un migrante residente en EU regresa a vivir a México, podría perder su derecho a la jubilación, porque no residen de manera permanente en EU.
Peor aún, tres cuartas partes de los migrantes indocumentados (unos tre millones aproximadamente), que según el PEW Hispanic, tienen más de 10 años trabajando en EU no podrían tener acceso a recuperar su dinero depositado en las arcas de la Social Security Administration (SSA).
En realidad se trata de un fondo llamado Earnings Suspense File que tienen la friolera de 1.2 trillones (americanos) de dólares, compuesto por cotizaciones de los trabajadores y los empleadores a la SSA, que no han sido reclamados y están en suspenso. Según el estudio realizado por Manuel Carvallo, en Hispanic Wealth, LLC, se estima que los migrantes mexicanos puedan recuperar unos cien mil millones de dólares, y eso es posible, sí México sabe negociar. Para ello requiere de un bufete de primer nivel de abogados estadunidenses especializados en impuestos, y actuarios que conozcan a fondo el tema de la seguridad social en EU. Un gasto que bien vale la pena no regatear, dada la magnitud del adeudo.
Lo que la SSA tiene como reserva en este fondo es de tal magnitud qué fácilmente se puede financiar el gasto de 10 años de pensiones en EU. Y la tentación de quedarse con el fondo está a las puertas, por el déficit que ya acarrean.
Todo esto está complicado con una serie de leyes y disposiciones de segundo rango que pretenden que los migrantes, que regularicen su situación legal, no puedan recuperar su antigüedad y lo que cotizaron históricamente. Eso fue posible en 1986 con la ley de amnistía y muchos recuperaron su antigüedad y sus jubilaciones se hacen de acuerdo a los años trabajados en EU, pero no lo que cotizaron en México.
El panorama, además de confuso e intrincado, es preocupante. Baste recordar que ya tenemos experiencia en este tipo de asuntos. Durante el Programa Bracero (1942-1964) México recibía del gobierno estadunidense, por medio del Wells Fargo Bank, 10 por ciento de los salarios de los migrantes por concepto de ahorro y que debería ser devuelto a los migrantes a su regreso. Es bastante conocida la historia. Algo se pagó en los primeros años pero luego el gobierno se quedó con el ahorro, con el pretexto de capitalizar al Banco Agrícola, que supuestamente iba a beneficiar a todos los campesinos. Cincuenta años después vinieron las reclamaciones, sólo en parte y de mala manera solucionadas y se tuvo que reconocer el adeudo.
Los reclamos en México fueron a punta de movilizaciones, incluso hasta en el rancho de Fox en San Francisco del Rincón, Guanajuato. En EU se recurrió a la vía legal a una demanda colectiva class action, el gobierno mexicano perdió el juicio y tuvieron que pagar.
Con los ahorros de los migrantes en la seguridad social de EU puede pasar otro tanto y utilizarse como moneda de cambio en las negociaciones del Tratado de Libre Comercio. No hay información al respecto, pero la tentación está a la vista, tanto para la SSA como para el gobierno mexicano. Es una montaña de dinero acumulada.
Como quiera, el asunto tiene que negociarse, el acuerdo de totalización forma parte de las negociaciones del TLCAN. Se requiere de un equipo profesional que asesore al gobierno y que las negociaciones se distingan por la transparencia. No se puede repetir la nefasta experiencia de años anteriores, ni se puede negociar, con el dinero de las jubilaciones de los migrantes, para lograr otros propósitos.
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i).- “No es política migratoria, es insensibilidad”, Editorial, La Jornada, marzo 5

No es política migratoria, es insensibilidad
El crecimiento y la magnitud que han alcanzado en los decenios anteriores las corrientes migratorias han dado lugar a buen número de investigaciones orientadas a medir los alcances políticos, económicos y sociales de esos desplazamientos. A esos estudios han seguido otros, más específicos, preocupados por comprender en toda su dimensión la incidencia que el fenómeno tiene en el plano de la salud emocional para las personas que dejan sus lugares de origen y que permiten aproximarse al drama que la migración representa. Con variantes, todos coinciden en señalar los devastadores efectos que el proceso tiene sobre quienes se ven obligados a dejar atrás su país natal, familia, amigos, referentes culturales y, en suma, todo lo que hasta el momento de trasladarse fue significativo para ellos.

Hay, asimismo, diversos trabajos que describen los trastornos que afectan a las poblaciones migrantes por el solo hecho de serlo –es decir, por el mero traslado forzoso de un espacio conocido a otro desconocido y generalmente no amistoso–, así como las dificultades que afrontan a raíz de la pérdida de su sentido de pertenencia. Todo eso, desde luego, sin hablar de los problemas básicos de subsistencia (vivienda, alimentación, salud, servicios) que por regla general padecen los hombres, mujeres y niños que integran los flujos migratorios.

Por eso, los términos del documento filtrado desde el Departamento de Seguridad Nacional (DSN) de Estados Unidos, y lo dicho por funcionarios entrevistados por la agencia de noticias Reuters, según los cuales la administración de Donald Trump planearía separar de sus hijos a las madres que crucen sin papeles la frontera norte, constituye una aberración que se suma a otra. Hasta donde dejan saber los trascendidos, mientras los padres permanecerían detenidos, los niños serían puestos bajo la custodia del Departamento de Salud y Servicios Humanos, con el método menos restrictivo posible hasta que puedan ser cuidados por un familiar estadunidense o un tutor designado por el Estado. Y es que de acuerdo con la óptica republicana, las madres migrantes emprenden su riesgoso viaje confiadas en que, en caso de ser detenidas, serían puestas rápidamente en libertad y encararían un proceso legal que podría demorar años en resolverse.

La medida presuntamente en estudio es sencillamente brutal. El solo estado migratorio genera en niños y niñas, según las investigaciones mencionadas, altísimos índices de inseguridad, ansiedad, tristeza, temor y desesperanza, y todo ello deriva en un cuadro que conspira seriamente, aun en términos clínicos, contra la salud y el futuro del menor migrante. No resulta difícil, pues, imaginar las consecuencias que la separación abrupta de la madre y el internamiento en una institución oficial podrían tener para los niños sometidos a ese procedimiento (y también para sus progenitoras).

Sin embargo, no es preciso echar mano de un argumento médico o de una justificación legal para condenar sin ambages la truculenta disposición que al parecer está evaluando el DSN: la ruptura desconsiderada del que quizá sea el vínculo natural más fuerte de la especie humana, en nombre de la política poblacional o de la política a secas es lisa y llanamente inadmisible. Es de esperar que, en definitiva, la medida no llegue a concretarse, aunque no sería sorprendente en una administración cuyo titular declara con toda tranquilidad que justifica la tortura.

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j).- “Revisión del TLC y participación social”, Miguel Concha, la Jornada, junio 3

Revisión del TLCAN y participación social
Miguel Concha
Es de tal dimensión la situación actual de crisis en la que nos ha colocado el sistema capitalista en su fase neoliberal que pone en riesgo toda forma de vida en el planeta. La liberalización de las economías y la refuncionalización de los estados, al servicio de las grandes corporaciones, son elementos que han sido plasmados y positivizados en instrumentos internacionales que regulan el libre comercio entre países. Tal es el caso del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), que entró en vigor el primero de enero de 1994, el mismo día que, por cierto, se levantó el Ejército Zapatista de Liberación Nacional contra el mal gobierno. A más de 20 años de su instrumentación, las consecuencias han sido desastrosas.

Hoy vemos la manera en que, durante décadas, México se ha vuelto aún más dependiente de Estados Unidos, pues se ha dejado de lado la soberanía nacional y se ha sustituido más bien por una relación integral subordinada, cada vez más preocupante y mayor. Este año, y debido a la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca, se anunció la renegociación del TLCAN, bajo el supuesto de que es un tratado comercial que no ha beneficiado a Estados Unidos. Imagínense qué ha pasado con México si el gobierno de Trump piensa que es un mal tratado para su país. Urge entonces voltear a ver sobre todo hacia las comunidades indígenas y campesinas, las y los trabajadores, y las juventudes, quienes han visto y vivido el despojo y la precarización de sus vidas. Esto probablemente ayudaría a Trump para mirar que sus propias actividades empresariales han causado efectos nocivos en nuestros territorios, y, entonces sí, cambiar todo, pero de raíz, estructuralmente.

La pretendida renegociación ha despertado de nueva cuenta el interés de redes de redes –como diría don Pablo González Casanova– de organizaciones sociales de Canadá, Estados Unidos y México, para discutir las consecuencias del TLCAN, pero también para proponer nuevas alternativas de integración y cooperación internacional. Y por ello en el Palacio de Medicina de la UNAM en la Ciudad de México se dieron cita los pasados 26 y 27 de mayo poco más de cien organizaciones trinacionales, con el propósito de reflexionar sobre los resultados de este tratado. El encuentro convergió en que primeramente los efectos de este acuerdo son negativos; que la realidad de los países no mejoró, sino que por el contrario, empeoró, y que solamente se han visto beneficiadas empresas trasnacionales y algunos grupos económicos y políticos en el poder.

Esta primera coincidencia entre las organizaciones nos lleva a pensar entonces sobre la conveniencia de mantener el TLCAN o no. ¿Por qué mantener un tratado que ha sido negativo para los tres países? ¿Conviene modificar algunos de sus contenidos, o cambiarlo todo sobre otras bases y otros principios que guíen las relaciones comerciales entre países? Mediante una declaratoria (https://goo.gl/lTW0cw ), las organizaciones de México fijaron su postura en dicho encuentro, y aseguraron contundentemente que el modelo de relación comercial que promueven acuerdos como el TLCAN afectan el cuidado del medio ambiente y la conservación de los bienes comunes; y que, por el avance descontrolado de la frontera agroindustrial, ese libre comercio ha estimulado la deforestación, el aumento en la generación de desechos tóxicos, la contaminación del agua, y el incremento de emisiones de gases de efecto invernadero, entre otros impactos que se miran casi como irreversibles. Para nuestro país es indudable el bajo crecimiento económico durante varias décadas.

Por el contrario, se registra un creciente desempleo y una clara precarización del empleo; expansión de la pobreza; aumento de la desigualdad y de la exclusión social; profundización de las asimetrías económicas y sociales entre nuestros países, y un crecimiento de la migración forzada en condiciones indignas e inseguras. Las organizaciones de los otros dos países también se posicionaron expresamente sobre la inconveniencia del TLCAN, y es a partir de aquí desde donde podemos construir juntos, en un diálogo trinacional, posibilidades y propuestas concretas, de cara a la tan mentada renegociación. Es claro que el TLCAN y el modelo económico que lo inspiró no funcionaron ni cumplieron con sus promesas de un supuesto desarrollo y bienestar más equitativo. Entonces se hace urgente cambiar todo de raíz, sabiendo que ya no aguantamos más este sistema.

Al término del encuentro, las distintas organizaciones regresaron para trabajar en concretar las acciones que en cada país y trasnacionalmente realizarán frente a sus tres gobiernos. Aunque para este proceso es fundamental fomentar la participación social amplia y plural, pues, como bien se dijo al final de esta reunión, ello fortalecerá y generará mayor legitimidad y fuerza entre la sociedad civil, para hacer frente a la renegociación del TLCAN. Éste será seguramente uno de los muchos esfuerzos trinacionales que buscarán revertir la amenaza que representan Trump y su gobierno para la región de Norteamérica y el mundo.

Por ello convocaron también a los pueblos de los tres países para encontrarse en la construcción de un movimiento amplio y diverso que construya estrategias y propuestas de interlocución política. Todo ello con miras a lograr mayor incidencia en la reorientación de la globalización, las políticas públicas y la construcción de alternativas de desarrollo basadas en el cuidado de la naturaleza y de toda forma de vida, y en el que los beneficios de estas relaciones comerciales lleguen a todos los grupos sociales por igual.

Los esfuerzos de las organizaciones sociales se centran, sí, en exigir mayor transparencia y participación en el proceso de revisión del TLCAN, aunque sabiendo que se necesita otro modelo de comercio.

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k).- “Olvido el mensaje de Francisco en Catedral”, Bernardo Barranco, al Jornada, febreo 22

Olvidado, el mensaje de Francisco en catedral
Bernardo Barranco V.

Con motivo del primer aniversario de la visita del papa Francisco a México, en Ciudad Juárez se inauguró una estatua conmemorativa del pontífice de casi cinco metros de altura, ubicada en El Punto, a menos de 50 metros de la frontera con Estados Unidos. Allí estuvo Francisco rechazando los muros y proclamando los puentes entre ambas naciones y dignidad para los migrantes. Este ha sido uno de los signos visibles de una visita que pudo haber sido punto de partida para la renovación pastoral de la Iglesia católica. Los obispos mexicanos no han querido seguir las exhortaciones de Francisco para construir una Iglesia más evangélica y comprometida con su pueblo. Hasta ahora no hay iniciativa de envergadura conducente a tal renovación.

La visita del Papa a México, entre el 12 y el 17 de febrero de 2016, tuvo sus claroscuros. Muchas expectativas quedaron frustradas frente a señalamientos sociales genéricos. Sin embargo, era claro que el Papa no iba venir con discursos incendiarios ni a romper lanzas con el gobierno mexicano. Francisco decepcionó a los activistas de los derechos humanos por no haberse encontrado con los familiares de los estudiantes desaparecidos de Ayotzinapa, por no haber abordado con mayor firmeza los feminicidios ni haberse pronunciado en suelo mexicano sobre la pederastia clerical. En cambio fue notable la actitud de Francisco por encontrarse con el pueblo; especialmente destaca su encuentro con indígenas durante su visita a San Cristóbal de las Casas, Chiapas. En ese tenor, fue remarcable la reivindicación histórica de Samuel Ruiz, el Tatic, por su compromiso social por los pobres. Importante es destacar que sus principales críticas no fueran sociales ni políticas, sino eclesiales. Dichas críticas y señalamientos a la mayoría de los obispos han sido silenciadas como si nunca se hubieran dado. El discurso de catedral del 13 de febrero de 2016 debe quedar no sólo como pieza crítica de retórica clerical ni como regaño, sino como un programa de trabajo que los obispos no han acatado.

Probablemente el mensaje en la Catedral Metropolitana sea el discurso que se guarde en la memoria de esta visita, pero que por ahora los obispos parecen ignorar. Francisco puso en evidencia ante todo el país sus llamamientos hacia el episcopado mexicano. En su discurso trató de motivar, orientar y corregir a los obispos. El tono del pontífice argentino fue severo, pero dulce. La improvisación que hizo retrató muy bien el momento de los obispos: Esto no estaba preparado, pero se los digo porque me viene en este momento. Entonces exclamó: Si tienen que pelearse, peleen ¡pero como hombres! Como hombres de Dios. Si tienen que decir algo, díganlo a la cara, como hombres de Dios, que después van a rezar juntos, a discernir juntos y, si se pasaron de la raya, a pedirse perdón, pero mantengan la unidad del cuerpo episcopal. Los obispos, sorprendidos, guardaron silencio; algunos intercambiaban miradas, atónitos quedaron los cerca de 100 obispos por tan inusual amonestación. Sabían que era verdad que estaban desunidos en medio de guerritas clericales. El mensaje de Francisco a la Conferencia del Episcopado Mexicano es una pieza que merece ser analizada con detenimiento y profundidad. Es un discurso largo, de más de 4 mil 500 palabras, denso en referencias doctrinales, teológicas y pastorales. Tiene reconvenciones: “Sean, por tanto, obispos de mirada limpia, de alma transparente, de rostro luminoso. No le tengan miedo a la transparencia. La Iglesia no necesita de la oscuridad para trabajar. Vigilen para que sus miradas no se cubran de las penumbras de la niebla de la mundanidad; no se dejen corromper por el materialismo trivial ni por las ilusiones seductoras de los acuerdos debajo de la mesa; no pongan su confianza en los ‘carros y caballos’ de los faraones actuales, porque nuestra fuerza es la columna de fuego”.

Dentro de la imponente Catedral Metropolitana Francisco invita a los obispos a una conversión pastoral y al episcopado a ser un factor profético frente a temas como narcotráfico, migrantes, exclusión y, sobre todo, ser un referente de esperanza de los jóvenes. El Papa les pide a los obispos no refugiarse en condenas genéricas, sino tener coraje profético y un serio y cualificado proyecto pastoral para contribuir, gradualmente, a entretejer aquella delicada red humana sin la cual todos seríamos desde el inicio derrotados por tal insidiosa amenaza. Sólo comenzando por las familias; acercándonos y abrazando la periferia humana y existencial de los territorios desolados de nuestras ciudades; involucrando a las comunidades parroquiales, las escuelas, las instituciones comunitarias, las comunidades políticas, las estructuras de seguridad; sólo así se podrá liberar totalmente de las aguas en las cuales lamentablemente se ahogan tantas vidas, sea la vida de quien muere como víctima, sea la de quien delante de Dios tendrá siempre las manos manchadas de sangre, aunque tenga los bolsillos llenos de dinero sórdido y la conciencia anestesiada. ¿Qué han hecho los obispos para construir lo que les pide Francisco? Ni un asomo de construir un cualificado proyecto pastoral.

Francisco recetó el repertorio de su teología pastoral, tratando de cimbrar la modorra y confort de los obispos mexicanos al sentenciarles: ¡Ay de ustedes si se duermen en los laureles! Por tanto, les suplica superar la tentación de la distancia del clericalismo, de la frialdad y de la indiferencia, del comportamiento triunfal y de la autorreferencialidad. Francisco sacudió una jerarquía conservadora y demasiado complaciente con los poderosos. El Papa de manera irónica refuta: La Iglesia no necesita de príncipes. Recomienda una comunidad humilde de testigos del señor. Una Iglesia con mayor comunión, pastores en comunión y unidad. México, y su vasta y multiforme Iglesia, tienen necesidad de obispos servidores y custodios de la unidad edificada sobre la palabra del Señor, alimentada con su cuerpo y guiada por su espíritu, que es el aliento vital de la Iglesia.

Francisco es penetrante en momentos, compasivo en otros; queda claro que el Papa reprueba la actitud estancada de los prelados mexicanos. Intenso sobre las condiciones de una pastoral profética de cercanía al sufrimiento del pueblo y de denuncia ante las injusticias, Francisco ha dibujado a los obispos mexicanos todo un programa de renovación y depuración. Me pregunto sobre la recepción de los prelados: ¿tendrán la humildad para reconocer los cuestionamientos que abordó Francisco? Hasta ahora sólo retórica perfumada al incienso del olvido. Salvo migrantes, los obispos padecen amnesia, como si las interpelaciones de catedral nunca se hubiesen planteado y ellos puedan seguir así en su zona de confort.

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l).- “La ola populista latinoamericana”, José Blanco, La Jornada, julio 18

La ola populista latinoamericana
José Blanco
Las olas crecen gradualmente, pueden ser de tamaño impresionante, alcanzan un culmen y después se desvanecen. Tras una ola sigue otra. La ola social de la que hablaremos no tiene la regularidad del mar. Pero en el presente y el futuro previsible es probable que tengamos nuevas olas sociopolíticas nacional populares (o populistas); las experiencias vividas no se mueren, no podrá haber una simple restauración al régimen neoliberal anterior.
La ola populista latinoamericana duró algo más de una década. No se ha desvanecido absolutamente, pero el futuro inmediato parece oscuro. Como era de esperarse muchos analistas ya la dieron por muerta e inhumada. Mis eventuales lectores saben que, a la par de ya numerosos analistas, en este espacio se ha hablado positivamente del populismo, reivindicándolo absolutamente.
Los muchos, de muchos colores, que han festejado el desvanecimiento de la ola, han formulado un veredicto que piensan definitivo: como era de esperarse, la izquierda ha fracasado; sus abundantes yerros en materia de política económica, los ha llevado al precipicio. Esa es una síntesis más o menos ajustada, aunque suavizada, de la lluvia de piltrafa envenenada lanzada por el neoliberalismo de diversas tonalidades, contra quienes mostraron que sí es posible esquivar a los poderes internacionales dominantes.
La ola tuvo una corta vida turbulenta, pero fue potente y sus logros no fueron pocos: 70 millones de latinoamericanos salieron de la pobreza…, se dice pronto. En el estudio que conjuntamente elaboraron la Cepal y la OCDE, titulado Perspectivas Económicas de América Latina 2012, se dice: Pese a la gran diferencia en la dinámica económica entre América del Sur, por un lado, y Centroamérica, México y el Caribe, por otro, en conjunto la sostenida demanda externa (especialmente de economías emergentes, como China), en combinación con vigorosas demandas internas, han permitido que la región alcance un crecimiento anual promedio de casi 5 por ciento en el periodo 2003-2008. Este buen desempeño fue también inducido por una adecuada gestión macroeconómica que, en muchos casos, creó el espacio fiscal para afrontar los efectos de la crisis financiera global, sin poner en peligro la solvencia fiscal. Ese estudio, resultado del esfuerzo unificado de dos instituciones incapaces de incurrir en derivas izquierdistas, desmiente categóricamente los arteros ataques provenientes de la derecha neoliberal que domina al mundo, según la cual los populismos latinoamericanos eran de suyo ignorantes de la globalización, del manejo equilibrado de la macroeconomía, de la prudencia en sus cuentas con el exterior. En general, con excepción de México y el Caribe, América del Sur, durante la década aludida, se orientó por el neoestructuralismo elaborado por la Cepal y los pensadores afines o cercanos a esta corriente de pensamiento latinoamericano. México ha permanecido fidelísimo al Consenso de Washington; pero hay novedades en curso...
Ahora los populismos latinoamericanos han ido atrás en términos económicos y políticos, pero ha quedado una experiencia política que será asimilada con el tiempo. Los regímenes que surgieron apoyados en movimientos populares, no transformaron al Estado, no innovaron mayormente en materia institucional, prácticamente no avanzaron en transformar el modelo productivo y, así, no era posible dar continuidad a las experiencias vividas. Veremos que ocurre con el caso de Ecuador.
El culmen de la ola fue de 2003 a 2012, aunque la primera elección de Hugo Chávez fue en 1998. Siguieron Lula en 2003; Ernesto Kirchner en 2003; Evo Morales, elegido por primera vez en 2005; Cristina Kirchner en 2007; Rafael Correa en 2007. Dejo fuera de esta lista a Daniel Ortega y su extravagante costilla.
El socialismo del siglo XXI es un término acuñado por Heinz Dieterich Steffan que fue difundido por Hugo Chávez en el Foro Social Mundial de 2005, e inmediatamente apropiado por los gobiernos de Venezuela, Bolivia, Ecuador y Nicaragua. Desde el ángulo del concepto de populismo que aquí hemos esbozado someramente, los regímenes referidos fueron experiencias diversas de populismo.
De otra parte, también es claro que fueron experiencias distintas. Fueron propiciadas por las brutales injusticias sociales, la pobreza profunda, el hartazgo con unos gobiernos que sólo sabían recitar el Consenso de Washington, el que aumentaba sin cesar las desigualdades más inicuas, que acabaron con las instituciones que intentaron en el pasado mejorar la vida de los de abajo, que han vivido inmersos en un mar corrupto. Los movimientos sociales se multiplicaban, y aparecieron los líderes carismáticos que, apoyados en el inicio del ciclo de los altos precios de los bienes primarios en general, estuvieron en capacidad de usar la vía electoral para hacerse de las instituciones mediante partidos políticos en algunos casos creados al vapor, expresamente organizados para ganar elecciones.
Los líderes populistas prometieron nada menos que la ¡refundación de sus naciones!; así querían volar. Repudiaron el neoliberalismo, promovieron la unidad latinoamericana sin injerencias del imperio y buscaron establecer modelos superiores de democracia incluyente basados en la participación popular y en una equidad creciente.
Con la crisis de 2007/2008, y la caída de los precios de los bienes básicos, los populistas enfrentaron problemas políticos cada vez más complejos, que crecieron verticalmente. Fueron populismos imperfectos porque les faltó crear pueblo: crear un sentido común de lo nacional-popular de cada uno, y reivindicarlo para sí, una política para disputar sin tregua la hegemonía a los neoliberales.
Esa construcción social llamada pueblo, no estaba hecha. No había quien defendiera a los nuevos regímenes en ciernes. Dilma es uno de los casos más dramáticos: no fue defendida por un pueblo que no estaba.
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n).- “Un nuevo estado para una nueva sociedad” Miguel Concha, La Jornada, julio 1

Un nuevo estado para una nueva sociedad
Miguel Concha

Discutir el proceso electoral de 2018 empieza ya a ser cansado, sea porque se manifiesta como algo ya muy visto, o porque aparece como un territorio monopolizado por los partidos, los políticos profesionales y los gobernantes. De las tres posibilidades en actitud política que establecía el célebre analista de lo público Albert Hirschman en su libro Salida, voz y lealtad (la salida como negativa a jugar, ante el convencimiento de que no se puede cambiar el orden vigente; la voz como expresión de la protesta que busca su modificación, y la lealtad como el acatamiento de las tendencias prevalecientes), pareciera que a la sociedad civil mexicana no le quedara otra alternativa que la resignación.

Adaptando esta clasificación a la situación político-electoral del país, se podría decir que hoy la lealtad sería en México hacia el sistema de partidos y en general hacia el desgastado régimen político aún prevaleciente, esperando pacientemente a que, cual lotería, en algún momento surja alguien que apoye la modificación del estatus quo, dejando entretanto a éstos jugando su juego; es decir, como si realmente nos representaran y efectivamente nos gobernaran. Para todos aquellos que saben que ese juego no es real, la salida es la tentación permanente de darle la espalda a lo que ocurre en el ámbito electoral; no caer en el juego, abstenerse, no sólo de votar, sino también de disentir y de opinar. Pero como lo específico de la sociedad civil es ante todo la búsqueda de la refundación de todo el orden social, incluida la política, parece que a ésta no le queda otra alternativa que la de levantar la voz, pero haciéndose oír, no clamando en el desierto, sino en las modernas ágoras de la vida pública.

Desde finales de los años 80 quedó claro que a quienes dominan la vida política no se les puede rebasar por unos cuantos puntos porcentuales, sino que se les tiene que arrasar con un gran margen de diferencia. Esto hace que quienes pretendan hacer solos la larga travesía del laberinto de la política muy probablemente tengan que seguir conformándose con ocupar una y otra vez la antesala del poder, pero no el poder mismo. Y por ello, de lo anterior se sigue la importancia del tema que ha venido cobrando cada vez más importancia en la agenda pública nacional, los frentes amplios. Ciertamente que construir uno es por demás necesario, aunque el fondo del asunto es que hay diversas maneras de lograrlo.

Sin embargo, desde la perspectiva de la sociedad civil, el punto de partida para discutirlo es que no se trata sólo de un asunto de números, sino de contenidos. Por supuesto que un frente amplio tendría que ser indispensable para arrasar en las elecciones, pero para cambiar este país no basta con juntar muchos votos; hay que reunir muchas voluntades y entretejer muchos proyectos, puesto que no son menores los cambios que reclama la sociedad mexicana. Dicho frente tiene que centrarse ineludiblemente en un Proyecto Amplio para la transformación del régimen político, pues el actual está viviendo desde hace décadas tiempos extras. Se requiere de un régimen político fincado en el predominio de la sociedad sobre el gobierno. Un régimen que se realice a través de múltiples y eficaces instrumentos de participación ciudadana.

Un régimen político con un verdadero equilibrio de poderes, en el que el legislativo funcione realmente como control del ejecutivo, pues ya basta de presidencialismo, y en el que el judicial, cimentado en los derechos humanos y en las leyes, sea realmente autónomo. La peligrosidad de la autonomía del poder judicial para poder enfrentar la corrupción y la impunidad, tal vez sea la razón que explique la agresividad de los ataques infundados de los políticos conservadores contra la Constitución de la Ciudad de México. Ello no obstante, la demanda de un régimen político distinto es porque urge sistemáticamente cambiar las políticas económicas y sociales. Ni la pobreza ni la desigualdad, ni el estancamiento económico ni el desempleo aguantan más.

Por ello, el voto mayoritario es necesario, pero de ninguna manera suficiente. Si un posible frente amplio no se construyera sobre un programa acordado con las mayorías, los logros electorales que pudieran tener pronto se vendrían abajo, y los aliados más tardarían en llegar al gobierno que en pelearse por su reparto. Habrá que tener en cuenta también que un programa consensado no puede ser el resultado de la repetición hasta la caricatura de los spots partidarios. Se requiere por el contrario de la discusión abierta; del debate que haga posible los convencimientos y acuerdos. En estos días se han multiplicado las ofertas de candidaturas presidenciales, lo que es legítimo y puede ser democráticamente productivo.

Pero está visto que nadie, ninguna oferta, puede por sí sola arrasar. Se requiere conjuntar las aspiraciones para, entre muchos, lograr un cambio perdurable, que vaya mucho más allá de quien ocupe la presidencia en el próximo sexenio, pues se trata de una tarea para varios períodos de gobierno. Se requiere también ocupar el Congreso, lo que muy a menudo se pierde de vista y se pospone para el final. Para lo anterior no basta, aunque también se requiere, que los políticos profesionales se sienten a negociar; negociación, sin embargo, que dejada sólo a entre ellos se agotaría en el intercambio de alianzas por posiciones en el gobierno.

Se trata entonces de que también escuchen y dialoguen con las distintas expresiones de la sociedad, para que así el intercambio sea entre posiciones programáticas y mecanismos que aseguren que los acuerdos se van a cumplir. Y es esto lo que la sociedad civil tiene que lograr en menos de un año. Nada menos que sentar las bases para un nuevo siglo. Se trata, ni más ni menos, de la tarea de asegurar que una nueva sociedad tenga un nuevo Estado.

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o).- “Comicios y delincuencia”, Pedro Miguel, la Jornada, mayo 2

Comicios y delincuencias
Pedro Miguel
Una parte del aparato estatal y de los territorios geográficos y sociales del país están bajo el control de distintas delincuencias. En la punta de la pirámide institucional impera una delincuencia de cuello blanco que intercambia con sus corporaciones favoritas bienes públicos y contratos por dádivas millonarias, saquea en su propio beneficio las arcas públicas, perpetra o encubre crímenes de Estado, permite defraudaciones fiscales astronómicas y no tiene más horizontes que el de seguir aplicando a rajatabla los lineamientos económicos, políticos, diplomáticos y estratégicos procedentes de Washington y mantenerse en el poder por tiempo indefinido y al precio que sea.
Llegada a la Presidencia por medio de un golpe de Estado incruento el 6 de julio de 1988, esa delincuencia gubernamental ha operado de manera tal que, en forma planificada o sin proponérselo, ha ido generando a su alrededor otros círculos delictivos. El vaciamiento del campo y el enorme desempleo urbano generados por la primera fase del neoliberalismo crudo, aplicada por Salinas, no sólo se tradujeron en éxodos hacia las urbes del país y hacia Estados Unidos, sino que también dieron un impulso demográficamente significativo a la conformación o consolidación de cárteles de la droga y sus derivados: gerencias de traficantes de personas y divisiones dedicadas a la extorsión y al secuestro. Es lo que el discurso oficial llama delincuencia organizada.
Los procesos de descomposición institucional relativamente recientes y las prácticas corruptas inveteradas generaron un espeso tejido de complicidades y articulaciones entre esa delincuencia y la gubernamental; ese tramado, a su vez, explica la imposibilidad del régimen de esclarecer, sin incriminarse a sí mismo, la atrocidad de Iguala y el destino de los 43 normalistas de Ayotzinapa.
En la base de la pirámide los efectos acumulados de siglos de marginación y de décadas de deliberada expulsión de la economía de millones de personas han creado el caldo de cultivo para una delincuencia social, que es la evolución inevitable del viejo modelo corporativo priísta en las condiciones neoliberales. En este segmento se inscriben grupos de choque, estructuras paramilitares, mecanismos de control de masas como el movimiento antorchista y grupos informales a los cuales se recurre cuando es necesario sembrar el pánico o desviar la atención, como ocurrió en los saqueos a comercios perpetrados en enero pasado para desvirtuar las protestas por el gasolinazo.
El cuarto círculo delictivo es el electoral. Por su naturaleza misma se echa a andar en coyunturas y articula a elementos de la cúpula de la pirámide (presidentes de la República, magistrados electorales, consejeros electorales) con contratistas y proveedores de toda suerte (desde servicios informáticos hasta abastecedores de despensas), con las dirigencias de los partidos del régimen y con la base social, organizada o no, mediante un manejo territorial de compra del voto.
En la versión oficial, el gobierno combate a la delincuencia, y punto. La verdad es que sólo se enfrenta con un sector de ella (la organizada, más los infractores individuales y sueltos) y que lo hace en forma selectiva, en función de sus alianzas coyunturales con cárteles o grupos locales.
De acuerdo con la información disponible, estas cuatro modalidades de delincuencia se han puesto ya en acción ante la angustia del régimen por la posibilidad concreta de perder el poder en el bastión tradicional de su grupo dominante: el estado de México.
La elección inminente en esa entidad será, por lo que puede verse, una disputa entre una ciudadanía harta, consciente y organizada, y cuatro estamentos delictivos que usarán todo el catálogo de prácticas abominables con tal de mantenerse en el ejercicio del gobierno local. Será, pues, un ejercicio de liberación y emancipación en toda la regla que amerita una movilización sin precedente.
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p).- “De alianzas y modestia”, Octavio Rodríguez Araujo, la Jornada, junio 15.

De alianzas y modestia
Octavio Rodríguez Araujo

A mí me parece más que correcto que se busquen maneras de evitar que el PRI gane de nuevo la Presidencia de la República el año próximo. Pero en esta reflexión más o menos compartida con millones de mexicanos sobresale una preocupación: ¿no deberíamos pensar lo mismo sobre el PAN?, ¿o este partido fue mejor en sus 12 años de gobierno que el PRI? Pienso que tan negativos han sido los gobiernos del PAN como los del PRI. Ambos institutos políticos deberían ser frenados, ambos son obsoletos, ambos están rebasados, ambos han demostrado ser absolutamente ineficaces, comenzando por los métodos que han seguido para combatir, según ellos, el crimen organizado y la inseguridad que sigue creciendo en México.

Los gobiernos del PRD, por ahora locales, no han logrado distinguirse en lo fundamental de los priístas y los panistas, salvo en ciertas medidas que bien pueden ser calificadas como progresistas: despenalización del aborto, matrimonios igualitarios, etcétera y que obviamente la Iglesia católica (y otras) no aceptan. Qué bueno que los perredistas hayan logrado esas conquistas (que debieran generalizarse), pero en los hechos y en la práctica, como diría Wallerstein (La Jornada, 03/06/17), no se han traducido en mejoras sustanciales para millones de pobres y miserables que siguen soportando sobre sus hombros el peso de la explotación, la exclusión y la prescindencia que exigen los mercados en esta ya larga etapa de la globalización neoliberal.

El principal debate, si estoy entendiendo bien lo que leo a diario en los periódicos nacionales, es qué hacer para derrotar al PRI en 2018, sobre todo después de conocer su deshonesto desempeño que, al parecer, las autoridades electorales mexiquenses nunca vieron. Para todos, salvo para quienes creen tener la verdad revelada de su lado, si Morena y el PRD se hubieran aliado para los comicios mexiquenses el PRI habría perdido. Yo no tengo duda de esto. Y a los partidarios de la alianza PRD-PAN sólo les recordaría que, de haberse concretado, también hubieran perdido, si damos por buenos los resultados oficiales.

¿Por qué no se dio una alianza Morena-PRD en el Edomex? Hay muchas versiones, y algunas son suficientemente vagas como para aceptarlas como ciertas. Sin embargo, sabemos, sin sombra de duda, que al cuarto para las 12 López Obrador invitó a los candidatos del PRD y del PT a declinar en favor de Delfina Gómez. Y añadió que si no lo hacían no irían juntos el año entrante. Sólo declinó el del PT, pero sus votos no se podían sumar a Morena, pues no había coalición registrada como sí la hubo del PRI con los partiditos que, pequeños y todo lo que se quiera, fueron los que (formalmente) le dieron el triunfo en la entidad (recuérdese que el PRI por sí mismo ganó menos votos que Morena). ¿Qué objeto tenía la declinación a la que invitaba AMLO? En la práctica, ninguno que fuera de utilidad electoral, salvo que se tratara de probar lealtades o, tal vez, de revalidar su liderazgo (para mi gusto, arrogante): algo así como no los necesito, Morena solo puede ganar. ¿Ganó?, está por verse por más que sepamos que la elección distó mucho de ser limpia.

No dudo del enorme liderazgo que tiene López Obrador en el país, sobre todo en ciertas regiones del centro y sur del país. Pero en 2018 tendrá que enfrentar un reto mayúsculo que, con el PT (si mantiene su lealtad), no será suficiente para ganar. En el Congreso extraordinario de su partido del domingo pasado, AMLO se lanzó contra el PRD y le cerró la puerta para una posible alianza para derrotar no sólo al PRI sino también al PAN. ¿Está muy seguro o es un asunto de soberbia? Me inclino a pensar lo segundo aderezado con un pensamiento lineal al no entender, según parece, que el PRD no es monolítico y que hay corrientes en su interior, nada despreciables, que sí estarían dispuestas a coaligarse con Morena para derrotar al PRI. Ya lo dijeron algunos conspicuos dirigentes del sol azteca que no se consideran paleros del gobierno de Peña ni de su partido.

Si Morena es, como ha dicho su dirigente, plural y donde caben desde empresarios hasta trabajadores pobres, siempre y cuando estén con el pueblo, ¿por qué no también el PRD que, por cierto, también tiene una lucha interna de corrientes por la hegemonía y no sabemos cuál será la que encabece ese partido para el próximo periodo electoral federal? A Martínez Neri y Dolores Padierna, por ejemplo, no parece haberles gustado que los metan en el mismo saco que a los chuchos de Nueva Izquierda.

Si una alianza Morena-PRD no es posible porque los de este segundo partido no son puros, pues tampoco todos los de Morena pueden presumir este calificativo. ¿No apoyó y se solidarizó AMLO, el 6 de mayo, con el reaccionario obispo de Cuernavaca y sus corruptos aliados en Morelos? ¿No fue Delfina apoyada por personajes altamente cuestionables en el estado de México? Puros, los Cohiba cubanos, porque en política no existen.

Pienso que AMLO debería de ser más modesto y no confundir sus aspiraciones políticas (que a veces parecen demasiado personales) con el superior interés de un México mayoritario que anhela cambios positivos, menores desigualdades y gobiernos más representativos y preocupados por el bienestar del pueblo y su seguridad cotidiana crecientemente deficitaria.

rodriguezaraujo.unam.mx

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